Y por qué parece que esto no va a terminar pronto

¿Qué hago con tantas horas al Hades?

¿Qué hago con tantas horas al Hades?

Creo que a la velocidad a la que se publican en páginas de análisis y videojuegos, querer venir a hablar de Hades como la última buena nueva sería ingenuo. Sumado al hecho de que para hacer un análisis profundo y completo habría que encajarlo mejor en su(s) género(s), como roguelite (Moonlighter) con elemento hack-n-slash (Devil May Cry). Lo que acerca y a la vez diferencia de otros roguelites a Hades es su selección aleatoria de mazmorras dentro de cada uno de los niveles, pero sin un sistema de turnos y con la oportunidad de mejorar las características del protagonista de forma permanente fuera de la mazmorra. No recuerdo la última vez que jugué algo semejante a un hack-n-slash, y lo último más cercano al roguelite que toqué fue el Darkest Dungeon, el cual por lo que tengo entendido no está tan pegado al roguelite en cuestión.

En un primer momento empecé a jugar tanto por el arte como la promoción de Epic en la semana de lanzamiento del 1.0. Pensaba que sería un juego al que le daría una vuelta y luego pillaría polvo en mi biblioteca, pero aquí me encuentro, casi 200 horas después, sin saber cómo ni por qué. Bueno, la idea de este artículo es descubrirlo.

Vamos a resumir esto rápidamente: Hades es el último juego de Supergiant Games (Bastion, Transistor [analizado tanto por Darkor como por Meren] y Pyre), un roguelite donde controlamos a Zagreo, hijo de Hades, Señor del Inframundo. No tiene la mejor relación con su padre y no se ve muy a gusto dentro de los infiernos, así que decide escapar de ellos con ayuda de sus otros familiares, los recién conocidos dioses del Olimpo. Pero si con el género del juego no os habíais dado cuenta, no será un único intento de escape del diosecillo, ya sea por caer por el camino o por otras razones. Hasta aquí leeré en lo que se refiere a trama.

Siempre se le acaricia la cabeza a Cerbero. SIEMPRE

No puedo negar que parte de este enganche a Hades es por la historia, y especialmente por el desarrollo y la relación entre los personajes. La gracia; no obstante, reside en el cómo.

Hades va desenvolviendo lentamente todas sus posibilidades de juego. Al principio solo tienes la espada estigiana, pero tras unas cuantas vueltas, los podios de la sala previa a la dungeon se van llenando de otras armas desbloqueables: lanza, escudo, arco, puños y cañón. Unas cuantas (muchas) después se muestra que estas armas tienen diferentes “formas”, lo que el juego denomina aspectos, que se desbloquean con ese objeto que no sabías cómo se usaba llamado sangre de titán. Lo mismo ocurre con la mayoría de mecánicas de combate y de supervivencia dentro de cada escapada. Es legítimo decir que esto es lento y en muchos casos alargado de forma casi artificial (más la parte de historia que de mecánicas); sin embargo, crearon en mí hábitos. Costumbres, objetivos a corto y medio plazo. El margen para superarse es enorme: el mero hecho no de completar un viaje, sino de superar el Elíseo, es un gran logro, y tras este llegar al jefe final. Y tras esto, repetir la hazaña más veces. Lo que también es indicio de un gran muro de dificultad en la segunda mitad del conjunto de niveles y de la (muy) posible frustración en las partidas malas. 

