Una entrada amena al mundo de la filosofía

Análisis de Summerland

Análisis de Summerland

Una habitación tenuemente iluminada con un teléfono antiguo en medio. Eso es todo lo que vemos cuando comenzamos a jugar Summerland, un videojuego indie en primera persona en donde, al mismo tiempo que nos adentramos en la vida de Matthew P. (un comisario recientemente viudo), exploramos profundos dilemas filosóficos tales como los límites de la ética y la moral, las divisiones entre cuerpo y alma, y las fronteras entre la vida y la muerte. El juego, desarrollado por el estudio estadounidense FYRE Games y publicado a finales del 2020, se encuentra gratis en Steam y si bien se estima que el tiempo que nos lleva acabarlo ronda las dos horas, los dilemas y preguntas que nos propone nos siguen interpelando aún cuando concluimos la partida.

Sin lugar a dudas, la incertidumbre y el misterio son los principales atractivos de este juego. La línea narrativa de Summerland se va construyendo a medida que jugamos y vamos descubriendo detalles y secretos de la biografía del personaje principal. Como si fuese un espejo estallado, cada prueba o mini-juego que debemos atravesar se corresponde con un fragmento narrativo que ayuda a reconstruir la figura e identidad del protagonista. De alguna manera, Matthew ha terminado en una simulación que recrea momentos específicos de su vida, y que lo han llevado hasta el punto en el que se encuentra al inicio del juego. Solo se comunica por teléfono con una voz de aspecto siniestro que trata de entender sus pensamientos y juzgar su accionar. En un principio, no acabamos de determinar si se encuentra vivo o muerto o por qué se encuentra allí.

Debido a los mandatos de esa voz, nos vemos obligados a transitar un pasillo de apariencia enigmática y entrar a cada una de las puertas que allí se señalan. Debemos respetar un orden cronológico y secuencial que va del uno al ocho y se corresponde con la línea temporal biográfica del protagonista. Las tareas que debemos desempeñar varían tanto como los escenarios en los cuales nos movemos: pasamos de una escena del crimen en el exterior a la apacible vivienda del protagonista, una lavandería o el refugio secreto de unos narcotraficantes. Esto sucede porque, tal como lo indica la premisa inicial, debemos atravesar ocho puertas que nos harán revivir momentos clave y decisivos en la vida de Matthew. En cada escena, debemos resolver pequeños puzles que implican explorar los espacios y recolectar objetos que luego usaremos para superar las distintas pruebas. Destrabaremos puertas, recolectaremos las pistas de un asesinato, borraremos huellas digitales, alimentaremos a un niño pequeño, solucionaremos una pérdida de agua en un sótano, entre otras actividades vinculadas tanto al orden del policial como a la vida cotidiana.

Summerland - Pasillo lleno de puertas

Así luce el pasillo que debemos recorrer: ocho puertas a los costados y un único desenlace al final de la habitación

No obstante, el juego no solo se limita a explorar escenarios clave en la vida del protagonista, sino que, además, la voz en off nos insta a atravesar nuevos desafíos, pero esta vez de índole filosófica. Antes de pasar a nuevas escenas, el director de la simulación nos conduce a una nueva locación: un living iluminado tenuemente por el crepitar del fuego, acompañado de sillones y bibliotecas cargadas de libros. En el centro de la habitación, nuevamente se encuentra un teléfono antiguo de color negro. La llamada no tardará en llegar, y allí se nos planteará un debate filosófico que deberemos responder. A partir de estos dilemas, Summerland dialoga con diversas perspectivas de la filosofía clásica, moderna y contemporánea: el utilitarismo de Bentham se enfrenta así al imperativo categórico de Kant, al mismo tiempo que la esencia humana naturalmente dadivosa se confronta con el egoísmo como respuesta natural, entre otras propuestas interesantes. De esta forma, a medida que avanzamos, el juego nos propone tres dilemas éticos y morales diferentes para resolver.

Por ejemplo, se recupera el llamado «dilema del tranvía«: un tranvía se dirige de forma directa a atropellar a cinco personas, sin embargo si el maquinista decidiera cambiar la dirección del vehículo acabaría atropellado solo a una persona que se encuentra en el riel contrario. Este problema ético, ideado por Philippa Foot y explorado ampliamente por Judith Jarvis y Peter Unger, pone en juego las nociones de culpa, destino e intervención humana. Este primer conflicto moral que se plantea en el juego nos invita a interiorizarnos con distintas perspectivas filosóficas, considerar de qué lado del debate nos encontramos y votar en una palestra nuestra decisión final. Para lo cual, tanto a la izquierda como a la derecha del teléfono negro se encuentran dos botones de luz roja, si hacemos clic sobre alguno de ellos se pondrá en automáticamente en verde. El color rojo implica disconformidad, y el verde confirmación, la decisión es irreversible y solo puede elegirse una sola opción. Esto nos permite una interacción directa con la propuesta teórica que luego también se hallará de forma implícita en la narrativa y desarrollo del juego.

Summerland - Salón con chimenea y dos pulsadores

Las palestras son acompañadas por imágenes ilustrativas a la postura filosófica explicitada por la voz en off. Al presionarla advertimos el cambio de color rojo al verde

Sin lugar a duda, fondo y forma —en otras palabras: contenido y apariencia— se complementan mutuamente en este videojuego. Además de las propuestas y dilemas que se plantean en esta sala acogedora al calor del fuego, otros aspectos y preguntas filosóficas recorren la totalidad de Summerland. Por ejemplo, todos los personajes que nos encontramos en los escenarios (desde colegas y compañeros de trabajo hasta el hijo de Matthew) se presentan como siluetas brillantes. Nunca conocemos las caras de los personajes no jugadores. Todos son una serie de puntos brillantes de colores claros. Esto, implícitamente, pone en cuestionamiento las diferencias entre cuerpo y alma. No asistimos a representaciones corpóreas de los personajes, no obstante trabajan, conversan, aprenden y dialogan con nuestro personaje. No olvidemos que el alma, su existencia y definición, es uno de los problemas filosóficos más antiguos, trabajado desde Platón hasta nuestros días.

De esta forma, el videojuego de FYRE Games nos invita a conocer por primera vez o revisitar —en el caso de que ya los conozcamos— algunas de las cuestiones filosóficas más incisivas con respecto a la existencia humana y la vida en sociedad. La vida de Matthew termina por indignarnos —no quiero spoilearles pero verán que muchos aspectos de su historia resultan cuestionables, amorales o incluso ilegales— y conmovernos en partes iguales, y pone en jaque nuestras propias convicciones. Nos hace pensar hasta dónde llegaríamos en situaciones de desesperación y preguntarnos si realmente los fines justifican los medios, como ya proponía Nicolás Maquiavelo, representante de la filosofía renacentista y considerado padre de la Ciencia Política. Se trata, así, de una entrada amena al mundo de la filosofía y las ciencias sociales, acompañada por un relato atrapante y mini-juegos entretenidos.

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