Dragon Ball FighterZ
Confesiones de una Luchadora Z

22/04/2018 | adamantai | 2 comentarios
Hablar de Dragon Ball, Bola de drac, es hablar de mi infancia, incomprensible sin la serie anime del genial maestro Akira Toriyama. Cuenta una anécdota familiar que cuando mi madre estaba embarazada de mí, había comenzado recientemente la emisión de la serie en Catalunya. Mi padre, fascinado, empezó a grabarla en VHS para que cuando yo creciera también pudiera verla. En los 90, imaginar algo como YouTube aún debía de ser un poco utópico, así que perder la retransmisión televisiva equivalía a perderla para siempre. Qué poco sabíamos. De lo que estaba por venir y de que Dragon Ball se convertiría en un fenómeno tal que aún seguiría en emisión muchos años después. Y así crecí, amando la serie de Toriyama desde el útero hasta mis primeros pasos por el colegio.
En esa época, yo quería ser Son Goku. Obvio, sí, pero para mí encarnaba los valores más puros del héroe (una que siempre ha sido muy paragon), era el personaje más poderoso de la serie y le habíamos seguido desde que se topó con Bulma en aquel ya mítico bosque. Mi obsesión era tal que solía pedirles a mis padres que me pusieran gomina en el pelo para poder ir lanzando kame hame has por toda la casa. Y no podía ser más feliz: corría, saltaba e imitaba los característicos chillidos japoneses que quedaron intactos en la versión catalana. Los tubos amarillos del recreo eran mi nube Kinton, y cualquier palo mi bastón mágico.

Akira Toriyama – Dragon Ball (1984)
Todo esto suponía Dragon Ball para mí, y como jugadora, siempre había soñado con el videojuego perfecto que recreara la intensidad de sensaciones que me había hecho vivir la serie a lo largo de toda mi vida. Esto no lo encontré en los videojuegos de lucha, que solo se centraban en una parte de la serie: las batallas, por lo que siempre preferí aventuras más completas como las que se publicaron en Nintendo DS, donde se retomaban las peripecias del Son Goku más pequeño así como ese humor tan desenfadado que caracteriza a las obras de Toriyama.
Con el paso de los años, perdí el interés por cualquier juego de la serie, hasta el punto de olvidarla un poco y dejarla en el cajón de las cosas viejas. Pero Dragon Ball es como Star Wars; siempre estará ahí, y es difícil no volver en un momento u otro. Este momento se ha dado con Dragon Ball FighterZ, el último videojuego de lucha sobre la saga y el último videojuego que yo esperaba comprar el febrero pasado.

Dragon Ball FighterZ – Bandai Namco
Nunca me han gustado los juegos de lucha, quizá porque soy una persona demasiado nerviosa como para dejar de darle a todos los botones del mando a la vez, esperando que me salga algún combo que, además, tan mal se me dan aprender. Pero tras una noche especialmente intensa en casa de un amigo, quien fue mi entrenador personal en los primeros compases del juego, rival después, me convertí en una adicta, me encantaba. Es el videojuego de lucha perfecto para aquellos que, como yo, les ha dado por empezar ahora, pues su velocidad y la aparente simplicidad de los ataques hace que sea merecido portador del título: easy to play, hard to master.
Así que al día siguiente, en un arrebato consumista, estimulado por ser principios de mes, lo compré. Nunca había tenido un juego de lucha, así que más allá del combate local, no sabía qué hacer realmente, por lo que mis horas de diversión estaban limitadas a los amigos que pudiera engañar para jugar conmigo. Temerosa de probar aún el modo online, me puse el modo historia esperando que fuera entretenido. Y allí fue cuando empecé a ver las cosas de otra manera.
El modo historia comienza cuando Bulma nos despierta tras quedar fuera de combate. La cámara sitúa al jugador en primera persona, siendo Bulma, nuestra interlocutora, todo lo que vemos. Al segundo, el juego nos permite hacerle una de estas dos preguntas: «¿Dónde estoy?» «¿Quién eres?», dando a entender que nosotros somos el protagonista, quien decide. Al poco rato nos queda claro que nosotros somos Son Goku, aunque éste ha perdido la memoria y no recuerda quién es. Para que quede bien claro, Bulma nos enseña un espejo donde se ve nuestro reflejo.
Resulta que Son Goku está poseído por un vínculo que le controla y tiene el poder de desplegar su fuerza, un posible paralelismo con la función del jugador en cualquier videojuego de lucha, que posee y controla los movimientos de su avatar. En esta conversación, hay un momento en el que Son Goku interactúa directamente con nosotros utilizando el apelativo “tío” en un contexto donde especificar de tal manera el género habría sido muy fácilmente evitable.

