Reseña: The Primals, álbum debut
Eorzean Steel: Final Fantasy XIV y Power Metal

17/09/2018 | mirandaikon | 3 comentarios
Todas las imponentes batallas contra los primals en FFXIV, lo más cercano a las memorables boss battles de sus predecesores offline, tienen una cosa en común: un tema extraordinario de la mano de Masayoshi Soken.
Soken, que también llegó a trabajar en las bandas sonoras de Dawn of Mana y Drakengard 2, tuvo el complicadísimo trabajo de crear un tapiz musical completamente nuevo para un universo tan establecido musicalmente como lo era el Final Fantasy XIV de Nobuo Uematsu; una Eorzea orgullosamente rebosante de los sonidos de uno de los compositores de música para videojuegos más reconocidos dentro y fuera del mundillo, tanto que a menudo se pueden escuchar sus piezas en estaciones de radio de música de cámara y orquesta.
Uematsu nos ha dado piezas de combate tan memorables como Battle in the big bridge (FFV), Battle with the four fiends (FFIV) y The man with the machine gun (FFVIII) que cuentan con infinitos remixes y covers en Internet, y sus piezas para la segunda incursión de la franquicia al mundo de los juegos en línea ya contaban con versiones orquestales y se tocaban alrededor del mundo en el marco de los conciertos Distant Worlds: Music from Final Fantasy; piezas tales como Navigator’s glory y Twilight over Thanalan ya se podían contar dentro de las más populares de la mitología musical de Final Fantasy y cualquiera que tuviera la tarea de hacer la banda sonora para A Realm Reborn, el segundo aire de FFXIV, tendría que verse intimidado por su antecesor.
Pero Masayoshi Soken no solo consiguió pasar meramente esta durísima prueba con un notable trabajo que a la fecha incluye cerca de cuatrocientas piezas originales, sino que a su vez consiguió que sus composiciones tomaran lugar junto a las de Uematsu con la dignidad que sus ambientaciones tan poderosas y llenas de vida merecen. Torn from the Heavens y Heavensward de Soken ya forman parte del repertorio de Distant Worlds y su banda sonora de FFXIV ya cuenta con múltiples discos de arreglos oficiales y extraoficiales. Uno de estos arreglos oficiales, From Astral to Umbral, un magnífico disco en el que entre sutiles versiones de piano y potentes arreglos metaleros revisita los sonidos de Eorzea, nos ofreció un primer vistazo a la banda que Masayoshi Soken había formado recientemente para interpretar este lado de su visión musical: The Primals, banda que nos presenta ahora su primer álbum formal.
La portada del disco muy a lo Final Fantasy
Al lado de GUNN, Eikichi Iwai, Tetsuya Tachibana y Koji Fox; Soken interpreta en un claro homenaje al espíritu del power metal cada uno de los temas de los Primals con los que la banda comparte nombre. Leviathan, Titan, Shiva, Garuda, Ramuh… todos los miembros del panteón de Final Fantasy XIV están representados en las 17 (+1 sorpresita especial) intensas y enérgicas pistas de su álbum homónimo.
El disco abre con Primal judgement, la única pieza contenida que pertenece a Uematsu y que en el juego sirve como introducción a las batallas contra los primals, es también nuestro preámbulo para entrar de lleno a los fantásticos coros de Through the maelstrom, tema de Leviathan, a la que le siguen Oblivion, tema de Shiva y famosa por su referencia a Frozen de Disney, y Thunder rolls, que rompe el momentum del disco con su ambientación mucho más pacífica. En este tema de Ramuh las guitarras y batería de rock más bien clásico armonizan de manera espectacular con la voz de Akane Ikuya, quien también se escucha en Fallen angel, tema de Garuda, que nos trae de vuelta al trepidante estilo del álbum con una intro narrada, tan dramática y teatral como el grito de “Now Fall” que la interrumpe para golpearnos de nuevo con unos riffs de guitarra que nos regresarán en el tiempo a esos imperdibles trabajos de The Black Mages, la banda precursora de los arreglos, en su caso en metal progresivo, de Final Fantasy.
