Are ya winnin’, son?
Mil maneras de vivir los concursos de cosplay

25/09/2022 | Alystrin | No hay comentarios
Hay muchísimas maneras de vivir el cosplay. Algunas personas son felices simplemente poniéndose el traje o caracterizándose de su personaje favorito, pero hay quien quiere más. Por eso en los eventos de ocio alternativo que se precien (los llamados “Salones del manga”) suelen organizarse concursos para estos menesteres.
Los concursos se realizan no solamente para premiar el esfuerzo de quienes van con su disfraz al salón, sino también como reclamo. El cosplay es algo muy colorido y llamativo, muy atractivo para visitantes. La gente que concursa, además, suele pagar su entrada (y la de la persona que viene a echarle un cable), con lo que hay mayor ganancia. Digo “suele pagar” porque hay eventos en los que quienes participan en el concurso tienen la asistencia incluida, valorándose así el esfuerzo extra y la aportación que hacen al acontecimiento.
Plantearse la afición como algo diferente a vestirse y lucir cuerpo serrano no parece, a priori, algo particularmente complejo. Pero, por mucho que queramos pensar que simplemente es subirte a un escenario con tu traje, hay más cosas detrás. Es importante, en primer lugar, que nos conozcamos bien, con nuestros aspectos psicológicos positivos y negativos. Porque no somos seres de luz. Si sabemos nuestros puntos débiles, será más fácil diseñar estrategias de afrontamiento ante lo que se nos viene encima.
Una de las cosas fundamentales es saber a qué nos presentamos. Hay dos tipos de competiciones: las de actuación y las de pasarela, cada una con sus normas. La primera, como cabe esperar, busca una interpretación con (habitualmente, no siempre) menos exigencia en cuanto a los trajes. Es decir, no puedes ser una farola inexpresiva por bien bonito que lo traigas todo puesto. Las pasarelas son más amables en ese aspecto, al no requerir que actuemos como el personaje si no queremos, pero buscan mejores disfraces. Siempre es fundamental leerse las normas y cumplirlas a rajatabla. Y, por supuesto, utilizar el sentido común. Aunque no haya una regla específica sobre armas reales, no se me ocurriría ir con una navaja afilada. O no debería.

El jurado de FicZone 2022, listo para valorar cada participación. Fotografía: Irene Kuroi
Por supuesto, otro punto importante es la selección del traje. Lo más habitual en las competiciones es que tenga que ser algo que hayamos creado personalmente, al menos en su mayor parte. Si ya lo tenemos hecho, ¡un problema menos! El lío viene cuando no. Porque tan importante como participar es planificarse. En este punto, mi recomendación personal es que, si queremos llevar un cosplay a un evento concreto, lo empecemos con tiempo. Y con más del que pensamos que necesitamos, sobre todo si son nuestros primeros pasos. En todos y cada uno de los concursos hay gente que se ha quedado noches sin dormir la semana anterior para poder terminar el traje. Porque quiere llevarlo. Y es normal, pero no es sano. Ya habrá otro salón, otro evento, otra situación idónea muy pronto (salvo pandemia o catástrofes imprevisibles). Y, por supuesto, otro tema básico de salud es no saltarnos no solo horas de sueño sino tampoco comidas porque queremos perder peso rápido y que nos quede como deseamos. Nadie en sus cabales disfruta desmayándose de inanición en un evento.
Habitualmente, el jurado nos revisará antes de realizar nuestra performance, sea cual sea. Mucha gente intenta ser demasiado modesta, y nuestra autoestima nos dice que, estando rodeados de tantos artistas con talento, nuestro traje es más bien triste. Pero es el momento de brillar. Todos los cosplays tienen puntos positivos y negativos, y aunque sea el primero que haces, ¡es tu obra! Nada de decir que es un desastre o que no es gran cosa. Resalta sus cualidades, lo que has aprendido, las técnicas utilizadas y cómo te sientes al llevar el personaje. Explícalo como si les mostrases un baptisterio romano paleocristiano del siglo I después de Cristo. Es tuyo, siente el orgullo que mereces. Eso sí, la verdad por delante. Los trajes comprados suelen notarse mucho y si te lo ha hecho otra persona y te pillan, quitarte esa fama te va a costar. Las mentiras hacen llorar al niño Jesús y enfadan mucho a los jueces.
Los nervios pre-escenario son muy habituales. He visto llorar a mares y a gente encantadora transformarse en la encarnación del Grinch. Pero, sobre todo, hay cansancio. Te aprietan los zapatos, la peluca se mueve y hay una costura que ha decidido soltarse en mal momento. No hace falta ser una piña y cantar el kumbayá, pero tampoco hay que ser desagradable con el resto de participantes. Y si alguien necesita ayuda (un bajón de tensión, por ejemplo), pues se le echa una mano. Esto no son los Juegos del Hambre.

