¿Se puede empaquetar una vida entera?

Análisis de Unpacking

Análisis de Unpacking

Los que seáis amantes de los Simpson como yo (y utilicéis sus referencias para cada situación de vuestro día a día) recordaréis aquel maravilloso episodio donde Marge pedía a Bart y Lisa que por favor arreglasen el jardín, a lo cual estos respondían que no era posible ya que estaban muy ocupados. ¿Y qué estaba haciendo Bart? Jugando a un videojuego de simulación de cuidados del jardín. ¿Y esto a qué viene? A que todos hemos querido escaquearnos de ayudar en esas mudanzas de nuestros amigos… hasta que llegó Unpacking a nuestras vidas, un simulador de mudanzas, pero sin el trasiego de los viajes en coche y el dolor de lumbares después de transportar cajas para arriba y para abajo.

La premisa de este título es sencilla, ya que únicamente consiste en desembalar las cajas de una serie de mudanzas e ir colocando su contenido en las diferentes habitaciones de la casa. La mecánica es simple: tan solo podemos mover los objetos de sitio y darles la vuelta para conseguir que encajen a la perfección en el lugar que hemos pensado para ellos. Con otro click pasaremos de una habitación a otra y deja de contar, no hay más en Unpacking, pero es absolutamente suficiente para hacernos llegar el mensaje que quiere transmitir.

El diseño de escenarios es otro aspecto a destacar por la monería que han conseguido crear: Las habitaciones, a modo de diorama, recuerdan a una maqueta o una pequeña casa de muñecas que tenemos que ir decorando y llenando de cosas. Si acercamos el zoom para poder distinguir mejor algunos rincones nos encontramos con que los objetos se distorsionan por la cercanía hasta recrear una estética pixel art que le da esa aura nostálgica y de sencillez al juego.

Captura de Unpacking. Habitación del piso de la universidad en Unpacking

La música ambiente llega de la mano de Jeff van Dyck, compositor conocido por colaborar en otros videojuegos como Alien: Isolation o la saga Total War. Con la banda sonora ocurre algo curioso y es que no la escuchamos de manera continua durante el transcurso del juego. De vez en cuando, al terminar una pista, se produce una pausa en la que simplemente escuchamos los sonidos de los diferentes objetos siendo transportados o depositados sobre alguna superficie. Caemos en esto cuando la siguiente canción comienza a sonar y nos damos cuenta entonces del silencio que le había precedido. Estos pequeños respiros (a mí por lo menos) me permitían ser consciente de lo inmersa que estaba en la conexión con cada utensilio. Ya que hasta que no comenzaba de nuevo el hilo musical no caía en que por un momento había parado, dejándonos a solas a la casa y a mí.

Los efectos de sonido de cada objeto son algo en lo que también os invito a fijaros, ya que un mismo elemento hará un ruido diferente dependiendo de la superficie sobre la que lo coloquemos (metal, madera, tela…) y más allá, si lo quitamos y lo volvemos a depositar varias veces o en diferentes zonas de la superficie escucharemos también distintos sonidos. No hay duda de que el mimo que han puesto a cada detalle de Unpacking merece un momentito de recreación y embeleso por nuestra parte.

La duración, siguiendo la tónica de los videojuegos indie, no es para nada larga. La media de tiempo, dependiendo a partir de aquí de lo que queramos entretenernos en cada nivel, es de unas tres horas.

El título cuenta además con una serie de logros que se desbloquean en base a las interacciones que realizamos con algunos objetos clave o las combinaciones que hacemos entre ellos, invitándonos a toquetearlo todo, indagar y descubrir más allá de su colocación.

Captura de Unpacking. Ejemplo de pegatinas conseguidas mediante los logros en Unpacking

¿Si tuviera que sacarle algún contra? Quizá solo uno y es que, al terminar cada nivel, antes de dártelo por bueno, el juego te marca en rojo algunas ubicaciones de objetos que considera incorrectas y que, por tanto, te obliga a cambiar para poder avanzar. Algunas de ellas no terminan de estar claras ni te dan una explicación del por qué y puede provocar la ruptura de la disposición que habías diseñado o hacer que tengas que mover varias cosas de sitio para que todo pueda encajar en base a las normas del juego.

Y, ¿de qué va Unpacking? El hilo conductor de este juego es un álbum de fotos que tendremos que ir rellenando saltando de año en año con las fotografías de las casas por las que ha pasado la protagonista, correspondiéndose además con los diferentes hitos importantes de su historia vital. Comenzamos en 1997 en una habitación infantil donde desempaquetamos peluches, consolas, colores y juguetes. Y terminamos en 2018 con una protagonista adulta encauzando una etapa importante de su vida.

Cada nivel, por así decirlo, se correspondería con los cambios por los que podríamos pasar cualquiera: la casa en la que nacemos, el piso de la residencia universitaria, nuestro primer piso en solitario, el piso que compartimos con nuestra primera pareja… Y en cada año, en cada casa, vamos desempaquetando la vida que nos acompaña a través de cada pertenencia personal. No son necesarios diálogos, no es necesario que se diga nada. Los objetos nos cuentan la historia.

