Alejándose del mundanal ruido: Onomichi en Yakuza 6

Alejándose del mundanal ruido: Onomichi en Yakuza 6

La trama de Yakuza 6: The Song of Life pone en un lugar difícil a Kazuma Kiryu. Haruka, su hija adoptiva, ha sufrido un accidente y está en coma. Además, su bebé se ha quedado sin nadie; porque el padre ni está ni se le espera. Kiryu, que no gana para disgustos, se hace cargo del pequeño y se pone manos a la obra para averiguar qué ha ocurrido. Sus pesquisas le llevan a un pequeño pueblo pesquero de Hiroshima: Onomichi.

Poco después, se ve obligado a ir a comprar leche para el bebé en medio de la noche. Lo que en Kamurocho habría supuesto darse un paseíto al konbini más cercano, en Onomichi se convierte en una odisea. Todas las tiendas están cerradas. El niño está llorando y no para. Los pocos viandantes que quedan no son de mucha ayuda. Sigue llorando. Uno le pregunta a su novia por teléfono si puede ayudar: al parecer la mujer del peluquero ha tenido un hijo hace poco. Que podría tener leche en polvo, dice. El bebé no se calla. La luz de la peluquería se enciende tras llamar varias veces. Y por fin, por fin, Kiryu consigue hacerse con la leche (luego resulta que el bebé sólo tenía sueño y no hambre, pero bueno).

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Imagen del susodicho incidente (captura propia)

Parece que tanto Kiryu como yo no nos esperábamos un pueblo tan… tan pueblo. Sorprende porque, mientras que en la mayoría de triple A se busca sumar y sumar iconos al mapa, en Yakuza 6 se ha buscado un equilibrio: por un lado está la bulliciosa Kamurocho, un barrio que nunca duerme, y por otro Onomichi, la ciudad que siempre está de siesta. La historia pide este contraste: el propio Kiryu ya no está para muchos trotes, y se ve que la gran ciudad le ha tomado la delantera en los tres años que ha pasado en el presidio. Kamurocho es violenta y alocada, como la mayoría de entuertos en los que acaba metido nuestro protagonista que lo único que busca es un poco de paz. Esta tranquilidad se la podría dar un lugar como Onomichi (aunque ya tiene una casita muy maja en Okinawa), pero su pasado como yakuza legendario siempre le alcanza y le lleva de nuevo al agujero negro que es Kamurocho. De hecho, durante el desarrollo de Yakuza 6 hay que hacer varios viajes entre escenario y escenario, a menudo con prisas.

Los personajes también son polos opuestos. En “la gran ciudad” tenemos a los de siempre: los miembros del clan Tojo, mafiosos de alto standing, ahí en sus sofás de terciopelo. En el pueblo de Hiroshima también hay yakuzas, sí: un grupo de amigos de toda la vida, amodorrados en cojines junto a una caja de mandarinas. Y puede que uno de ellos esté, además, construyendo una maqueta de un barco mientras otro se toma un heladito. Parece mentira que todos formen parte de una trama hilada e interconectada, que haya algo que una dos ambientes tan distintos. Más aún cuando esta distancia (espacial y temática) se vive hasta en la jugabilidad.

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Aquí, de tranquis (captura propia)

Me explico. Recuerdo la primera vez que, por temas del guión, el juego me puso de patitas en Onomichi y, dándome una palmadita en la espalda, me dijo: “Hale, tienes tiempo libre, a divertirte”. Acostumbrada al horror vacui minijueguil de Kamurocho, cuando abrí el mapa y el único área de recreo que salió era el templo (¡nada más y nada menos!), me quedé anonadada. Poco después me di cuenta de que sí que había minijuegos de verdad. Pero aun así, no rompen la idea que me formé. Un buen punto de comparación son los minijuegos del cabaret club de Kamurocho y el bar de Onomichi. En el cabaret te dejas una pasta y hay un señor (muy pesado) que te llama la atención al segundo de haberse acabado el tiempo pagado. El bar, sin embargo, es mucho más barato y si quieres te puedes pasar horas jugando a los dardos o cantando en el karaoke.

Probablemente hay quien piense que le estoy buscando tres pies al gato. Pero lo cierto es que este escenario es de los pocos que recuerdo en el que se me ha olvidado correr. Me daba la sensación de que ir a toda mecha por este pueblo tan tranquilo estaba mal y además, ¿para qué?

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Inciso para decir que Onomichio, la mascota del pueblo, es el mejor (captura propia)

Quizá podría resumirse en que Kamurocho es una locura audiovisual de luces de neón y música estruendosa, de edificios altos, en la que se intuye que hay sol que ilumina de día. En Onomichi las calles son empinadas, enrevesadas, chiquititas. Y se puede ver el sol del atardecer brillando sobre el mar.

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GloomyMonday
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Bajista si la situación lo requiere.

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4 comentarios
Kitttsune
Kitttsune 03/07/2018 a las 10:15 pm

OH NO

GloomyMonday
GloomyMonday 04/07/2018 a las 1:11 am

Nice to michi!

Zak
Zak 08/07/2018 a las 9:53 pm

Eh! Yo he estado allí! Y puedo confirmar que el pueblo es lo más chill, relajante y lento del mundo. (Y he reconocido sitios ^.^!)

Gracias por el artículo

GloomyMonday
GloomyMonday 11/07/2018 a las 10:49 am

Qué genial, algún día me gustaría visitarlo también ^^

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