Under the Weight, tema de Titan, es, debo admitir, mi pieza menos favorita del disco. Aunque los cantos que representan a los súbditos del primal de la tierra al ritmo de “Bow down overdweller” me traen muy buenos recuerdos de la primera pelea del juego que requiere verdadero trabajo en equipo, los vocales pueden ser un poco torpes y cursis en momentos, tan cursis que aun en un disco que en esencia es power metal, el género de los dragones, los caballeros y los magos, te hacen ruborizarte un poco.
El tema del rey Thordan, Heroes, es un recordatorio de que incluso las batallas más lineales y aburridas del juego tienen acompañamientos musicales de primer nivel, y Unbending Steel, tema de Ravana, consigue el mismo efecto que al jugar contra él, un sentimiento de desconexión y familiaridad simultáneas con el resto del álbum, en gran parte debido a sus vocales graves y sombrías. Unbreakable y Revenge Twofold, que no pertenecen a primals en específico, son un par de muy bienvenidos interludios instrumentales a los que les sigue Fiend, el controvertido tema de Sephirot, una pieza mucho más industrial que sus compañeras y que muy fue mal recibida por la comunidad al ser sospechosamente parecida a When Worlds Collide de Powerman 5000.
El álbum cierra con una decisión muy cuestionable que por lo menos a mí me hace pensar que había que llenar un tiempo muy específico. The Primals han decidido terminar con un viaje completo por cada uno de los temas de los que consta la odisea con Alexander: El instrumental Imagination; Metal en su versión normal y Brute Justice Mode, Exponential Entropy, la pieza más larga del disco marcando 5:25, una muy torpe forma de crear anticipación para Rise y Locus, dejándonos un total de 24:45 minutos dedicados únicamente a esta parte muy específica de Heavensward.
Si la intención de Soken era recordarnos lo molida que termina una luego del grind con estos raids a través del hartazgo con temas que si hubieran sido tratados de otra forma nos habrían dejado con un mejor sabor de boca, vaya, pues lo ha logrado. Pero al final de toda esta pesadez nos espera un oasis: Oblivion (Never Let it Go Version), de nuevo jugando con las referencias a Elsa, esta versión acústica del tema de Shiva que ya habíamos encontrado en Duality, el disco anterior de arreglos de Soken; es una forma muy refrescante de darle punto final a la obra. Acompañada de cuerdas y sonidos más bien relajantes, una interpretación mucho más domada del tema del avatar del hielo nos saca del trance del frenético combate en el que hemos estado por más de una hora y nos regresa a un estado de paz que se siente precisamente como el alivio instantáneo al derrotar a cada uno de estos primals que acabamos de revisitar.
En general, el álbum recicla varias tomas de trabajos anteriores de Soken, principalmente Duality, pero es suficientemente fuerte para pararse por su propio mérito como el álbum definitivo de FFXIV para tener en la colección de arreglos de bandas sonoras. A su vez, es imposible no hacer una comparación inmediata con The Black Mages, pero el trabajo de Uematsu en su banda de metal progresivo es tan único, en parte gracias a las tantas décadas de experiencia, que resulta injusto compararlo con el trabajo del rostro menos experimentado de la franquicia. Habrá que esperar a que Masayoshi Soken madure un poco más para ver el nivel de trabajo que puede traer a un universo tan vasto y repleto de música extraordinaria como lo es Final Fantasy.
Cocinera e investigadora, obsesa del análisis de cultura pop; vive en Guadalajara, México, enseñándole a la gente a no terminar como ella.
Etiquetas: A Realm Reborn, Banda Sonora, Final Fantasy XIV, Heavensward, música, metal, OST, Soundtrack, square enix, The Primals
¿Por qué? ¿Por qué le han hecho eso a mi Titan? :'(
Gustos a parte, la música de FF es brutalísima, una currada siempre. Me encanta porque me parece una parte importante de todo juego que no deben descuidar. Muchas gracias por traernosla.
Y la verdad es que Square-Enix siempre ha tenido excelentes compositores!, en cuanto a Titan, bueno ya, la canción no es mala, solo daría mucha pena corearla en voz alta XD, gracias por leer!
A veces hago grupo para ir a por Shiva solo por escuchar Oblivion. ¡Qué maravilla!