Estrategias de afrontamiento y videojuegos

03/04/2020 | Aonia Midnight | No hay comentarios
Cuando oímos la palabra “estrés” inmediatamente pensamos en situaciones de presión extrema en entornos laborales o estudiantiles —fechas de entrega inalcanzables, exceso de tareas, horarios complejos o incluso un entorno hostil en relación con figuras de autoridad y/o compañeros— que hacen que cada día sea un infierno. Pero el estrés va más allá y, por supuesto, afecta a diferentes sectores del mundo videojueguil: desde la creación de videojuegos hasta la experiencia de los jugadores.
El estrés es un patrón de respuestas a nivel físico, cognitivo, emocional y conductual que aparece ante una situación de presión continua. Este patrón, en principio, tiene un fin adaptativo, pero llevado al límite, es contraproducente y puede llegar a afectar considerablemente a nuestra salud física y mental.
Antes de meternos en harina, es importante destacar que no es lo mismo ansiedad que estrés, ya que ésta es un síntoma de aquel. Y, por su parte, la frustración es una respuesta emocional ante un deseo que no somos capaces de satisfacer y, además, es acumulativa. En este sentido, un cúmulo de situaciones frustrantes elevará los niveles de estrés, y así, a mayor estrés, menor tolerancia a la frustración.
Como jugadoras, gran parte de nosotras hemos vivido experiencias que nos han generado cierto nivel de frustración, por ejemplo, por algún factor del videojuego; o que nos han causado estrés, como ocurre ante determinadas interacciones desagradables con ciertos sectores de la comunidad. En cualquier caso, cada cual responde de forma diferente ante estas situaciones.
Esto se debe a que cuando nos enfrentamos a determinados eventos de carácter estresante, llevamos a cabo un proceso mental que evalúa lo que está ocurriendo —¿Qué está pasando? ¿Qué debo hacer? ¿Qué consecuencias habrá?— y establece si dicho evento tiene algún tipo de relevancia o factor de estrés. Es decir, mientras una situación irrelevante tiene escaso impacto en nuestra vida, una situación estresante implica un cambio que requiere de un importante esfuerzo por nuestra parte para adaptarnos. Esto puede ser positivo o negativo, ya que dependerá de los recursos que tengamos para afrontar la situación. Así, si no contamos con recursos, nos generará cierto nivel de estrés, pero si sí lo hacemos, será más bien un reto. Y aquí es donde entran las estrategias de afrontamiento, las cuales están enfocadas a modular en la medida de lo posible el impacto de la amenaza. Optar entre unas estrategias u otras dependerá tanto de los factores situacionales como de los de personalidad.

Ese momento en el que por fin derrotas a un enemigo que te ha hecho sudar
Para mayor ejemplo, os voy a hablar de mi experiencia personal como jugadora. Ello sin olvidar que cada persona es un mundo y que dos personas podrían reaccionar de forma completamente diferente ante una misma situación.
Me encantan Dark Souls y Bloodborne y, sin embargo, el primero no lo he tocado en la vida y al segundo apenas le dediqué un par de horas en casa de un amigo. Soy una persona tremendamente paciente y con una tolerancia a la frustración bastante alta, pero los títulos cuya mecánica ha acabado por denominarse soulslike ponen a prueba esa capacidad, llevándola al extremo, y en mi caso, no me permito afrontar tales niveles de estrés. Sin embargo, este tipo de videojuegos son ideales para hablar de estrategias de afrontamiento, ya que nos enfrentamos a un mundo donde cualquier elemento podría matarnos —incluso un fallo tonto en el último momento— y, en el camino para regresar donde estábamos, bien para continuar la historia, bien para recuperar nuestras almas, podríamos volver a morir y perder buena parte del progreso, lo cual pondrá más difícil evolucionar y seguir avanzando. Y, en este sentido, algunos jugadores afrontan el reto con templanza, mientras otros destrozan periféricos por el camino. Por mi parte, no habré jugado estos títulos, pero tengo otros tantos a las espaldas que, sin ser soulslike, han puesto al límite mi tolerancia a la frustración y, por tanto, desencadenado un buen número de estrategias.