Por norma general, cuando un videojuego “termina” (o ponen los créditos al final), doy la aventura por finalizada y paso a otra cosa o lo dejo “enfriar” antes de darle otra vuelta. Lo curioso es que tras salir los créditos de Hades, no sentía que mis cuentas con el juego estuvieran saldadas o que quisiera dejarlo de lado. Todo lo contrario. Mi verdadera experiencia con Hades empezaba ahí. Tenía ganas de seguir jugando, ahora sin la frustración de que, si moría, no avanzaría en la “historia principal” y me quedaría atascada hasta a saber cuándo. Podía caer a mitad de camino, pero a lo mejor había cumplido algún augurio y podía reclamar la recompensa, o con haber hablado con ese personaje cuya trama se me quedó sin resolver me valía (quedaos con esto, que hablaré de ello más tarde). Siempre había un objetivo externo, si no llegaba al jefe final no pasaba nada. Lo que no quiere decir que el equipo de Supergiant no haya dejado nada para el postgame y te tengas que satisfacer con la parte arcade sin ningún añadido más: están los aspectos ocultos de las armas (el cuarto y último girito que propone el estudio a estas) y los Pactos de Castigo. Estas últimas me han sorprendido por lo flexibles que son a la hora de poder personalizar la dificultad de cada run, si es eso lo que se quiere (con recompensa). Es cierto que el juego, mediante alguna frasecilla que otra empuja a que lo pruebes y vayas subiendo el “castigo” (o calor), pero nada te impide echarte atrás y quitar todo el calor o cambiarlo de sitio, y disfrutar de Zagreo intentando llegar a la superficie acompañado del increíble apartado sonoro del juego (o en mi caso, escuchar algún podcast de fondo).

Lernie, yo te quiero, pero esto es más lava que hidra

Esto sería el punto final si Hades fuera un juego que utilice para descansar la cabeza o descargarme sin pretensiones (que para eso recomiendo más A Monster’s Expedition), pero me lo tomo en serio. Cuando no estoy jugando a él le doy vueltas a cómo puedo mejorar tiempos o qué bendiciones podrían funcionar juntas, o estoy atenta a lo que hacen otros jugadores para probarlo por mi cuenta e intentar mejorar mis tiempos, esta vez con la clasificación de speedrun.com al lado. Nunca en la vida me había atrevido hacer speedrun de ningún juego hasta que llegó Hades. Yo me había categorizado como consumidora de maratones de speedruns, y normalmente veo de los juegos que me gustan, pero de verlo a intentarlo hay un trecho muy largo. Y muchas de esas horas se me caen por allí: reintentando una y otra vez, probando lo que parece funcionar a otras personas y encontrando lo que más se adapta a mi estilo o con retos que no parecen llegar a ningún puerto pero terminan siendo divertidisímos, por ejemplo, viendo qué rápido se puede ir con el “arma más lenta” del juego. Incluso en los días en los que no parece irme nada bien y creo que me doy por vencida definitivamente, al día siguiente vuelvo a intentarlo. Las costumbres y los objetivos siguen bien clavados en mi cabeza, porque he estado atascada antes y he conseguir salir de ahí, así que, ¿por qué esta vez no?

Ayuda bastante a volver el que, cada vez que muera, tenga que recorrer toda la morada y saludar a muchas de sus gentes, y que a su vez te animen a seguir intentándolo. Que hablando de les personajes secundarios, tarde o temprano me han encadilado todes. Ayuda bastante que Zagreo sea un trozo de pan que quiera ayudar a todo el que pille. Muchas de las historias entre los personajes parecen tener el mismo hilo conductor de resolver problemas de comunicación o de volver a juntarte con gente a la que querías. Me gusta ver cómo el resto de la morada florece contigo y que las asperezas se limen. Cada uno al final encuentra su sitio (o cómo crear su sitio) en este hogar tan extraño como es la Morada de Hades, “el infierno”.

Y yo, a la larga, también lo he conseguido: he cambiado el “infierno” por “hogar”, que la frustración no me ciegue sino que me abra a nuevas formas de intentarlo. Lo que parecían retos imposibles y muros inquebrantables ha pasado a convertirse en un reto que puedo superar una y otra vez, de diferentes formas. De personas desconocidas que me ayudan porque sí, a una compresión mayor de lo que me ofrecen, y el descubrimiento de sinergias que pueden hacer de cada viaje uno completamente diferente. Sí, me quedan metas por alcanzar, pero con calma. En este hogar no hay presión.

Cómprame un café en ko-fi.com

kelerele
kelerele

"No estoy muerta, estoy en alguna mazmorra de parranda. O escribiendo, que quién sabe con estos tiempos". Me puedes encontrar como @anus_kele en Twitter.

No hay comentarios
Deja tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.