Derecho a ser quien quieres: Cuando la toxicidad traspasa la pantalla

15/01/2018 | Marina Martínez | 2 comentarios
Vivimos en una sociedad en la que cada día es más complicado llevar una vida privada. Las redes sociales se han convertido en un instrumento indispensable en el día a día de muchos, permitiendo gracias a su gran alcance y poder de difusión que nuestra opinión llegue hasta los rincones más insospechados.
Ya desde el nacimiento de Facebook, Tuenti, Myspace e incluso Fotolog, Internet se convirtió en ese rincón donde podíamos desahogarnos y escribir nuestra opinión pública. Esto es un arma de doble filo, ya que no siempre podemos agradar a la persona que nos lee ni siempre encontraremos apoyo incondicional a nuestra opinión, es un hecho natural. El problema está cuando las discrepancias se transforman en directrices sobre la forma en la que debes llevar tu vida, sobre quién debes ser o, en el peor de los casos, en motivo de burla.
Y ya no me refiero sólo a una simple opinión que podamos publicar online, sino a la persona que elegimos mostrar en nuestras redes sociales. Aonia Midnight ya mencionó anteriormente en este artículo que para considerarse a uno mismo «gamer» no es necesario jugar todos los días, terminar todos los juegos y, cómo no, jugar a los clásicos. «Gamer» es sólo una palabra que engloba a una persona que le gusta jugar, no es un título ni una condecoración, nadie nos lo otorga. Podemos ser jugadores empedernidos del solitario de Windows que, si nos identificamos con este término, quienes son los demás para desmentirlo.
Este problema no sólo se da en aquellos a quienes nos gusta «presumir» de nuestros Play of the Game (aunque sean una auténtica chorrada) o subir una captura a Twitter de aquel juego que empezamos un día con tanto hype y ya nunca más lo volvimos a jugar. Esta situación es extrapolable a casi cualquier ámbito.
Hace unos años tocaba la guitarra en un grupo musical de heavy metal y recibía constantes críticas cada vez que escuchaba públicamente música pop comercial.
¿Acaso necesito estar en tu canon de «metalera ideal» para poder considerar que me gusta el heavy metal y formar parte de una banda?
¿Acaso tengo que terminar cada juego que empiezo para no ser tachada de «poser«?
¿Acaso debo tener un máster en enseñanza para decir que soy profesora de idiomas a pesar de tener ocho años de experiencia?
Recientemente leí un debate sobre si podemos considerar que una persona es periodista si ejerce de tal o sólo si posee la titulación oficial. Quiero dejar claro que una persona con formación siempre tendrá una mejor aptitud a la hora de realizar un buen trabajo profesional, pero es la experiencia quien juega un papel decisivo.
No siempre hubo el amplio abanico de carreras universitarias, formación profesional y máster que tenemos hoy en día. Ciertos oficios eran desempeñados por quienes sentían vocación de ello. Si alguien era bueno en algo, acababa ejerciendo de ello.
No dejéis que un trozo de papel o la ausencia de él os diga quiénes sois y qué debéis hacer con vuestra vida. No escuches a quien critica tu obra basándose en la persona que muestras en las redes sociales, y lo más importante: acepta las críticas.
A veces las recibirás de desconocidos, otras de tus seres más queridos, pero recordad siempre quiénes sois de verdad y no dejéis que nada ni nadie os aparte de vuestro camino.
Es un asunto complejo éste, el de las etiquetas, ya que se hace un mal uso de ellas: a veces cuando te preguntan si te gusta la música metal no sabes si es buena idea decir que sí porque a futuro es probable que se den cuenta que te gusta BabyMetal (tengo sus dos discos de estudio, y tuve la dicha de asistir a su concierto en Los Angeles el año pasado). Tampoco expresar que me considero cinéfila, una que disfruta lo mismo con ‘8 sentencias de muerte’ y ‘Capitán América: el soldado del invierno’, comentario por el que fui cuestionada airadamente por una compañera de clase X’D. De igual forma con otros pasatiempos como los videojuegos, el fútbol soccer o los cómic’s.
Cansa un poco esto lo de tener que estar explicando por qué te gusta X o Y grupo musical/película/serie. Cuando la crítica recae en la persona y no en el producto como bien explicas (cuando te refieres a las burlas), la situación se hace en ocasiones, insoportable.
Es curioso cómo funciona esto de las etiquetas, me recuerda a la teoría del etiquetaje. Esta teoría dice que los grupos sociales establecen unas normas y reglas sobre qué es ser X y si éstas se infringen, es cuando se habla de desviación (de la norma establecida por el grupo). Aplicado al mundo de los videojuegos, el grupo social mayoritario establece qué es ser jugadora y qué no lo es (por ejemplo, jugar al WOW te convierte en jugadora pero no jugar a Los Sims); y cuando una jugadora no cumple con esas normas, inmediatamente se la marca social y negativamente definiéndola como «poser» o «tú no eres una jugadora de verdad porque lo que tú juegas no se corresponde con aquello que el grupo hemos decidido». Y si a esto le sumamos la cuestión de género, todo se complica.
Es agotador tener que estar reclamando una y otra vez que nos puede gustar una u otra cosa y que por no gustarnos otra dejamos de «ser» o de «pertenecer a».
A ver si les cae un meteorito encima xD y nos dejan en paz
Un saludo!