Pa’ medieval tú, calva
Análisis de Rustler

09/09/2021 | Nix | No hay comentarios
Durante la pasada Gamescom pudimos ver cómo tanto grandes como pequeños títulos de videojuegos inflaban nuestras listas de deseados hasta el punto de tener nuestra cuenta de Steam pidiendo clemencia. Algunos ya los conocíamos, otros hacían su tímida primera aparición, y alguno que otro se convertía en la representación gráfica de la frase “no sé qué coño acabo de ver pero lo necesito, y lo necesito ya”. Ese fue, palabra por palabra, el caso de Rustler, que con un tráiler formado por catapultas de vacas, caballos con sirenas de policía, bombas de mierda (sí, literal) y unas similitudes con GTA que no tratan de esconder, consiguió llamar la atención del público con más ganas de diversión gamberra. No por nada también es conocido como Grand Theft Horse. Por suerte, entre esa presentación y el momento en que llegó el juego a mis manos pasó muy poco tiempo y aquí estoy, agarrándoos del brazo porque quiero que conozcáis el título con el que más me he reído este año.
Como ya sabréis si lleváis algún tiempo por aquí, a las toasgamers nos gusta más el medievo que a un caballero una justa, y ahí es exactamente a donde nos lleva Rustler. Sin embargo, en este caso no nos dejamos atraer por ese rigor histórico que tanto se alaba algunas veces, porque la gracia aquí está en la adaptación medieval de la vida moderna y la cultura pop de nuestra época, y la construcción de un mundo en el que hasta el más pringado puede llegar a ser alguien importante. Y aquí entra Guy, el tío protagonista que, junto a su colega Buddy, recorrerá el mundo desfaciendo entuertos… o faciéndolos. Comenzamos nuestra historia como una cuba, al día siguiente de habernos bebido hasta lo que sea que haya en el Santo Grial, empezando a conocer un mundo en el que la policía hace persecuciones a caballo absurdamente rápidas, los bardos le dan al beatboxing y al dubstep, hay parkings para caballos y vacas, los nobles quieren ser gangstas y no te esperas a la Inquisición Española. Y entre todas esas cosas está algo que no cambia: nos toca trabajar, cosa con la que no estamos muy de acuerdo. Solo somos un honrado y calvo delincuente de medio pelo que hace los repartos y pega las palizas que su jefe le manda, así que cuando nuestro colega Buddy tiene la genial idea de hacernos con el control del reino, pues no nos parece muy mala idea.
La trama principal es sencilla, trata del viaje de Guy para pasar de ser un don nadie a falsificar unos papeles que lo certifican como noble, y así poder participar en el torneo que nos permitirá casarnos con la princesa del reino y, bueno, ser príncipes y futuros reyes. Casi nada. Lógicamente, no todo va a ser tan sencillo (y serio) como parece, gracias a unos cuantos giros de guion que te acaban llevando al mismo sitio, aunque añadiendo más comedia a la cosa. Desde encargos de emborrachar a gente para eliminarlos del torneo a la batseñal, o las plantas que imitan un viaje de LSD, nos encontramos con misiones que, teniendo un nivel de diseño muy tradicional, sorprenden y gustan mucho gracias a la guionización. Salta entre elementos tan absurdos que se te hace casi imposible no reírte, tanto con las cosas que ves venir como con las que no.
Por supuesto, también contamos con misiones secundarias, y que personalmente creo que son incluso mejores que las principales. Aunque lo de llamarlas secundarias es un poco mentira, porque si bien el juego las considera así, lo cierto es que son la forma más rápida y segura de conseguir el dinero que necesitas en ciertos momentos de la trama principal, además de las moneditas suficientes para ir desbloqueando todas las casas de guardado (y farmeo dineril, en el caso de algunas). Pero no te importa que sean casi obligatorias, porque, de nuevo, te vas a reír muchísimo. Las misiones de la Inquisición, a la que nunca te esperas (y la vez que creen que sí, se ponen tristes), las de los caballeros que, tras muchos líos, te acaban mandando a hacer cola al ayuntamiento, o las de los Terrarredondistas que creen en la tontería esa de que la Tierra es redonda, todas tienen su punto de locura mezclada con referencias sobre todo cinéfilas que te hacen seguir queriendo recorrer el mapa de arriba a abajo.
Precisamente el tema de las referencias es lo que podría haber tirado abajo el juego y convertirlo en un rollo, si no fuese por lo bien implementadas que están en este título que, tomándoselo en serio, lo que quiere es ser lo más mamarracho posible. No sería la primera vez que por querer ser el más guay del lugar, una cosa plagada de guiños a otros juegos, películas y libros se queda en un tostón infumable, aunque en este caso se preocuparon de darles un sentido y que el entrenamiento de Luke con Yoda a cuestas se convierta en tu propio entrenamiento, incluso añadiendo una mecánica extra y temporal a la misión para darle más “realismo”. O todo lo que se le puede dar a un juego en el que encuentras a un señor intentando capturar un caballo cual Pokémon, claro.
Otra cosa que no podemos olvidar porque juega un papel primordial es la estética, además de la música. Las dos parecen simples, sin nada destacable, y en cierta manera es así, hasta que te das cuenta de que en realidad están muy bien hechas, pero están integradas a la perfección en el juego. Ninguna se queda escasa, te acompañan durante todo el viaje sin que encuentres ningún fallo, y ayudan a dar ese toque mamarracho tan característico del juego. En general, y salvo algún bug menor (dos sin ninguna importancia, en mi caso), todo está muy pulido y libre de errores. Todo encaja y se da la manita para ofrecernos un juego gamberro sin caer en lo ofensivo, cosa que, en el fondo, tiene bastante mérito.
En definitiva, si os gusta GTA y queréis pasar unas horitas haciendo el cafre y jugando solo por diversión, sin buscar una historia que os cambie la vida u os llegue al fondo del corazón, éste es vuestro juego. No suelo arriesgarme diciendo que un título es para todo el mundo, pero en este caso sí que lo creo, porque es sencillo de manejar (salvo algún caballo alguna vez), muy divertido y que deja un buen sabor de boca al final, a pesar de que nuestro protagonista se pase el juego siendo simplemente un pringado. Y encantado.
Copia de prensa proporcionada por Jutsu Games
I run on coffee, sarcasm and lipstick. Hace años le vendí mi alma a Bioware y me convirtieron en la Shadow Broker. Tengo un papelito que dice que soy N7, pero no quieren darme mi propia nave. Me gusta llevarle la contraria a la gente y por eso soy una Inquisidora enana y pelirroja.