Kamiko, la nostalgia de un juego al que nunca jugué

Kamiko, la nostalgia de un juego al que nunca jugué

Soy esa clase de personas (despreciables o no, eso ya según el criterio de cada cual) a las que los juegos les entran por los ojos. Tampoco me considero alguien que se fije especialmente en lo que respecta a la potencia gráfica, sino más bien en la forma en la que el juego consigue armonizar de alguna manera los elementos de los que dispone para crear algo estéticamente agradable. En esta disciplina la esfera indie se lleva la palma, y es que, cuando escasea el parné —la guita, la panoja, el cash, los oros, la nota, el haber—, hay que rebanarse los sesos para lograr algo visualmente destacable sin tener que fundir todo su presupuesto en el aspecto gráfico. La imagen promocional de Kamiko, con su precioso pixel art y esos tonos pastel que me atraen cual mosca hacia la miel, me hizo pensar instantáneamente que no sabía en qué consistía ese juego, pero que necesitaba tenerlo inmediatamente.

Kamiko es una sencilla pero efectiva aventura en tercera persona que nos pone en la piel de una sacerdotisa que, con la ayuda de un arma legendaria, debe restaurar los portales entre el mundo de los muertos y el mundo de haber si me muero transiente. Para ello, debemos derrotar a las criaturas que han invadido estas tierras sagradas y utilizar su energía para abrir cofres, despejar los caminos y purificar los portales (toriis) que se encuentran repartidos por cada nivel.

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Al iniciar la partida nos dejarán elegir entre SquirYamato, Uzume y Hinome. Cada una con un arma y estilo de combate únicos

Este juego no solo se nutre de los antiguos juegos arcade en lo estético, sino que su gameplay se rige por principios similares a los de la época retro. Nuestro control del personaje se limita al desplazamiento en ocho direcciones y a dos botones de acción: esprintar e interactuar/atacar. Se trata de un sistema sencillo, que nadie nos explica pero que captamos a la perfección nada más comienza la aventura y comenzamos a experimentar con los botones.

Esta filosofía se ve también reflejada a la hora de afrontar los niveles. Todos los escenarios están compuestos por cuatro toriis, cada cual situado en un espacio menos accesible que el anterior. Por lo general accederemos a cada uno de ellos desde el más sencillo hasta el más complejo, de forma que el diseño de los niveles provoca una sensación de progresión constante a medida que nos desenvolvemos en él, como si fluyéramos a través del entorno. El espacio entre un torii y el siguiente se salva mediante la resolución de pequeños puzles que se solucionarán, por lo general, activando ciertos mecanismos, ya sea pisando botones en el suelo, trasladando llaves u orbes de un punto del mapa al otro o gastando energía. Esta energía, además, sirve para poder realizar ataques cargados, con mayor potencia o alcance que los ataques comunes, y se recarga acabando con los enemigos del entorno, que reaparecen cada vez que nos acercamos a su área de spawn. Una vez purificamos los cuatro toriis, se abrirá un portal hacia el enemigo final de fase que, como elemento reminiscente a la saga The Legend of Zelda, tendrá que ser golpeado varias veces en un punto débil de su cuerpo mientras solucionamos los pequeños puzles que genera el entorno.

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Al colocar la bola en el pedestal, se activará un mecanismo que abrirá un portal para llegar a una zona diferente del mapa

No es fortuito mencionar a Zelda a estas alturas, pues jugar Kamiko me ha producido una emoción que tan solo sería capaz de catalogarla como sentimiento de falsa nostalgia: esa sensación de jugar a un juego similar a otro que jamás jugaste, pero que sientes que, de alguna manera, te recuerda a él. En mi caso particular, jugando Kamiko me he visto a mi yo de hace quince, veinte años, enfrentándose al primer The Legend of Zelda. Por raro que resulte, esta pequeña aventura me ha hecho reconectar con un pasado que nunca ocurrió, como si la propia Kamiko hubiera abierto un portal a otra nueva dimensión. Si hay algo que hace meritorio a este juego, es el crear una atmósfera tan sencilla como entrañable.

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Piensa que hay que darle en la bola brillante y acertarás

Si debo sacarle alguna pega a este título es que debido a su aire arcade, a ratos se hace repetitivo, pues cada nivel está, como ya he comentado, sujeto a la misma estructura: purifica torii, resuelve puzle, purifica, resuelve puzle, purifica torii, resuelve puzle, purifica torii, derrota al jefe de zona y vuelta a empezar. A su vez, la poca historia que nos cuentan resulta algo insípida, un mero pretexto para justificar la acción que no da lugar a algo memorable o mínimamente interesante. Y puesto que lo único que cambia de un personaje a otro es el sistema de combos, Kamiko carece de valor rejugable, lo que nos deja con apenas una hora y media de juego.

Aún con sus desventajas, considero que Kamiko puede ofrecer una experiencia agradable a cualquiera que esté buscando ese sabor de antaño con las comodidades técnicas de ahora. Si estáis buscando una aventura ligera, accesible y muy, muy agradable visualmente, tenéis esta pequeña joyita a unos más que cómodos 5€ en la eShop de Nintendo. Puede que no haya cumplido mis expectativas, pero el sentimiento que se ha quedado conmigo tras meses de haberlo jugado es de calidez, nostalgia y ternura; en mi caso, la felicidad ha estado en las pequeñas cosas.

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Artemis
Artemis

Mi profesora de primaria me dijo que nunca sería nada en la vida. Quince años después aquí estoy, graduada en psicología y escribiendo sobre videojuegos en internet. Sigo sin saber si darle o no la razón. En Twitter me convierto en ajolote.

1 comentario
Armando
Armando 20/08/2018 a las 10:52 am

Oh, Kamiko 😀 Fue el primer juego digital que compré en la eShop, y por 5€ bien vale las 1-2h de gameplay y estética que nos recuerda a títulos recientes, y no tan recientes. En particular, tenía ante mis ojos una simplificación de Hyper Light Drifter en ambos sentidos.
100% de acuerdo con el artículo, pese a ser insipidillo, se recuerda a gusto.

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