Captura de Unpacking. Habitación infantil en Unpacking

Es aquí donde se produce esa conexión íntima entre quien juega y la protagonista. Y es que lo que estamos manipulando son sus enseres personales, muchos de los cuales se corresponden con nuestra identidad o forman parte de nuestra vulnerabilidad. Con mimo y cuidado vamos sacando de las cajas libros con una temática concreta, ropa de un estilo determinado, utensilios de cocina o productos de baño que nos cuentan quién es nuestra protagonista. A través de ellos descubrimos cuáles son sus gustos, a qué dedica su tiempo libre, qué trabajo desempeña, cuál es su preferencia musical o a qué sueños aspira en su fuero interno.

Conforme pasamos de nivel vamos perdiendo algunos de ellos, símbolo de las etapas que cerramos o dejamos atrás. Y vamos encontrando otros que abren nuevas puertas a la persona en la que la protagonista quiere convertirse o el camino que quiere seguir. Cogemos cariño a aquello de lo que, año tras año, nunca se desprende, conectando con esa parte de nosotros mismos que también cuenta con un tesoro especial del que, por más que crezcamos, nunca nos deshacemos. Y perdemos otros, voluntaria o involuntariamente. ¿Quién no recuerda con lástima haber tenido que abandonar ese objeto que ya no representa la persona que somos o se corresponde con el momento en el que nos encontramos? ¿O quién, con dolor, no recuerda aquello de lo que tuvo que desprenderse para poder pasar página y seguir adelante? Este es el nivel de intimidad que nos transmite Unpacking con una premisa tan sencilla como la de sacar cafeteras, pantalones y videojuegos de unas cajas de cartón.

Vivimos también mediante los cambios de piso o casa las diferentes etapas por las que pasa cada persona durante su vida: El paso del colegio a la universidad, la experiencia del primer trabajo o incluso la pérdida de episodios importantes, pero que dejamos atrás. Al pasar de un año a otro lo primero que pensamos es “¿En qué punto estará la protagonista ahora?” “¿Qué habrá sucedido en su vida?” Y lo descubrimos gracias al número de cepillos de dientes que sacamos de las cajas, gracias al estilo de ropa o uniforme que doblamos en el armario o a los souvenirs y recuerdos que vamos acumulando en los cajones y estanterías.

Captura de Unpacking. Comedor del piso compartido en Unpacking

Unpacking hace también algo especial con respecto a la privacidad de los objetos y es que dependiendo de en qué casa estés o con quién convivas te da la opción de manipular o no determinadas cosas. Y esto es un reflejo de los límites que también se marcan entre las personas que conviven bajo un mismo techo. ¿Tengo el mismo derecho de mover de sitio algo que me pertenece a mí, a un amigo o a mi pareja? Unpacking nos habla de esto en cada nivel, influyendo así en el espacio que podemos ocupar en el piso y en la manera que tenemos de adaptarnos a él y hacerlo nuestro.

Algo que hace a Unpacking diferente es que nunca va a ser el mismo juego para todos, ni siquiera para el propio jugador si decide volver a empezar de cero. ¿Por qué? Porque hay algo curioso en las normas no escritas que rigen la convivencia de cada casa y de la que, queramos o no, estamos impregnados. Te lanzo una pregunta, a ti que estás leyendo esto: En tu casa, ¿los paños de cocina se colocan en el asa del horno o en algún cajón? ¿En qué orden van las cucharas, los cuchillos y los tenedores? ¿Dónde se colocan los platos, en los estantes de arriba o en los de abajo? ¿Los videojuegos están en la zona común de la casa o en tu habitación? ¿El pijama se guarda en el armario o bajo la almohada? ¿En qué orden colocas la ropa interior en los cajones? ¿El peine se guarda o se deja al lado de la pila? ¿Los libros se ordenan por altura o por el color del lomo? De nuestra familia de origen (aquella en la que nos hemos criado) aprendemos cómo se distribuyen los objetos dentro de la casa, qué lugar corresponde a cada uno.

Captura de Unpacking. Baño del piso de la universidad en Unpacking

Cuando nos independizamos podemos mantener estas normas o incluir aquellas que siempre hemos querido, pero quizá no nos dejaban o no encajaban en la forma de proceder de nuestra familia. Y cuando compartimos piso bien con compañeros, bien con la pareja, tenemos que combinar este bagaje con el que traen los demás de sus propias familias de origen. Si yo coloco las especias en el armario y mi pareja siempre lo ha hecho en el estante sobre la vitrocerámica, ¿cómo lo hacemos en nuestro nuevo hogar? Estos aprendizajes que hacemos conforme crecemos y cambiamos de etapa vital o de núcleo familiar y del cual impregnamos nuestras casas lo plasmamos también en la manera en la que distribuimos y colocamos los objetos en Unpacking. A pesar de estar acompañando a la protagonista en su vida, dejamos también un poquito de nosotros mismos en su historia. Y si alguien os permite ver su partida podréis conocer mucho de esta persona a través de la disposición de sus cosas o si le preguntáis el por qué de las mismas. “¿Por qué has colocado esto aquí?” “¿Qué importancia tenía en tu familia?” “¿Qué significado tiene o a qué te recuerda?”.

Unpacking es un juego muy corto, muy sencillo y que os proporcionará unas horas de placer visual y de momento zen. Y, sin embargo, no podría ser a la vez un juego más profundo, intimista, personal y narrativamente perfecto.

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