The Last Express: Misterios en el tren

The Last Express: Misterios en el tren

Un tren, un asesinato y un misterio que nos conducirá hasta Constantinopla. Así arranca The Last Expresss, el galardonado juego de aventuras y misterio de Jordan Mechner, el creador de Prince of Persia, lanzado en el año 1997.

Los años 90 fueron una época de experimentación. Las empresas del sector todavía no tenían el poder y relevancia de ahora y podían permitirse el lujo de trabajar en proyectos no tan enfocados al famoso AAA. Antes del boom de los juegos millonarios, donde precia más el beneficio que una buena historia, encontramos algunas joyas que siguen siendo dignas de recordar.

Este es el caso de The Last Express, donde Mecher se atreve con una aventura gráfica de misterio. Sin embargo también podemos catalogarla de vídeo aventura, ya que tiene muchas cinemáticas y parece más como si estuvieses disfrutando de una buena película interactiva. La mayor peculiaridad de este juego es que transcurre en tiempo real, por lo que tienes que estar atento a lo que pasa en los demás escenarios o te perderás parte de la trama y, quién sabe, quizás las pistas clave para resolver todo el enigma.

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La historia nos transporta hasta el París de 1914, justo antes de que estalle la I Guerra Mundial. Asumes el papel de Roberth Cath, un joven médico americano que debe encontrarse con su amigo Tyler Whitney en la estación La Gare de l’Est para realizar juntos un viaje hasta Constantinopla en el Orient Express. Al subir al lujoso tren, Cath entrará en una espiral de asesinatos, misterio, traición, romance y mentiras que deberá resolver a contrarreloj si quiere llegar vivo al final del viaje…

Con 30 personajes con los que puedes interactuar y que cada uno representa a un grupo característico de las fuerzas europeas de la época; podemos también conocer el punto de tensión que sufría el Viejo Continente antes de estallar la Gran Guerra. Algunos de estos personajes son: un anarquista ruso, un violinista austriaco, un eunuco persa y el harén al que tiene que custodiar, un traficante de armas alemán… Así hasta completar un gran elenco de figurantes con personalidad e intereses propios.

A medida que el tren atraviesa el continente rumbo al este, debemos mantenernos vivos mientras interactuamos con estos personajes. Estas acciones incluyen, por ejemplo: escuchar a escondidas conversaciones ajenas, escabullirse de los compartimentos mientras te busca la policía, o desactivar una bomba. La historia no es lineal, pero transcurre en tiempo real y cambia con las acciones del jugador. Esto hace que la trama siga un rumbo u otro como resultado de las mismas. Por supuesto puedes fallar y morir, el juego tiene muchos senderos y finales diferentes. Como apunte diré que el guión físico tuvo una extensión de 800 páginas.

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Aunque las partidas se guardan automáticamente, existe un reloj con el que podrás “viajar en el tiempo” hasta un punto de control para recoger algún objeto o información que te hayas olvidado.

Lo que más llama la atención al abrir por primera vez el juego son sus gráficos. Mezcla de dibujo animado e imagen real, tiene un estilo muy  Art Noveau, recordando a los personajes de Toulouse-Lautrec, recorriendo sus vagones con elegancia y cierta languidez.

Toda la historia transcurre dentro del tren y en ocasiones frustra ya que sientes cierta sensación de agobio porque no puedes interactuar más que en unos pocos vagones. pareciendo que solo das vueltas arriba y abajo sin  ningún sentido. Que no te engañe, eso hace que tengas que pensar muchísimo dónde y cómo ir a cualquier rincón para recopilar pistas.

Todo el metraje del juego está rodado como si fuese una película, y luego tratado mediante rotoscoping, una técnica de animación que permite convertir los movimientos de un actor en una animación “pintando encima”. Mehner lo había usado en menor medida en títulos anteriores como Prince of Persia. Sin embargo, supuso un reto usarlo íntegramente para todo el juego, haciendo que la producción se alargara varios años. A pesar de que hoy en día es algo común, en 1997  no era habitual, y el resultado es bastante curioso. Como ejemplo de rotoscoping podemos mentar la película A Scanner Darkly (2006) protagonizada por Keanu Reeves, eso sí, con un nivel de acabado muy superior.