Dragon Ball FighterZ – Captura propia
El feminismo me ha hecho muy sensible a muchas cosas que antes pasaba por alto, una de ellas es el lenguaje. Hasta hace bien poco, no le daba importancia a cómo decimos las cosas. Gracias a escuchar a traductoras hablando del tema y muchas mujeres que lo visibilizan por Twitter, he llegado a comprender lo mucho que podemos cambiar para ser más inclusivos en todos los aspectos, siendo especialmente importante la localización de videojuegos. No he podido confirmar que en la versión original o en inglés se utilizara un apelativo neutro, pero sí es evidente que en su localización al castellano se podría haber solucionado con un simple “Oye” o «Tú».
Este ejemplo puede parecer nimio, pero pronto ha empezado a tomar sentido en conjunto. Dragon Ball FighterZ se ha lanzado con 24 personajes, donde solo dos de ellos son mujeres, la Androide 18 y 21, y ésta última solo está disponible si desbloqueas todo el modo historia. En los próximos DLC este número no parece que vaya a aumentar, ya que las nuevas incorporaciones confirmadas no incluyen a ningún personaje femenino de la serie. Eso sí, algunos medios ya se han hecho eco de otro posible DLC donde personajes como Videl, Chichi o la Androide 18 podrán ser las presentadoras de los combates, con comentarios especiales si son sus maridos los que luchan.
Con el tiempo, también me he dado cuenta de que Dragon Ball tiene sus fallos. Una cultura y dos décadas de distancia podrían calificarla como fruto de su época, pero eso no quita que Goku siga siendo un marido/padre muy cuestionable, que las mujeres luchadoras sean minoría, aun con las incorporaciones de Dragon Ball Super, y que, además, en cuanto inician una relación romántica con algún personaje masculino sus habilidades quedan relegadas a cumplir con sus roles tradicionales de mujer madre/cuidadora.
Además, el tradicional prejuicio de que los juegos de lucha son cosa de chicos perdura también en el modo online, donde entre todos los títulos que puedes ponerte para presentarte se incluye el de «Mujer luchadora», siendo el resto masculinos, como «Gladiador gallardo» o «Rey de la ofensiva». Estos títulos se desbloquean mediante Cápsulas Hoi Poi con dinero del juego, por lo que parece que su cantidad es limitada como para duplicar nombres, además de que en inglés muchos son neutros, pero lo realmente triste es que posiblemente ni se haya llegado a plantear la posibilidad de hacerlos más inclusivos.

Dragon Ball FighterZ – Captura propia
El título Mujer luchadora me parece absurdo y hasta ofensivo, porque tal distinción ya lo hace excluyente y deja en evidencia que el resto muy neutros no son. ¿Hasta qué punto debemos especificar nuestro género, hablando en términos binarios y tradicionales, cuando nos presentamos online ante otra persona? ¿Darán por sentado que soy un hombre si no me lo pongo? ¿Y debo conformarme con el Rey de la ofensiva? ¿O con Mujer luchadora?
Algunas de estas preguntas tienen fácil respuesta y otras darían para largos debates. De pequeña nunca me sentí excluida cuando hablaba de Dragon Ball, pero sí llegó un punto en el que los comentarios sobre mi pelo corto y lo chico que me hacía parecer acabaron con los días de gomina y kame hames. Son este tipo de detalles los que nos acaban condicionando, los que nos dicen si este también es nuestro lugar o somos unas meras invitadas a un club demasiado exclusivo.
Etiquetas: akira toriyama, Bandai, bandai namco, dragon ball, Dragon Ball FighterZ, Feminismo, nostalgia, representación
Estoy totalmente de acuerdo contigo. Yo también soy muy fan de Dragon Ball, pero todos estos pequeños detalles escuecen. Por si no era bastante que solo hubiera dos luchadoras, el modo nuevo con las chicas comentando las batallas de sus maridos me sacó de quicio: ¿cómo es posible que ni Videl ni Chichi luchen? Con lo fácil y divertido que sería incluirlas… De hecho, Videl ya fue jugable en el Budokai 3.
Y sobre la forma de dirigirse al jugador… Está claro que hacer referencias neutras es siempre más complicado pero, teniendo en cuenta que somos la mitad de la población jugona, es algo a tener muy en cuenta.
Muy buen artículo, comenzando con el amor que se tiene a las cosas de la infancia pero enfrentando la realidad, el machismo y la exclusión que sufrimos las mujeres hasta con títulos.