La industria debe morir

La industria debe morir

17/07/2020 | Nix | 1 comentario

Si hay una cosa que cada vez tenemos más clara es que hay algo en la industria de los videojuegos que no funciona. Escándalo tras escándalo se va dejando ver cada vez más la inmundicia sobre la que se sostiene, desde la empresa más millonaria al más pequeño estudio indie. Ahora mismo la industria es un hotel rascacielos enorme en el que convivimos con la vista fijada únicamente en lo que nos conviene e ignorando todo lo demás. Salvo en contadas ocasiones, cuando el ruido es demasiado fuerte para seguir obviándolo. En el sótano de ese edificio nos encontramos a todos y cada uno de los trabajadores, esos sin nombre y sustituibles, tratados casi como robots genéricos que mantienen el correcto funcionamiento de cada ascensor y cada luz, haciendo creer a los de los pisos superiores que esa luz es automática y no algo que proviene del sufrimiento de una persona. 

En los pisos más bajos conviven los sueños, pequeños indies autoexplotándose para conseguir la fama, y esa gente que los apoya mientras los anima a hacer todavía más, porque con esfuerzo se puede conseguir todo. En los pisos intermedios están los consumidores, esperando al servicio de habitaciones que les trae sus caprichos mientras pagan una cantidad desorbitada de dinero simplemente porque tienen muchas ganas de disfrutar algo. En los pisos superiores tenemos a las superestrellas, gente que lleva tanto tiempo en la industria que, por algún motivo, les sonó la flauta cuando todavía vivían en el sótano y ahora son figuras inviolables. Y por último, el ático de lujo, donde viven las grandes empresas, sobre todos los demás, y a quienes acabamos siempre dando las gracias por existir. Parasite (Bong Joon-ho, 2019) tenía razón. Tú estás en ese rascacielos. Yo estoy en ese rascacielos. Y las ratas que forman las paredes que están a punto de derrumbarlo también están en ese rascacielos.

¿Y la salida de emergencia? ¿Cómo nos vamos a salvar cuando todo caiga? Si no cambiamos ahora muchas cosas, no vamos a poder salvarnos. La cuestión de todo esto es que el problema no es algo que puedas rastrear, eliminar, y ya está, se acabó. No es una bomba que desactivar en uno de los pisos. Son un montón de problemas que atentan directamente contra los derechos humanos de muchísimas personas mientras otras berrean para que se les restrinjan un poco más, que no importa mientras tengan la oportunidad de tener su nuevo y flamante jueguico semanal. Y por eso ahora mismo tenemos un cóctel que podríamos llamar Los Cinco Jinetes del Apocalipsis (sí, aquí hay más que en el librito ese).

neogeoad

Sexismo

Quizá el primer motivo contra el que comenzamos a manifestarnos fue el flagrante machismo que empezó a destilar desde muy temprano. Durante cierta época, a las mujeres nos convertían en el cliché de princesita desvalida a la que tiene que salvar el fuerte y valiente protagonista. La otra opción que nos daban era ser la muñeca hinchable descerebrada que posaba para su público masculino, aunque no había nada que le impidiese ser también la princesita. Por suerte, no todos los juegos eran así, y empezó a imponerse cada vez más que las mujeres hiciésemos cosas. Eso sí, todavía teníamos que cumplir el canon de normatividad estética impuesto por el patriarcado, que una cosa era libertad, y la otra libertinaje. Hasta que llegó el momento en el que las señoras decidimos dar una patada a la mesa y gritar que no, que se había acabado, que queríamos una representación digna. 

Ay, amigo, tamaña blasfemia. ¿Os acordáis de cuando los gamers manejaban a Lara Croft o a Chun Li sin montar un drama porque no se sentían representados y no querían que la protagonista fuese una mujer? Parece que pasaron ya mil años de eso, pero sí, en su momento no les molestaba tanto. Que vale, que el motivo era “porque estaban buenas”, pero la cuestión es que al no tener ningún altavoz sus quejas acababan apagadas y aparcadas en una esquina. No le importaban a nadie, y por eso no llegaban a más. ¿Y ahora? Pues ahora realmente tampoco le importan a nadie, pero varios garrulos solitarios se juntan y gritan mucho, aparentando una jauría mucho más grande, y se les acaba dando voz en los medios y redes sociales. Que no os engañen, muchos jugadores han evolucionado, han salido de la cueva y celebran la nueva perspectiva femenina que se está siguiendo ahora mismo. 

