O por qué la historia de este videojuego me pone muy triste
El duelo y la culpabilidad en Final Fantasy VII

08/05/2020 | akusokozan | 1 comentario
Empecé a escribir el esqueleto de este texto cuando aún estaba esperando que llegase Final Fantasy VII para pre-descarga. Lo retomé cuando, una semana más tarde, estaba a puntito de acabarlo. Y lo finiquité cuando terminé la historia principal del juego, un par de días más tarde. Por lo tanto, se vienen spoilers, tanto para el remake como para el Final Fantasy VII de 1997.
La historia de Final Fantasy VII la conocemos todos a estas alturas: el planeta se muere, una banda ecoterrorista intenta evitarlo, la corporación mala malísima que controla todo tiene en su poder un extraterrestre milenario que quiere destruir el planeta, un supersoldado es poseído por el extraterrestre, etcétera, etcétera. Los personajes que manejamos tienen (o más bien se imponen) la misión de salvar el mundo, pero no son vistos como héroes ni al final de la historia. Ni siquiera ellos mismos se identifican con el arquetipo de héroe tradicional. Y de eso mismo vengo a escribir. Bienvenidas a mi TED Talk de Final Fantasy VII, donde indagaremos sobre las muestras de duelo, culpa y expiación de estos personajes tan especiales para alguna gente.
La saga de Final Fantasy tiene ciertas características comunes en todos los juegos que los unen. Nuestros héroes siempre tienen que salvar al mundo de un mal tan grande que no les queda más remedio que enfrentarlo. En las primeras entregas de la saga, estos héroes son aclamados por todo el mundo, en cada pueblo que visitan los ciudadanos depositan todas sus esperanzas en los personajes principales, y ansían que se alcen victoriosos contra ese mal. De la rama principal de la serie anteriores a FFVII, los únicos nombres que me vienen que no se ciñen a este caso son Kain en Final Fantasy IV o Celes en Final Fantasy VI. Kain es un malo maloso que al final se pasa al bando de los buenos. Se redime de sus actos anteriores y se le acepta entre el resto de héroes. Por otro lado, Celes pasa de ser una marioneta del Imperio a la oposición activa de los Replicantes. De nuevo, ella es un personaje que se redime y se le perdona por ello. El enemigo puede expiarse y convertirse en un paladín caballeroso, fácil.

Más polígonos, pero los mismos dramas
¿Puede el bueno ser también de los malos? En Final Fantasy VII, durante las primeras horas del juego original (siendo la única premisa de la entrega del remake) nuestros personajes son un grupo ecoterrorista llamado Avalancha. Su misión es bombardear las centrales energéticas que sustentan la megalópolis de Midgar… “por el bien del planeta”. El mensaje es claro desde el primer momento: una sociedad codiciosa que extrae demasiado del planeta acabará con los recursos naturales, y por tanto con la sociedad y el planeta en sí. Nuestros “héroes”, lejos de los caballeros y brujas que teníamos en entregas anteriores, ahora son un grupo de terroristas en una ciudad metalizada y oscura que no tiene nada que ver con la estética que seguían los juegos que lo preceden. El bombardeo de los reactores en las primeras horas de juego se convierte en una cuestión delicada y que define a los protagonistas en el curso del juego, y en entregas posteriores de la extensa compilación del mundo de FFVII. Las explosiones, y todo lo que implicarían en el mundo real (lucha armada, activismo extremo, separación de clases, etc.) es un tema demasiado grande y delicado para este artículo, aunque sí me quedo con las consecuencias emocionales que permanecen como secuela en los personajes.

