Los Lemmings se han disfrazado de soldaditos de juguete

Análisis de Tin Hearts

Análisis de Tin Hearts

A veces los juegos no son lo que esperábamos de ellos al ver la carátula o el tráiler de promoción. Esto, per se, no tiene por qué ser algo malo. A menudo nos llevamos gratas sorpresas con lo que realmente nos encontramos al ponernos a los mandos. Y el de Tin Hearts ha sido uno de esos casos. Me llamó la atención la idea de juguetes moviéndose en un mundo enorme y me atraparon sus puzles.

En esta aventura en cuatro actos, nos adentraremos en la vida de Albert J. Butterworth, un maestro juguetero clásico que vive su mejor momento en compañía de su mujer y su hija. No solo es feliz con su familia, sino que sus obras no pasan desapercibidas ante el Gremio, cuyas altas esferas sienten interés en su incorporación al mismo. Pero como el drama es el motor de las buenas historias —o algo así, qué sé yo—, pronto presenciaremos que la vida no siempre es de color de rosa.

La dinámica de Tin Hearts es sencilla. Tras superar un breve prólogo en el que aprenderemos las mecánicas del juego, apareceremos en el despacho del juguetero. Aquí podremos alternar perfiles, ojear logros obtenidos y por conseguir, repetir niveles o continuar donde lo dejamos. Y si optamos por esta última opción, recorreremos la casa de la familia en busca de la puerta que nos conducirá al nivel que tenemos que resolver. Una vez dentro, utilizaremos diversos inventos y, sobre todo, nuestro ingenio para lograr que una serie de soldaditos de juguete llegue de una pieza desde una caja de madera hasta la puerta correspondiente.

No se trata de un título difícil, aunque cabe decir que la complejidad de algunos niveles nos hará sudar la gota gorda. Especialmente aquellos más largos y, sobre todo, si no queremos dejar atrás ningún soldadito. Por suerte, la curva de dificultad es bastante asumible y, por norma general, resolveremos los niveles zona a zona. Además tendremos la opción de pausar el tiempo y observar el recorrido que seguirán los juguetes, lo que nos ayudará a orientarnos. De igual modo, podremos rebobinar para rehacer la mayoría de nuestras acciones, y así cambiar la estrategia si el resultado no nos convence. Y contamos con la posibilidad de acelerar el tiempo para que el andar de los soldaditos no nos resulte tedioso. Incluso tendremos la opción de poseer a uno para experimentar el recorrido en primera persona.

Captura de pantalla de un puzle de Tin Hearts.

Asimismo, el camino estará lleno de obstáculos y estos juguetes sólo sabrán moverse hacia delante. Esto significa que dependerá de nuestro ingenio colocar los elementos necesarios para que su vida no corra peligro. Cabe decir que no podremos interactuar con todos los elementos del escenario, debiendo utilizar únicamente los escasos objetos que se iluminarán al situar el cursor cerca. Algunos tendrán un recorrido o alcance limitado, como es el caso de los molinillos de papel, los tambores o los cañones. Otros deberán ajustarse a lugares concretos, como ocurre con algunas piezas. Y, a partir de cierto punto, habrá ocasiones en las que podremos poseer a un soldadito y movernos con cierta libertad por la habitación, gracias a lo cual seremos capaces de abrir nuevos caminos.

Sobre la puerta a la que debemos dirigir los juguetes, veremos la cantidad de soldaditos que deberían llegar. Sin embargo, la salida de la habitación se desbloqueará tan pronto pase el primero, dejando como optativo intentar que todos alcancen la meta. Y, salvo algunos niveles, no será difícil que esto ocurra. Además, siempre podremos reiniciar el nivel si hemos dado con un punto de no retorno o encontrado la forma de que sobrevivan más juguetes. También tendremos la opción de hacer zoom para explorar la sala en profundidad. Asimismo, a lo largo de la partida iremos desbloqueando nuevos objetos que nos permitirán seguir avanzando. Aprenderemos cada cosa en su debido momento, no siendo necesario volver atrás para terminar de explorar o completar un nivel.

Por su parte, la historia se desarrollará poco a poco mientras recorremos las diferentes habitaciones de la casa. Al pasar con los soldaditos por determinadas zonas, así como al superar algunos niveles, presenciaremos escenas de la vida del maestro juguetero. Y si hacemos que los juguetes caminen por encima de una carta, conoceremos su contenido. Esto sucederá tanto de forma narrada, para que podamos seguir con la resolución de rompecabezas, como escrita, apareciendo las frases en el aire sobre el papel. Añado que el título se encuentra disponible en múltiples idiomas, entre ellos el nuestro, aunque sólo en lo que a textos se refiere. Asimismo, en los ajustes podremos alterar la sensibilidad de la cámara o activar el modo aracnofobia, entre otras cosas.

Captura de pantalla de un enemigo de Tin Hearts.

Como no podía ser de otro modo, Tin Hearts brilla en su apartado audiovisual. Si bien algunas animaciones no resultan del todo naturales, hay que concederle que el nivel de detalle muestra claramente el mimo que se ha puesto en su desarrollo. Y la melodía que nos acompañará en todo momento resulta muy agradable, permitiéndonos concentrarnos hasta una inmersión profunda. Tanto es así que hubo momentos en los que silencié este apartado para poner algo de fondo, porque el nivel de relajación era tal que sentía el peso del sueño en los párpados. Y ello jugando con ratón y teclado, que también es compatible con mando y funciona en Steam Deck. Alto peligro de siesta si me hubiera acomodado en el sofá. De igual modo, merece la pena probarlo con gafas de realidad virtual, en vista de cómo es la interacción con las piezas.

Sin lugar a dudas, se trata de un título que me ha sorprendido en el mejor de los sentidos. Cuenta con una historia lo suficientemente interesante como para atraer nuestra atención, impregnada de una emotividad que terminará de atraparnos. Puede que en determinados momentos caiga en clichés, pero se compensa gracias a su mecánica de puzles. Y es que Tin Hearts sabe manejar el equilibrio entre reto y disfrute, ofreciéndonos las herramientas necesarias para superar los niveles sin (demasiada) frustración. Además, si algo nos enseñó Toy Story es que hay que velar por la seguridad de nuestros juguetes.

Cómprame un café en ko-fi.com

Aonia Midnight
Aonia Midnight @AoniaMidnight

Curiosa, reflexiva y torpe // Palomitas y cerveza // Psicóloga porque lo dice un título // Mi mente está llena de mundos en los que evadirme // Nothing is true, the cake is a lie

No hay comentarios
Deja tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.