Pocas me parecen, para todo lo que he sufrido
Crash Bandicoot y la evitación
Todo comenzó con un pequeño marsupial mutante y, a los mandos, una pequeña jugadora que daba sus primeros pasos en el mundillo videojueguil. Allá en los 90, gran parte de las sesiones de videojuegos sucedían pasando el mando con mis padres y mi hermano y, entre otros títulos, estaba Crash Bandicoot 3. Todavía recuerdo el momento exacto en que dije “Se acabó, tampoco eres tan divertido”. Aun con todo, hace unos meses volví a darle una oportunidad y, aunque lo recuerdo tan complicado como en aquel momento, haber madurado como persona y como jugadora le da otro enfoque al problema.
Decidir abandonar el juego sería una estrategia centrada en la evitación, es decir, optamos por aplazar el afrontamiento de la amenaza, al menos hasta que contemos con recursos suficientes para hacernos cargo. En aquel momento, decidí no volver a interesarme por ningún juego de Crash Bandicoot; años más tarde, la estrategia que empleo a la hora de afrontar las partidas del furro sigue siendo la evitación, pero dirigida a reevaluar la situación, es decir, cierro el juego de forma temporal para relajarme y volver en otro momento con la mente despejada.
Spyro, the Dragon y la búsqueda de soluciones
Quizás optar por Spyro tras darme cuenta de que Crash Bandicoot no era lo mío no fue la mejor idea. De hecho, tras varias partidas intentando hacer volar al dragón morado, decidí abandonar cualquier esperanza y, de nuevo, optar por una estrategia de evitación. Años más tarde, he repetido la misma dinámica y, tras un tiempo jugando a Crash Bandicoot: N’ Sane Trilogy, decidí darle otra oportunidad al lagarto con Spyro: Reignited Trilogy. He de decir que no me cuesta tanto moverme por los mundos que ofrece el dragón como por las islas del marsupial, pero los niveles de estrés no se quedan atrás. Con Spyro siempre opto por estrategias centradas en el problema, es decir, asumo que me encuentro ante un problema asequible y, por tanto, cuento con los recursos necesarios para hacerle frente. En este sentido, utilizo lo que se conoce como búsqueda de soluciones, es decir, cambiar de estrategia hasta dar con la más adecuada: a veces se trata de probar cuál es el momento o el lugar ideal para saltar o planear; otras buscar un camino alternativo para alcanzar el lugar al que quiero llegar y lograr mi objetivo.

No me mires así, Spyro
Ori and the blind forest, respuestas fisiológicas y autocontrol
Recientemente he empezado este título tan maravilloso como frustrante y a menudo me planteo en qué momento decidí que era buena idea. Ori es un título precioso a nivel audiovisual, cuya historia te encoge el corazón desde el primer momento y que, durante el resto de la partida, hará que lamentes cada segundo in game. O, al menos, ese es el efecto que tiene sobre mí. Ori and the blind forest es quizás el juego que más estrés me genera, hasta el punto de tener las manos frías y el corazón a doscientos. Con este título debo optar por el autocontrol para evitar tirar el mando al suelo, lo que supone una estrategia centrada en la emoción, es decir, cuando el problema se presenta algo inalcanzable y nuestro objetivo es regular nuestras emociones para intentar relajarnos.
Kingdom Hearts y la aceptación de la responsabilidad
Por su parte, la primera vez que jugué a Kingdom Hearts, estando ya relativamente cerca del final, llegué a aprenderme un diálogo previo a un combate debido a la cantidad de veces que tuve que repetirlo. Tras días repitiendo la batalla, cambiando de estrategia y sufriendo lo inimaginable, decidí que algo no estaba bien con mi partida y empecé el juego desde el principio. Al llegar a ese punto, volví a quedarme atascada, pero tras unos pocos intentos, lo superé y pude avanzar y terminar la partida. ¿Qué ocurrió? Opté por una estrategia conocida como aceptación de la responsabilidad —estrategia centrada en las emociones—, es decir, asumí que mi fracaso continuo se debía a la falta de habilidades y que debía enfocarme en eso para poder superar el susodicho combate.

Bonito y frustrante a partes iguales, así es Ori
Como podéis ver, las estrategias de afrontamiento que podemos utilizar estarán dirigidas a la valoración de la amenaza, el control del problema y la regulación emocional. Por tanto, ¿es una estrategia prenderle fuego a todo? Sí, pero no muy adaptativa que digamos. ¿Te quedarás como los dioses? Muy probablemente, pero el esfuerzo que tendrás que dedicarle después a apagar fuegos no merece la pena. En cualquier caso, debemos preocuparnos por trabajar a nivel personal nuestras estrategias de afrontamiento, sabiendo, en cualquier caso, que mientras unas pueden ser eficaces frente a determinadas amenazas, pueden no serlo ante otras. Una forma de empezar puede ser, por ejemplo, tratar de conocer nuestros recursos e intentar introducir nuevos; evitar dramatizar las situaciones y aprender a relajarnos para poder analizar lo que está ocurriendo de forma más calmada. Y, por supuesto, asumir nuestros límites y aceptar que pedir ayuda no nos hace más débiles.
Curiosa, reflexiva y torpe // Palomitas y cerveza // Psicóloga porque lo dice un título // Mi mente está llena de mundos en los que evadirme // Nothing is true, the cake is a lie
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