¡No me mires! ¡No me mires! ¡No me, no me, no me mires! ¡Déjalo ya!

¡No me mires! ¡No me mires! ¡No me, no me, no me mires! ¡Déjalo ya!

Hace no mucho, una compañera habló en esta misma web de la importancia de respetar a aquellas personas que se sienten presionadas al jugar ante la atenta mirada de otra persona o grupo. Así que me gustaría hablaros de por qué ocurre esto, ya que, en muchos casos, solamente se sabe que es una situación incómoda y que, cuando nos miran, afecta para mal a nuestra desenvoltura con el juego.

En términos generales, a nivel individual nadie nos conoce mejor que nosotras mismas —sí, incluso aunque tengamos a esa persona que dice hacerlo—. Otra cosa es cómo proyectamos ese autoconcepto al exterior y dicha concepción se crea con base a las experiencias vividas, entre otras cosas. Pero no he venido aquí a dar una clase magistral de psicología, así que voy a ir al grano.

Como bien dijo en su artículo Chi Skywalker, cuando una persona pone su atención en lo que estamos haciendo —bien ofreciéndonos el mando, bien mirando mientras jugamos nuestra propia partida— nos estamos exponiendo, y esto puede suponer dos cosas: que hagamos la partida de nuestra vida o que seamos lo más torpe sobre la faz de la Tierra. Porque sí, claro, también están aquellas personas que sacan lo mejor de sí mismas ante una audiencia, pero eso no es un problema, por lo que me centraré en lo que nos interesa.

Ante muchas condiciones sociales, solemos hacer un análisis inconsciente de la situación. Este análisis determinará la acción y, en parte, el resultado.

Llevado al tema que nos concierne, podríamos decir que, cuando otra persona nos ofrece el control del videojuego, inmediatamente nos viene a la cabeza:

  • Probabilidad de que se nos dé mejor o peor. Podemos estar familiarizadas con el juego o no. Si no lo estamos, valoraremos nuestra habilidad con juegos del mismo estilo. También, nos dejaremos llevar por lo que hemos visto u oído del videojuego para hacernos una idea aproximada de lo que nos vamos a encontrar.
  • Reacción que obtendremos de nuestros espectadores. Aquí tenemos a los que miran en silencio y esperan su turno, los que reaccionan al entorno del videojuego inmersos en la partida como si tuvieran el mando en sus manos, quienes guían (aunque nadie se lo haya pedido) y aquellos que optan por el “quita que tú no sabes”, cuyo nivel de agresividad dependerá tanto de su personalidad como de la jugada que hayamos hecho.
  • Nuestro nivel de comodidad con la situación en sí. Donde influye nuestra personalidad y autoestima, el nivel de confianza con los espectadores o, incluso, si hemos tenido malas experiencias anteriormente al jugar en grupo (por ejemplo, si al hacer malas partidas la broma/humillación se ha ido de las manos, llegando a incomodarnos). Además, es importante destacar la influencia que tiene, en general, la deseabilidad social, es decir, la necesidad de proyectar una buena imagen de nosotras mismas.

Es, quizás, algo muy simple, pues a fin de cuentas se basa en un ejercicio de autopercepción, donde nos juzgamos a nosotras mismas de igual modo que hacemos con nuestro entorno en nuestro día a día, seamos las espectadoras silenciosas o las que dicen/piensan “por ahí no es” o “te van a matar”. Y, en el momento en que tomamos el control del videojuego, sea en solitario o en grupo, el feedback que obtenemos de la situación determina el nivel de habilidad que consideramos tener. De ahí que seamos más o menos conscientes de que se nos da genial jugar en solitario y terriblemente mal jugar con público.

Por su parte, debemos tener en mente de que la presión social es un factor estresante per se. Por lo que no ayuda demasiado que, al rechazar en un primer momento exponernos, el grupo insista. Pues, en caso de acabar cediendo —para no ser tachadas de “aburridas”, entre otras cosas—, el nivel de estrés y, por tanto, de incomodidad ante la situación, es aún mayor.

Así pues, aclarado el asunto, solamente me queda hacer hincapié en lo que ya dijo mi compañera en su artículo. Debemos respetar a aquellas jugadoras que sienten el peso de la situación y no se sienten cómodas jugando ante otras personas. Todas podemos disfrutar jugando o simplemente como meras espectadoras y no debemos olvidar que, a fin de cuentas, se trata de pasar un rato agradable para todas y no de demostrar nada.

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Aonia Midnight
Aonia Midnight @AoniaMidnight

Curiosa, reflexiva y torpe // Palomitas y cerveza // Psicóloga porque lo dice un título // Mi mente está llena de mundos en los que evadirme // Nothing is true, the cake is a lie

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