Wolfenstein II: nazido para matar

Wolfenstein II: nazido para matar

Cada vez que me siento a jugar procuro hacerlo en un estado de tranquilidad, sin cosas en la cabeza, tratando de disfrutar del videojuego, que es, al fin y al cabo, un producto de entretenimiento. Por cosas de la vida, no fue este el caso con Wolfenstein II: the New Colossus. El universo ha hecho coincidir en mi vida unas semanas de (bastante) estrés con la posibilidad de probar este título, ahí, todo mezclado. ¿Y si os digo que esto ha hecho resaltar aún más todo aquello que el juego, precisamente, quería resaltar?

No me malinterpretéis, no voy a sacarle las entrañas por ello, sino más bien todo lo contrario.

A ver

Wolfenstein II retoma el final de su predecesor, Wolfenstein: The New Order, con su protagonista, William Joseph «B.J.» Blazkowicz, un poco moñeco. Y así nos lo hace vivir el juego en sus primeros momentos, de una forma maravillosamente sencilla: recorriendo territorio hostil en una silla de ruedas, con todas las limitaciones que ello supone. Escaleras y verjas son los verdaderos enemigos en nuestra situación: lo que habría sido un acto cotidiano pasa a ser una odisea, y esto, queridos jugadores, resulta tremendamente angustiante.

A esto podemos sumarle la dificultad que le supone a nuestro protagonista sostener un arma o unos puntos de vida reducidos a la mitad: aquí el jugador casi puede notar el peso del arma que porta B.J.

Wolfenstein II es un juego grotesco: hay violencia, sexo, alcohol y drogas. Cercenaciones de extremidades y decapitaciones en primera persona, torturas y desintegraciones humanas. Hay también racismo, homofobia y odio visceral. Pero ojo, nada de esto es gratuito: todo tiene un porqué, un contexto y un papel en el desarrollo de la narrativa del título.

Moñeco

Y por supuesto, hay nazis. Más concretamente, nazis que dominan el mundo, desde aquella fatídica Segunda Guerra Mundial de la que salieron victoriosos. Armas en mano, y encarnando a B.J., alias “Terror Billy”, apodado así por sus enemigos, nuestra misión consiste en sacar adelante la Resistencia y última esperanza de la humanidad frente al imperio nazi e iniciar la Segunda Revolución Americana.

El desarrollo del juego se distribuye en dos partes: una acción frenética en la que podremos satisfacer nuestras ansias aniquiladoras, interrumpida por cinemáticas, desarrolladas en su mayoría en el “Martillo de Eva”, el submarino que hace las veces de base de la Resistencia, y tiempos de descanso en dicha nave. Y es en estos momentos de ocio cuando podemos interactuar con el resto de personajes: nos contarán su historia y nos mostrarán sus cicatrices, sus traumas y recuerdos, y terminarán de poner contexto a la historia.

Con estas partes, Wolfenstein II balancea a la perfección el descanso en Martillo de Eva y la acción: esta distribución funciona muy bien, alternando el cansancio que se pudiera generar en el jugador y la narrativa de descanso.

Hogar

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Se agradece también el hecho de que, para completar una misión, puedan tomarse distintas vías. Si bien todos los caminos conducen a Roma disparar nazis, existen varias alternativas posibles. Creedme cuando os digo que vais a disparar mucho. Mucho.

Los escenarios por los que nos movemos están perfectamente representados: una Nueva York en ruinas, evidencia de un ataque nuclear previo, pero sobre todo el silencio a nuestro alrededor. Las sensaciones de angustia, de sentirnos observados o de soledad aumentan exponencialmente con la ausencia de sonidos.

Wolfenstein II ofrece 6 modos de dificultad y uno extra en el que solamente contaremos con una única vida. Infinidad de coleccionables en forma de periódicos, BSOs, armas o simplemente logros, además de la posibilidad de revisitar cada nivel del juego, sus mecánicas e historia, hacen de Wolfenstein II: the New Colossus, una verdadera obra de arte.

Gracias a Bethesda, por la copia de prensa para Nintendo Switch proporcionada a TodasGamers.

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Allendil
Allendil @mujerador

Coleccionista de misiones secundarias.

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