Icono del sitio Todas Gamers

Si me encanta este juego ¿por qué quiero potar?

Hoy me permitiréis que me ponga seria y me aleje de las reseñas de videojuegos para contar una parte de mi vida gamer, que no deja de ser una parte importante de mi vida en general.

No recuerdo un momento de mi existencia en que no haya jugado a videojuegos.
El otro día rememoraba en twitter cómo a los ¿5? años me había obsesionado con un juego de tanques (de los que todavía iban en cinta) para el pc (por el pleistoceno superior… más o menos).
Jugué muchísimo online cuando la fiebre del Ragnarok, por allá por los 2000 y muchísimo más en casa (antes y después del Ragnarok). Primero con dificultoso acceso a videoconsolas prestadas (como Atari, la Playstation, nintendos varias…) y luego ya con Play2, Xbox y lo que cayese.

En aquellos tiempos los gráficos eran lo que eran y las pantallas también. Tal vez por eso no me di cuenta.

Comencé a sentir que algo no estaba bien jugando al Fallout 3, un juego en definitiva, no tan diferente a otras decenas que había disfrutado antes. Concretamente lo que comencé a notar fue que me ponía enferma.

No enferma como para alarmarme. Al menos al principio.
Sólo era una sensación de malestar que comenzaba con dolor de cabeza y una especie de mareo sordo, como el que tienes cuando das un par de vueltas muy rápidas sobre ti mismo. Pero podía seguir jugando. Y lo hacía, porque además ADORO el Fallout.
Pero después de jugar estaba incómoda, sin apetito y con mucho sueño.

Así comenzaron mis problemas. Porque todo fue a más.

Y siempre ocurría con juegos de gráficos realistas y en primera persona.

Pasé muchísimo tiempo enfadada conmigo misma y el mundo e incluso me llegué a culpar “ya está tu cerebro estúpido haciendo de las suyas”.

Pues no. Al parecer es algo que en mayor o menor medida le pasa a algunas personas. Se la ha llegado a confundir con la cinetosis (mareo y malestar debidos al movimiento) pero no es exactamente lo mismo.
Mi infierno personal se llama “enfermedad del simulador”.

El nombrecito molón, en plan ciencia ficción ochentera, viene porque los primeros casos se encontraron entre estudiantes de aviación que hacían pruebas en simuladores de vuelo.
Al parecer todo apunta a que el problema se origina por el desajuste entre tus ojos y tu oído interno (que es donde está el equilibrio)

Dramatización

-Ojos: ¡¡JODER, CÓMO MOLA CORRER POR EL CAMPO DETRÁS DE UN DRAGÓN, KOWABUNGA!!
-Oído: ¡PERO QUÉ DECÍS, IMBÉCILES, QUE ESTAMOS SENTADOS EN UNA SILLA!

Ahí está el problema. Que algunos somos más sensibles y nuestros cerebros no pueden coordinar las dos sensaciones a la vez.
¿Es peligroso? Pues no. No es una epilepsia, desde luego. Pero cuando QUIERES jugar y no puedes, duele.

En mi caso el día que peor lo llegué a pasar fue cuando decidí que esta mierda no iba a pararme porque –OH DIOS– necesitaba jugar el final del Portal 2.

Y lo jugué. Puesta de biodramina hasta las cejas y corriendo al baño a vomitar cada dos pantallas (preguntad a @lenguadeplata… fue una tarde en verdad entrañable). Por supuesto, aún hoy si alguien me susurra Portal 2 al oído me vuelven las náuseas.

¿Cómo me afecta esto en cuanto a juego a día de hoy? Bueno, me niego a renunciar a Mass effect, Dragon age, Fallout… intento no jugar en primera persona, sino en una tercera cercana. Que el personaje esté “al aire libre” me marea menos que cuando está en escenarios interiores (y los malditos refugios del Fallout con sus escaleras con giros hacia abajo son un capítulo aparte de horrores y sudor frío).

Juego con calma, y por supuesto juegos como Overwatch y Team Fortress no los toco ni con un palo (pese a que antaño jugaba al TF y me encantaba).

¿Los consejos que doy por si alguien está en mi misma situación? La biodramina ayuda. Estar todo lo lejos de la pantalla que puedas también (pero claro, si como a mí, te mola jugar de francotirador pues…). Que el monitor sea lo bastante pequeño como para que permita fijar la vista de vez en cuando en la pared te hará durar un poco más. Todo depende del grado, el aguante y el tiempo que logres engañar a tu cerebro.

¿Cura? Por desgracia de momento nada a la vista. Lo que tengo bastante claro es que la siguiente generación de juegos o nos arregla el problema con nuevos formatos y nuevas formas de interactuar con el programa, o nos aparta definitivamente de shooters y cosas modernas (Que si esa situación se diera yo misma formaría un club solo para gamers con esta problemática y lo disfrazaría de asociación tremendamente pedante… Algo en plan “solo jugamos a point and click, arcade clásico e indie chunguero mientras bebemos copazos de vino tinto». Sin arcadas al arcade, pienso llamarlo).

Y ya creo que puedo concluir esto. No voy a estirarme con tecnicismos médicos porque no soy profesional. La verdad es que me apetecía explicar mi situación y tal vez ayudar a alguien. Dar visibilidad a algo de lo que apenas se habla en nuestro mundillo y un par de consejos de cosas que a mí me han funcionado.

Así que ya sabéis. Id con cuidado, no desesperéis… y si todo falla nos vemos en el indie.

Salir de la versión móvil