El propósito de la primera mitad de este artículo en una captura de pantalla
Muchas de las personas que mueren en las explosiones causadas por Avalancha no tienen nada que ver con esa lucha. Cuando bombardean el primer reactor, en segundo plano aparecen las consecuencias de ello mientras los personajes principales inician su huida. Incluso los NPCs hablan de que “podrían haber actuado de noche, porque habría más gente a salvo en casa”. Las consecuencias de todo ello se ven mucho mejor en el remake, donde ya no es solo una pantalla con NPCs corriendo asustados; ves una ciudad entera colapsada, gente llorando y niños asustados. Mientras Cloud emprende su retirada tras escapar del reactor, es testigo en primera persona de todo lo que ha pasado. Todos los miembros de Avalancha quedan impresionados por el alcance que han tenido sus explosivos. Y, aunque como jugadores podemos ver que los daños causados no son completamente culpa de sus bombas, ellos y el resto creen que toda la ruina causada es por culpa de su organización y sus acciones.
La causa de Avalancha es noble: el planeta necesita recuperar su energía vital, no podemos extraer más mako del planeta. Una lucha así no se gana hablando con Shin-Ra, la corporación a la que pertenecen todos los reactores, hay que pasar a la acción. Los personajes se justifican a sí mismos, como Barrett mencionando que lo hace para que Marlene (su hija adoptiva) tenga un futuro. Pero la gente que muere en las explosiones de los reactores no son los corporativos que causan esta situación; son gente que viven en la parte inferior de una placa que divide las clases sociales de forma física, gente que tiene la suerte o desgracia de tener que trabajar para Shin-Ra para sobrevivir. Son gente que está tan perjudicada por la situación como Avalancha. Al final, y como en la vida real, los que sufren las consecuencias son otros menos privilegiados. Hubiera sido diferente si, por ejemplo, en lugar de colocar los explosivos en los reactores de mako, Avalancha los hubiese colocado en las últimas plantas del edificio Shin-Ra, y yo seguramente no estaría aquí escribiendo esto porque no habría tanto sentimiento de culpa sobre los personajes principales.

El metro no está tan lleno si llevas una espada gigante
Esa es una de las primeras impresiones que deja Final Fantasy VII. Los personajes que llevas no son héroes. No son gente divina ni infalible. Han actuado en consecuencia de lo que creen justo, y tras hacerlo tienen que lidiar con lo que queda. El sentimiento de rechazo y hostilidad queda reflejado muy claramente tanto en la entrega original como en el remake. En el original, la gente del sector 7 tiene miedo de Barrett y su brazo pistola, y los vendedores tartamudean nerviosos cuando tu grupo se acerca a comprar provisiones. En las noticias (aunque es también promovido por Shin-Ra), Avalancha es un grupo terrorista que ha matado cientos de personas, y Shin-Ra es la compañía salvadora. Cuando vas andando por los sectores en el remake, escuchas comentarios y murmullos sobre la tragedia que ha causado Avalancha, cómo la gente ha perdido sus trabajos, amigos y familiares por culpa de sus actos. Nuestros héroes no son héroes; son terroristas, y además prófugos, que no van a ser aclamados allá por donde vayan. Han matado gente inocente, gente que no tenía nada que ver con la causa y que simplemente estaban en medio, y tienen que lidiar con los consecuentes sentimientos de rechazo y culpa. Obviamente, el remake se expande con esto también, y los de Avalancha trabajan en cubierto en el sector 7, donde son queridos por las acciones que hacen de cara a la comunidad. Tifa es un ángel caído del cielo para los paisanos, y también descubrimos cosas sobre el resto de integrantes de la banda que los humanizan, como que Jesse es una actriz o Biggs ayuda en un orfanato del sector 5.
Cuando dejamos atrás Midgar y la historia se expande, la lucha también lo hace. La corporación Shin-Ra resulta ser un enemigo secundario, y nos remontamos a hechos anteriores a los hechos del juego, sobre un extraterrestre parásito al que llaman Jénova que acabó con la raza antigua de los Cetras con la intención de invocar un meteorito que destruya el planeta. Con los genes de ese ser maligno, Shin-Ra decide crear supersoldados que les faciliten su expansión global para la extracción de mako, la energía del planeta. Hojo, el científico loco de turno, utiliza a su propia esposa y a su hijo nonato para crear uno de estos supersoldados, que resulta ser Sefirot. Pasan cosas™, Sefirot se entera de sus orígenes (aunque no del todo) y se le va la cabeza. Acaba pasando por la espada a todo el pueblo de Nibelheim, el pueblo natal de Tifa y Cloud, y muere (más o menos). Sefirot queda como un héroe de guerra ante los ojos de todo el mundo, ya que Shin-Ra oculta todo lo que pasa en Nibelheim.

