Rex, un policía diferente
Análisis de Tales of the Neon Sea

04/05/2023 | Nix | No hay comentarios
Cuando pensamos en ciberpunk y videojuegos, no podemos evitar que se nos venga a la mente Cyberpunk 2077, algo tan inevitable como comprensible tras el sonado desastre de su lanzamiento. Por suerte, no son pocos los juegos que utilizan elementos de este género, y de vez en cuando podemos encontrar algunos títulos que sí hacen honor a su nombre. O, al menos, a la base del mismo. Este es el caso de Tales of the Neon Sea, un juego venido desde China que nos pondrá en la piel de un detective mitad humano, mitad robot, y nos sumergirá en un crimen que se encuentra localizado en una enorme ciudad repleta de neones.
Y es que, como todo el mundo sabe, la estética ciberpunk consiste sobre todo en carteles de neón, hologramas, robots, implantes, y cien mil millones de anuncios referentes al sexo, ya sea en forma de club de striptease, prostitución, o un simple cartel de una cantante. Por supuesto, eso significa que en este juego también nos vamos a encontrar con cierta cantidad de sexualización, pero por suerte la encontraremos tan de fondo que sólo se limitará a algún que otro par de tetas en pantalla que no serán el centro de todo. Podría ser peor.
La trama principal se sitúa en varios puntos temporales. Cuando comienza el juego, realmente nos coloca en la recta final (esto no es spoiler, no os enfadéis, lo dicen desde el primer momento), utilizando la narración para que, sin tener ningún tipo de contexto, vayamos reteniendo ciertas cosas en nuestra memoria. Lo que sabemos hasta ese momento es que somos Rex, un detective, y perseguimos a un criminal llamado Noa. Eso, y que al parecer tenemos un gato muy listo que se llama William. Con esas tres cosas, y algún que otro detallito que podremos descubrir revisando el escenario, nos envían de vuelta al pasado, al momento en el que comienza nuestro caso actual: el asesinato de una señora mayor a manos de su mayordomo robot. Esto iniciará un enrevesado argumento en el que nada es lo que parece y todo encaja de una forma un tanto peculiar, añadiendo incluso a los fantasmas de un caso pasado relacionado con una secta, y que fue el fin de la carrera de Rex como policía.
En general, podríamos categorizar Tales of the Neon Sea como un point and click clásico que utiliza elementos de plataformeo combinados con puzles. Es decir, en ningún momento tendremos que hacer que Rex se convierta en Super Mario y empiece a dar saltos imposibles por los balcones, pero sí tendremos acertijos que deberemos resolver utilizando las diferentes alturas del escenario, buscando objetos o interacciones por todo el mapa mientras se limitan los cambios de altura a simples animaciones. Aunque ese no será el único tipo de rompecabezas que nos pondrán en las narices, porque también tendremos que hacer nuestros pinitos detectivescos analizando pruebas de los delitos, atando cabos sueltos en forma de engranajes que habrá que conseguir que giren, desactivando bombas o de muchas otras formas, haciendo que tengamos que comernos el coco con todas las posibilidades. Y, además, aunque no es un juego en el que tengamos que combatir, nos encontraremos también con algún que otro enemigo que podrá borrarnos de la faz de la tierra, y gracias a los puzles podremos acabar con ellos sin tener que luchar de una forma que exija ciertas habilidades con los botones.
Sin embargo, todo esto también tiene un lado malo, y es que a veces intenta ser tan opaco para que resolvamos los rompecabezas por nuestra cuenta, que se olvida de decirnos qué es lo que quiere que hagamos. Y esto se ve tanto en los puzles como en algún que otro minijuego que podremos encontrar por la ciudad. Si bien es cierto que no está tan oculto como para acabar abandonando el juego, sí que nos puede llegar a frustrar un poco, sobre todo cuando finalmente descubres qué quiere de ti y ves que una explicación de una frase corta no le habría venido mal. Porque una cosa es que nos hagan pensar en el puzle, y otra que nos toque descubrir qué botón deberíamos pulsar aporreando los botones del mando, para luego tratar de resolver dicho puzle. Fuera de eso, en ellos nos encontraremos con un remix de dificultades, siendo algunos relativamente complicados y otros tan sencillos que fallan a su propia definición.
Si hay algo que destaca desde la propia pantalla de título es su apartado audiovisual. El pixel art, aun siendo sencillo en algunas zonas, destaca por su belleza, con una dirección artística que chilla “ciberpunk” en cada píxel. Tanto las calles de la ciudad, como las diferentes estatuas, como las cinemáticas y, sobre todo, el final del juego, harán que queramos quemar el botón de captura de pantalla. Y con razón. La música, aunque la mayor parte del tiempo sea un ligero acompañamiento, en numerosas escenas se luce y nos demuestra que es tan buena que querríamos seguir escuchándola incluso después de terminar el juego, y eso no es algo que siempre pase. Y sin embargo, no todo puede ser perfecto, porque una vez más nos encontramos ante un título que está completamente traducido al español por un fan. Si bien podemos terminar el juego sin problema, a medida que vamos jugando nos encontramos con más y más faltas de ortografía (de las gordas, de las del nivel de “havrir”), frases sin terminar o calcos de otros idiomas, que pueden llegar a molestar bastante y empeorar la experiencia. Mi consejo es que, si podéis, cambiéis al inglés o algún idioma que dominéis. Por vuestra salud. Eso sí, este título es la demostración más clara de por qué hay que pagar una traducción profesional.
Tales of the Neon Sea es un título que nos mantendrá las manos pegadas a los controles, sin querer dejar de jugar tanto por su trama y nuestras ganas de descubrir todo el lío que hay detrás, como por sus diferentes puzles que nos obligarán a comernos un poco la cabeza alguna que otra vez. Todo esto sólo se ve afeado por esas ocasiones en las que se olvidan de explicar sus propias mecánicas y, por supuesto, por su terrible traducción al español. Por lo demás, estoy segura de que lo disfrutaréis y acabaréis con ganas de más. Al menos, hasta nuestro reencuentro con Rex.
I run on coffee, sarcasm and lipstick. Hace años le vendí mi alma a Bioware y me convirtieron en la Shadow Broker. Tengo un papelito que dice que soy N7, pero no quieren darme mi propia nave. Me gusta llevarle la contraria a la gente y por eso soy una Inquisidora enana y pelirroja.
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