Sin embargo, no nos podemos quedar celebrando que por fin tengamos Señoras Bien™ como protagonistas, porque no nos podemos olvidar de que en el desarrollo todavía se sigue discriminando, se contratan muchas menos mujeres que hombres, se las mantiene en los puestos bajos y se las desprecia utilizando la idea retrógrada de que las mujeres no sabemos hacer ciertas cosas, y mucho menos mejor que un hombre. También debemos luchar por ellas y por poder ver sus nombres en los créditos, porque la industria también las necesita.

woman-sitting-on-chair-while-leaning-on-laptop-3791136

Explotación laboral 

Ay, el crunch, sufrido por muchos y negado por otros. Este problema es una serpiente de dos cabezas. Las grandes empresas, motivadas por sus ansias de ganar mucho más dinero del que ya ganan (y aquí estamos hablando de billones, con una B muy grande), necesitan sacar juegos, y lo necesitan ya. Al mismo tiempo, para no gastar demasiado, deciden que la mejor forma de conseguir que su juego salga el día previsto es hacer que durante bastantes meses todos los trabajadores dediquen 16 horas al día a terminar esa cosa que tiene tanta urgencia. ¿Y al llegar a casa? Pues un poquito de QA testing, que nunca está de más. Podría contratarse a más gente, pero eso cuesta dinero. O podría atrasar la fecha de salida del juego, pero eso también cuesta dinero y además los gamers se enfadan. Así que ahí nos quedamos, con puro capitalismo destructivo y un montón de gente con depresión, ansiedad, trastornos de estrés postraumático (TEPT) y demás cosas bonitas.

Os preguntaréis qué tiene que ver todo esto con lo indie, ¿verdad? Bueno, pues dejando de lado el factor “es un trabajo y necesito el dinero” por el que probablemente mucha gente pasó alguna vez en su vida, la clave que une tanto a la empresa grande como al indie solitario son los sueños. Nadie entra en la industria pensando que eso será un trabajo temporal hasta encontrar algo mejor, todo el mundo lo hace soñando que en algún momento su juego se hará famoso y muchísima gente lo disfrutará, o que alguien importante descubrirá su talento y le ofrecerá un trabajo maravilloso en una de esas grandes empresas. Esto no es algo malo ni imposible, pero sí que es el motivo por el que nos acabamos forzando hasta llegar a los límites de quemarnos incluso cuando no tenemos detrás algún jefe exigiendo demasiado. Y encima vamos y lo romantizamos.

No es la primera vez que aparece algún pequeño estudio compuesto por dos personas diciendo que hipotecaron sus vidas, dejaron sus trabajos y sobrevivieron a base de comer arroz hasta que sacaron su juego. Y eso lo escuchamos porque ese pequeño estudio tuvo suerte, pero ¿cuántas personas se habrán quedado atrás haciendo lo mismo? ¿Cuántos trabajadores se pasan días sin dormir para poder sacar adelante ese triple A porque creen que es el juego de su vida? El monstruo de la explotación laboral en este caso se alimenta de los sueños, y ningún juego merece la vida de una persona.

ellie-the-last-of-us-2-lgbt-protagonist-1280x720

LGTBfobia

Los videojuegos, además de un entretenimiento, son un reflejo de la sociedad, y por desgracia esto también es así cuando aparece ese odio irracional que tiene cierto sector muy concreto hacia cualquier persona que no cumpla los estereotipos cishetero de lo que vendría a ser “el sueño americano”. Esto, por supuesto, siempre acaba derivando en una batalla campal en las redes sociales, haciendo que de nuevo esas voces homófobas sean amplificadas. Sin embargo, en este caso sí hemos podido ver una evolución. Extremadamente lenta, pero evolución al fin y al cabo. 

¿Y por qué decidieron iniciar ese cambio, si hasta hace muy poco el canon más aceptado en el mundillo era el de “señor hetero tiene que salvar a señora hetero para ligársela”? Pues porque, para sorpresa de muchos, hay un montón de gente que no es un señor hetero. Y que juegan a cosas, disfrutan cuando ven su representación y sufren cuando una y otra vez esa representación está hecha de forma ofensiva, absurda, y que no simbolizaría ni a una patata con la bandera arcoíris pintada. Por suerte, cada vez hay más gente del colectivo trabajando en sus propios juegos o para grandes empresas y, aunque sea porque esas empresas saben que así recibirán más dinero porque el sucio capitalismo funciona así, empiezan a escuchar a esas personas. Esto funciona a base de migajas, no os lo voy a negar, pero al conseguir que vayan cediendo también se va consiguiendo más aceptación en la vida real. Poco a poco todo el mundo va comprendiendo que lo único que queremos es tener los mismos derechos para todos, y que tener una protagonista lesbiana no va a hacer ni que un juego sea malo, ni que la desarrolladora se arruine, ni va a implosionar el planeta. Simplemente va a estar ahí, y la gente lo va a disfrutar.