Cloud, sintiéndose mal por cosas desde 1997
Sefirot, ese héroe de guerra, al que todo el mundo aclamaba y que era admirado por jóvenes y mayores, termina siendo un ángel caído que trae la desgracia a todo el mundo. Nadie sabe nada de los hechos de Nibelheim cinco años atrás, y nadie sabe cómo murió Sefirot. Su recuerdo hasta el momento en el que arranca el juego es que es un héroe idolatrado, lo opuesto a los miembros de Avalancha. Si comparamos las muertes de Sefirot y Zack, por ejemplo, vemos la injusticia del recuerdo que queda de ambos. Zack es el niño bonito de la saga, con el alma tan pura y bondadosa que le hace competencia a Aeris. El amigo y protector de Cloud hasta la muerte (literal) es el protagonista de FFVII Crisis Core. Hace tantas cosas buenas, tanto en Crisis Core como en otras partes de la compilación, que es difícil no quererlo. En el juego original conocemos su historia a través de otros, como el propio Cloud, Aeris o incluso sus padres. Aun así, mientras Zack muere a las puertas de Midgar defendiendo a un Cloud con un pie en la tumba y la cabeza ida, con todo Shin-Ra persiguiéndolo como enemigo público número uno; Sefirot muere para todos como un héroe de guerra que adquirió tantos logros militares que el hecho de asesinar todo un pueblo queda anecdótico para la cúpula de Shin-Ra, que son básicamente los únicos que saben lo ocurrido.
Como vemos, la historia va haciéndose más grande que el grupo de Avalancha, y nos trae personajes como Vincent, Cid o Yuffie. Personajes que muestran la culpa, la redención, y el rechazo a aceptar las consecuencias. Cloud, aun sin saberlo durante gran parte del juego, carga sobre sus hombros el legado de Zack, ese valiente amigo y bravo soldado que se sacrificó para que él pueda vivir. A pesar de ese gran sacrificio que Zack realiza por Cloud, él apenas recuerda ese tiempo de su vida. Una muerte más que, una vez se descubre toda la verdad de lo que pasó con Sefirot y Zack en Nibelheim, Cloud se carga a sus hombros. Desde el momento en que Zack muere por él, Cloud pasa a vivir una vida que no es suya. No le correspondía a él ser el mercenario que Avalancha contratase, no tenía que ser él la persona que cae por el techo de la iglesia de Aeris, no le correspondía a él enfrentarse a Shin-Ra y a Jénova, y su personalidad no es ser un tío seguro de sí mismo. Cloud vive una vida que no siente propia, y una vez es consciente de eso, dicha culpa le mata. ¿Cómo puede vivir una persona con la carga de que todo lo que tiene debería ser de otro? Así como asume la culpa de la muerte de Zack, asume la muerte de otros tantos: la gente anónima que muere en las explosiones, sus compañeros en Avalancha, todos aquellos que sufren y mueren cuando Sefirot y Jénova vuelven… y, por supuesto, Aeris.

