OneShot: Una oportunidad de hacer lo correcto

Domingo por la tarde, coges una bolsa de patatas y te pones con un buen videojuego. Todo tranquilo, lo de siempre: vas a controlar a un personaje, completar unos objetivos y seguir con tu vida porque, lo que estás haciendo, no es más que un juego. Algo para matar el tiempo, sin una importancia real para nadie… ¿Verdad?

Her nos muestra el amor hacia una inteligencia emocional, los tamagotchis solo eran un sustituto para quienes no tenían una mascota real y el Mystic Messenger no es un sustituto real de unos novios. ¿Pero a que viene todo esto en una reseña de OneShot?

Se puede decir que OneShot cuenta una historia, que controlas a Niko y tienes que salvar al mundo llevando una bombilla. Pero no. No controlas ni eres Niko, solo lo acompañas y él sabe que tú estás ahí, al otro lado del monitor mientras que él camina por su pequeña ventanita de juego.

Niko se convierte en tu amigo: Se cansa y tienes que ayudarlo a encontrar una cama para echarse la siesta y, eso, significa cerrar el juego y dejarle dormir tranquilamente. No, no funciona como un juego de móvil donde tienes que esperar media hora para que te den una vida, dejas descansar de verdad a ese niño con el que has estado caminando un buen rato.

Tú no controlas nada, y eso es lo que hace especial a OneShot; que hay que jugar entre el mundo de Niko y el tuyo propio. No es un juego que te recuerde que es un juego rompiendo la cuarta pared, sino que OneShot vive en esa cuarta pared y reflexiona sobre lo que significa estar encerrado dentro de la misma.

La estética de OneShot es pixel art, muy oscura que combina a la perfección con los ojos dorados de Niko y nos mete de lleno en el mundo lúgubre del que se habla en el juego, puesto que nuestra aventura es algo triste. El juego de luces y colores se mantiene hasta el final del juego, pues lo único brillante y amarillo que vemos es a Niko con su sol, elementos que no parecen ser parte del mundo que existe dentro de la ventana del juego.

La estética de los personajes secundarios está bien caracterizada por las zonas en las que aparece, cada uno tiene su propia personalidad y, aunque hablemos poco con ellos (pues es un juego corto), siempre hay alguna conversación o conexión que nos hace que los recordemos a lo largo de la aventura.

Por supuesto OneShot tiene una historia: Tienes que salvar el mundo que te has encontrado y en el que Niko está encerrado y, como en la vida misma, solo vas a tener una oportunidad para hacerlo. Pero la filosofía del juego va mucho más allá: ¿Merece la pena salvar un mundo que vive dentro de una pequeña ventana en tu ordenador? Podemos seguir con nuestra vida sin “ayudarles” porque, seamos sinceros, esos personajes no son más que muñequitos programados para darnos conversación.

¿Por qué no dejas de jugar y los dejas en paz? ¿Es que alguien te había pedido que vinieses a molestar? ¿Es que te crees que su mundo es un algo para entretenerte? Pero claro, Oneshot es un juego, por lo que tiene unos objetivos que cumplir para completarlo. Pero… ¿Y si hacerlo no fuese lo correcto? OneShot te deja tomar decisiones que, como todo en esta vida, no son fáciles y solo tienes una única oportunidad de hacer lo correcto… Pero tranquilo, no es más que un simple juego.