De lo que no nos podemos olvidar es de que tenemos un problema gordísimo aquí que además se niega de forma sistemática: la transfobia. Como señora cis que soy, quizá no pueda definir todos y cada uno de los errores que se están cometiendo, pero sí sé que debemos escuchar a quienes lo sufren y nos están gritando claramente que su discriminación no es un problema residual ni algo nuevo. Durante muchos años la representación dentro de los videojuegos se limitó a chistes rancios o estereotipos que surgieron del odio, los puestos de trabajo ocupados por una persona trans eran como encontrar un unicornio, e incluso ciertas empresas se permitieron el lujo de menospreciarlas de forma pública una y otra vez. Y esto no fue hace tanto tiempo. Aunque dejando de lado un puñado de indies que luchan por sus derechos, lo cierto es que la industria en general está dejando de lado esta parte del colectivo, avanzando todavía mucho más lento que con el resto de las siglas. Podría decirse que la tan temida (por los TruGamers™, claro) agenda LGBT+ proviene del hastío vital, pero por mucho cansancio acumulado que tengamos no podemos dejar de luchar ahora, cuando ya hemos empezado a ganar las batallas y, sobre todo, cuando todavía nos necesitan.

gracewalker1

Racismo

“Yo no soy racista, que me me gusta jugar al GTA San Andreas y CJ es negro”. Seguramente habréis escuchado algo similar alguna vez, ¿verdad? Hace unos años se publicó un estudio que decía que cuando una persona blanca juega con un personaje negro se vuelve muchísimo más violenta que si juega a ese mismo juego con un personaje blanco. Esto, tal y como se plantea, está mal a todos los niveles posibles porque culpabiliza de forma directa a una raza entera de cualquier tipo de acto violento que cometa una persona blanca. Y encima, cómo no, la industria se ha agarrado a esto como a un clavo ardiendo para poder utilizarlo como excusa para evitar a protagonistas negros, salvo que puedan utilizarlo en su propio beneficio explotando los estereotipos racistas que siguen perpetuando sin inmutarse ni un poco. Eso sí, sacando el cartelito de Black Lives Matters en las redes sociales, por si acaso.

Y es que las últimas revueltas nos han abierto mucho los ojos, o eso espero, sobre el racismo que reina en todo el mundo, y el nivel tan extremo al que llegan en EEUU, aunque esto no debe servirnos para excusarnos del racismo que existe en nuestro país. Si nos paramos a pensarlo, ¿cuántas personas negras conocéis que se dediquen a desarrollar videojuegos y tengan como mínimo la mitad de la fama de Carmack, Gilbert o Schafer? La ausencia de diversidad de razas aparece, una vez más, tanto en los personajes como en el número de personas que trabajan en la industria, y no es por falta de talento, capacidades o estudios, sino que simplemente prefieren contratar al señor blanco estándar de siempre. 

Pero la industria no es tan racista, porque hay un montón de desarrolladores japoneses… ¿verdad? Bueno, dejando un poco de lado el enorme racismo que proviene de la sociedad japonesa (porque nos daría para hablar durante horas), lo cierto es que solo nos parece que están menos marginados porque su industria es tan potente como la norteamericana, y además solemos asociar la estética anime con la representación japonesa, aunque a poco que nos ponemos a rebuscar vemos que si no cogemos el Yakuza o el Shenmue no vamos a encontrar mucho más, ni siquiera protagonizando juegos de nombres tan importantes en la industria japonesa como el de Hideo Kojima.

Tenemos juegos que dicen representar alguna parte de la sociedad estadounidense y canadiense, pero no tenemos personajes racializados. Tenemos juegos que dicen ser asiáticos, y sin embargo solo aparecen personas blancas o japonesas con rasgos completamente modificados, haciendo whitewash a un continente entero y dejando de lado la variedad de tonos que se pueden encontrar en Corea, China, Vietnam, etc. ¿Y Oriente Medio? Ahí se tienen que conformar con ser los malos de la película, siguiendo la estela de la idea general que reina en Hollywood. Quiero creer que tras los últimos eventos tanto esa representación como el número de contratos de gente de color (POC) van a mejorar porque, una vez más, lo único que se pide es tener los mismos derechos. Y ya va siendo hora.

me-too-printed-paper-wall-decor-622135

Acoso

La última explosión en la industria surgió hace muy poquito. De vez en cuando aparecían petardazos mostrando situaciones de acoso laboral y/o sexual, pero pronto quedaban minimizados porque apenas había consecuencias. Si el acosador era un don nadie y había suerte, lo echaban de su puesto porque ya encontraría trabajo en otra desarrolladora, y si era alguien importante se disimulaba hasta poder esconderlo debajo de la alfombra. Pero acabó llegando la gota que colmó el vaso y de repente ardieron las redes sociales, llenando listas infinitas y titulares de noticias con nombres propios de acosadores que huyeron a esconderse en sus cuevas.