La gestión emocional de Sefirot no es la mejor
La muerte de Aeris es un acontecimiento que afecta a todos y cada uno del resto del grupo. Ella es bondad, es alegría, y un soplo de aire fresco en los tiempos que corren; la flor que crece en la adversidad. La existencia de Aeris es la excusa final para justificar todo el mal anterior que Avalancha ha causado. Su legado como la única Cetra con vida y su conexión con el planeta y la Corriente Vital son las armas más poderosas del grupo en la lucha contra Jénova y Sefirot. Ella saca el lado humano de Cloud, protege a todos e infunde ánimo y ganas de seguir a todo el grupo en su búsqueda para detener a Sefirot. Tiene la clave para vencer tanto a Sefirot y Jénova como al meteorito que convocan, y en ella reside el principal apoyo moral de los protagonistas. Porque mientras Aeris siga viva, hay esperanza y se puede ganar. Pero es asesinada. Aeris muere y se va con ella toda esperanza. En un mundo donde nuestros personajes son odiados y vistos como todo menos como héroes, la única persona que podría arreglar todo eso desaparece. Todos sus compañeros de viaje se golpean el pecho y entonan un mea culpa, pero Cloud el que más, ya que es su encuentro inicial es el que desencadena todos los hechos. El mercenario añade otra cifra a su recuento personal de muertes, y lidia con ello de la peor forma posible. Cloud piensa que no tendría que haber dejado a Aeris fuera de su alcance, no tendría que haber dejado de protegerla. Porque cuando eso pasa ella muere, y es algo que le lleva años poder perdonarse a sí mismo.
Similar al caso de Cloud es el de Vincent, por ejemplo. Vincent también se culpa a sí mismo de la muerte de una persona muy querida para él y, en lugar de redimirse, para lidiar con ello decide esconderse de todos y de todo, porque la muerte para él no es una opción. Solo reacciona y decide convertir ese dolor en algo más cuando su única motivación, acabar con Hojo, se presenta delante de él cuando Avalancha da con su escondite.
Y así podría seguir con todos los personajes que componen el grupo protagonista: Tifa y sus remordimientos sobre Nibelheim y Cloud; Barrett y su responsabilidad por las acciones de Avalancha y lo ocurrido en su ciudad natal; Cid y sus sueños truncados de los que se desahoga haciendo daño a su ayudante; Yuffie y su frustración por el estado de su ciudad tras la guerra…
Todos esos sentimientos de culpabilidad y duelo están más o menos justificados. Este grupo de gente no son salvadores caídos del cielo; han sido y son asesinos a sueldo, terroristas, soldados y ladrones. Pero son también un grupo de gente consciente de lo que han hecho, lo que ha pasado y las consecuencias que el mundo ha sufrido con sus actos. Lidian con ello de la peor forma posible, algo que se ve mucho con la película de la compilación, Advent Children, pero asumen toda la culpa como suya. Estos personajes pasan por un trauma tras otro, sin buscar apoyo o hablar de ello. Eso les dificulta superar la carga que llevan por dentro, y alarga el tiempo de sanación, incluso agravando su estado mental aún más.
La compilación de Final Fantasy VII, entre otras cosas, gira en torno a ese viaje de dolor y culpa de los personajes del juego original. Los seguimos a todos a través de esos textos, juegos, minijuegos, películas y animes que se han publicado sobre Avalancha, Shin-Ra y Jénova. Conocemos la historia de Zack, el pasado de Vincent, la progresión de Yuffie y la recuperación lenta y dolorosa de Cloud y Tifa. Y también vemos su historia a través de otros ojos, otras perspectivas que no dejan de reflejar ese sufrimiento. La premisa de Final Fantasy VII de que este grupo de desgraciados pasa por infierno tras infierno para alcanzar una paz que nunca llega es estirada al máximo con cada entrega de la compilación, y todo esto es una de las cosas que hace especial esta entrega. Espero que os haya gustado esta TED Talk.
Reina de la procastinación. Juego a cosas, escribo de cosas y leo sobre cosas. The Witcher 3 me absorbió el alma y desde entonces no he sido la misma.
Me ha parecido un artículo increíble, después de años y años sin haber jugado el FF VII original, solo me quedaban los recuerdos de algunos eventos (que se ha encargado de refrescar el remake), así que leer todo esto ha supuesto una especie de mind blown, de razón por la que este juego se quedó tan dentro de mí y me marcó hasta el punto de haber interiorizado su universo. La complejidad de los personajes y todo lo que les rodea es algo fascinante, un trabajo de guión cyberpunk fuera de temporada que no me extraña que se haya quedado enraizado en nuestras mentes.
Ahora a esperar añitos y añitos hasta que sigan saliendo las próximas entregas del remake! :__D