Si no nos lo pasamos bien, ¿para qué hacemos cosplay? Autoría desconocida. Metrópoli CómicCon Gijón
Una vez terminado nuestro paso por el escenario, podemos seguir con nuestro traje puesto o podemos arrancarnos todo mientras gritamos “¡LIBERTAD!”. Es elección nuestra, y a mucha gente le gusta luego aprovechar el rato para sacarse fotos o pasear sin la tensión de la evaluación y el público. Normalmente al jurado le lleva un rato deliberar, y viene bien que descansemos un rato mientras se detiene el tren de las emociones. Luego vienen los premios. Que arranque el tren otra vez.
Al igual que donde hay pelo hay alegría, donde hay concurso hay drama. Es igual que sea la selección nacional extrema para la copa de cosplay interdimensional que los premios del Salón del Manga de Calzadilla de los Barros. E incluso, por mucho que nos empeñemos en tirarnos piedras patrias, los problemas con los premios de los concursos son un asunto que ocurre en todos los países. En primer lugar, todavía no conozco a una persona a la que no le guste que reconozcan su trabajo. Aunque sea una mención especial, el hecho de que alguien que te ha valorado quiera resaltar tu traje o actuación es algo que enorgullece, sobre todo si estás comenzando. Para eso participamos, ¿no? Con el tiempo, y dependiendo del nivel de saneamiento de su autoestima, habrá a quien le parezca insuficiente todo lo que no sea uno de los premios principales.
Pero la realidad consiste en que, en la mayor parte de las competiciones, es mucho mayor la proporción de gente que se va con las manos vacías que la que se lleva cosas. Y por simple estadística engrosaremos más el grupo de “no premiados” que de “ganadores”. Digo “personas sin premio” en lugar de “perdedores” porque, además de ser una palabra particularmente horrible, implica que se ha dejado de tener algo. Lo has perdido. Pero no puedes perder algo que jamás fue tuyo, aunque sí puede ganar algo que previamente no tenías. Este concepto lo explicó en su momento la cosplayer Ventura Villena, muy activa en sus redes sociales, y cuyas reflexiones recomiendo encarecidamente. No ganar no es perder. No ganar no es hacer un mal trabajo. Simplemente es un desenlace a una situación. La vida sigue obtengamos premio o no, y subimos puntos de experiencia.

Manueki Cosplay recibe la mención especial del jurado en MangaPalencia 2022. Fotografía: Hachi_cos
Podemos discrepar con la decisión del jurado, faltaría más. De hecho, siempre que haya buenas formas y educación, podemos incluso acercarnos y preguntar qué es lo que podríamos mejorar. Reitero la importancia de poner el enfoque en nuestro trabajo. Hay quienes prefieren devaluar el ajeno, diciendo que tal o cual persona no merecía ganar según su criterio, pero lo cierto es que ni les ha correspondido esa decisión ni están siendo justos ante el esfuerzo de otra persona. Todos y cada uno de los atuendos mostrados en el concurso tienen detrás muchas horas de trabajo, ilusiones, decepciones y sacrificio. Y merecen reconocimiento por ello, lo cual obviamente no se traduce como premios, pero sí como respeto.
Una cosa que no debería hacer falta decir es que las acusaciones de tongo están completamente fuera de lugar, y peor aún en público. Hay para todos los gustos, desde jurados que no dan premios por rencillas personales hasta historias de sobornos en los que se reparten ganancias económicas en otra ciudad. Muy loco todo, pero también espantosamente injusto. Aunque es muy difícil ser completamente imparcial, la función de quienes evalúan es ser profesional. Y habrá excepciones, pero lo habitual es serlo. Si acusamos a alguien de trampas y corruptela, estamos por una parte devaluando el trabajo de quien ganó el premio, pero también poniendo en tela de juicio la honradez de las personas designadas para valorar a los participantes.
Participar en un concurso requiere un esfuerzo artístico muy importante por nuestra parte. Sin embargo, el mayor y más correoso de los caminos es el trabajo psicológico que debemos llevar a cabo para salir de la experiencia mejores de lo que hemos llegado. Nos enfrentaremos a presión, plazos de tiempo y situaciones inesperadas. Y también tendremos que afrontar en ocasiones la decepción, pensamientos intrusivos y síndrome del impostor. Por eso, lo más importante es conocernos, reflexionar sobre nuestros puntos fuertes y débiles y aprender de ellos. Y, por supuesto, disfrutar la experiencia, porque si no lo pasamos bien, ¿a qué hemos ido?
Disclaimer:
Los artículos de cosplay están basados en mi propia experiencia, con todo el respeto que siento hacia la afición. La palabra “disfraz” está utilizada sin intención peyorativa.
Todas las fotografías se han utilizado con el permiso de los eventos y/o personas implicadas en las mismas. Si has tomado alguna de ellas o representas al evento y no ves tu trabajo atribuido, contacta conmigo por Twitter, o con la web lo más pronto posible para solucionarlo.
Imagen de portada: Ganadores del concurso de cosplay de Japan Weekend Valencia de 2022.
Salvo que se constate de manera explícita, los eventos nombrados ilustran situaciones ficticias.
Cosplayer, otorrinolaringóloga, streamer y, sobre todo, mamarracha profesional. Cuqui del almendruqui que no dudaría en sacarte las muelas por tus "incorrecciones políticas"
Etiquetas: afrontamiento, competición, concursos, Cosplay, toxicidad