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The Last Express fue lanzado finalmente al mercado en 1997 después de cinco años de desarrollo y con un coste final de unos 5-6 millones de dólares. A pesar de que el juego recibió críticas altamente positivas y fue galardonado con varios premios, solamente permaneció en las tiendas unos pocos meses, desapareciendo sin dejar rastro. Sin embargo, aún le esperaba un largo camino por recorrer hasta nuestros días.

¿Y os imagináis qué destino tuvo un juego que fue muy premiado pero olvidado en poco tiempo? En el año 2000, la desarrolladora y distribuidora Interplay Entertainment, dueña de juegos como Fallout o Baldur’s Gate, compró los derechos y empezó a venderlo bajo su sello. Poco tiempo después, Interplay quebró y el juego volvió a quedar fuera de circulación.

Fue la llegada de las plataformas digitales las que hicieron posible que, al igual que otros muchos juegos, éste volviera a distribuirse. En 2006, GameTap comenzó a ofrecerlo en su red de suscripción. En 2011, DotEmu lanzó la Edición de Coleccionista, que incluía el making-of y la banda sonora. Ese mismo año, Phoenix Licensing (el actual titular de los derechos de autor del juego) lanzó esta versión en la plataforma GOG, aunque únicamente en inglés como idioma jugable. Al poco tiempo se lanzó para Steam con su versión doblada al castellano, y actualmente puede disfrutarse también en Android e IOS con una optimización más que aceptable.

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Es curioso como después de tantos años y problemas de distribución, el público no has olvidado este juego que incluso ha dado el salto a los dispositivos móviles. La retro-nostalgia gamer de los 90, sumado a la frescura y originalidad que desprende este título, ha hecho que sobreviva y de esa forma poder recordar una época donde las grandes desarrolladoras apostaban más por la innovación, arriesgando y probando nuevas técnicas en vez de ir a lo seguro y priorizar la rentabilidad de un juego.

Así que, si quieres lanzar una mirada al pasado y disfrutar de un juego con un guión que engancha, alejado de tópicos y fuera de lo común, dale una oportunidad a The Last Express, un tributo a otro tiempo y a otra forma de hacer entretenimiento. ¿Podrás sobrevivir al viaje?

 

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Serinde Lefou
Serinde Lefou

Soy una gamer de la old school. Crecí con las aventuras gráficas y cuando aún no había Internet. Me gustan los videojuegos antiguos. Que no digo que los actuales estén mal, pero puedes encontrar pequeñas grandes joyas no tan modernas... y tampoco hace falta remontarse a los juegos de 8 o 16 bits para disfrutar de un buen título.

2 comentarios
LadyMay
LadyMay 03/05/2017 a las 11:04 am

Sinceramente no lo conocía, y mira que me encantan las aventuras gráficas a contrarreloj. Creo que la primera a la que jugué fue The Broken Sword, y en el tema de que puedes morir soy experta porque da igual lo que hiciese, que no sé cómo siempre acababa muriendo de un modo u otro xD.
La técnica de rotoscoping no la conocía, fíjate tú, y lo mismo he jugado a videojuegos que la tienen y no me he dado ni cuenta. Me resulta interesante que durante su desarrollo, hace veinte años, hubiesen apostado por captura de movimiento para luego estilizarlo como un dibujo tan de cómic europeo. Con lo nostálgica que soy, lo mismo le doy hasta una oportunidad para ver esas subtramas y caminos divididos según las acciones del protagonista.
¡Un artículo genial, Seri! No se va una a dormir sin aprender algo nuevo de la industria. ¡Gracias por compartir la reseña con nosotros! <3

MetroidFan
MetroidFan 05/05/2017 a las 6:50 pm

Un placer recordar este juego, bravo por la autora! El artículo me ha gustado mucho.

La técnica de la rotoscopia, @LadyMay, se ha utilizado en videojuegos como Another World o Flashback, y se sustituyó hace tiempo por la captura de movimientos. La hemos tenido delante de nuestros ojos en multitud de películas de disney desde Blancanieves, pasando por producciones japonesas como Paprika o Perfect Blue (ambas de Satoshi Kon) y con un resultado encantador en el título que nos ocupa. Es como ver estampas diseñadas por Alphonse Mucha en movimiento, y eso siendo fanático del Modernismo y el Art Noveau es una delicia!

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