En una sola semana salieron a la luz los casos de varios trabajadores de Ubisoft, como Andrien Gbinigie, Maxime Beland, Tommy Francois, Ashraf Ismail y muchos más, tantos que esta vez Ubisoft tuvo que tomar cartas en el asunto y el propio Yves Guillemot anunció que tomarían medidas para prevenir, reportar y resolver este tipo de conductas. Otra cosa, viendo los acontecimientos recientes, es que realmente lo hagan bien. Insomniac Games, otra de las empresas plagada de casos de acoso, también respondió a las acusaciones, así como Twitch y otras varias en las que estaba colaborando Chris Avellone, uno de los nombres más conocidos de la enorme lista. Pero, ¿sabéis cuál es el problema? Que no es una lista, son personas adultas con capacidad suficiente como para entender que eso que hacen es algo malo, y con la creencia de ser intocables hagan lo que hagan porque nunca antes habían tenido consecuencias. Y eso da un miedo terrible. 

¿Sabéis cuántas personas, no solo mujeres (aunque son la mayoría), han abandonado el posible trabajo de sus sueños por esto? Por la indefensión, por la presión de cumplir unas expectativas que sólo se exigían a esa persona en concreto, por miedo a gritos de superiores, por no poder ir a un evento sin que alguien decida propasarse y culpar de ello a la horrible y absurda idea de hacer networking tomando copas, o incluso por haber tenido la osadía de tener opiniones sobre un tema. En una industria en la que se lleva años protegiendo a las malas personas con la excusa de que hacen bien su trabajo o simplemente creyendo que tampoco es para tanto, nadie puede tener la seguridad de que no le va a suceder lo mismo. Por suerte, en el caso del acoso parece que se ha llegado a un punto de no retorno, quizá porque la desesperación deja a la gente sin nada que perder y decide denunciar de forma pública sin importarle las posibles consecuencias en la industria, o quizá porque en realidad era el momento del cambio que tanta falta hacía. Sea como sea, parece haber una luz al final del túnel. 

Dragon-Quest-Builders-2_20190213_18

Cuanto más pienso en todo esto estoy más segura de que todo lo que está relacionado con los videojuegos está completamente destrozado y lleno de ratas. Mires hacia donde mires hay trozos derrumbándose que son imposibles de apuntalar. Sin embargo, yo soy una persona que cree firmemente en que todo se puede arreglar, que el viejo método de apagar y volver a encender es algo que funciona, y que en caso de un problema mayor siempre se puede reiniciar. Y por eso sé que la industria de los videojuegos se puede y debe reiniciar. La gente puede cambiar, aprender, reflexionar sobre errores pasados y hacer todo lo posible por arreglarlos, y resulta que detrás de los videojuegos hay millones de personas. Algunas podrán hacer más y otras menos, pero todo el mundo puede aportar su pequeño granito de arena. 

Hay que tener en cuenta que con el tan “querido” sistema capitalista que tenemos vamos a tener limitaciones, nos ha demostrado una y otra vez que en el caso de esta industria el consumo ético son los padres, pero también hemos visto que si nos unimos, gritamos, protestamos y denunciamos por un bien común, alguien acabará saliendo a ver qué pasa y haciendo caso aunque sea por puro beneficio propio. De nuevo, nos vamos conformando con miguitas, aunque cada vez la bola de pan se va haciendo más grande y sólo nos queda recordar hacia quién debemos dirigir nuestras quejas: siempre hacia los opresores, nunca hacia quien te acompañe en la lucha o esté peleando por otra de las muchas que existen, todas igual de válidas, ninguna más importante que la otra. Y si no, siempre nos queda volver a reiniciar, esta vez con más fuego.

Humble Bundle Instant Gaming

Cómprame un café en ko-fi.com

Nix

I run on coffee, sarcasm and lipstick. Hace años le vendí mi alma a Bioware y me convirtieron en la Shadow Broker. Tengo un papelito que dice que soy N7, pero no quieren darme mi propia nave. Me gusta llevarle la contraria a la gente y por eso soy una Inquisidora enana y pelirroja.

1 comentario
Arabrax
Arabrax 31/07/2020 a las 9:58 pm

Un cóctel explosivo de discriminación, explotación y acoso; o sea que vamos, bien cargada la cosa. 😩 Tengo curiosidad, porque he visto «respuestas» con respecto a la discriminación y acoso recientemente, pero nada que ver con el crunch. De hecho, siento que cada vez es peor, porque los estándares de juegos AAA cada vez son más altos y las presiones también aumentan.

En cualquier caso, tengo mucha fe en que cada vez más salgamos de este patrón. Los juegos indie tienen mucha presión por salir adelante, pero cosas como Patreon y/o Kickstarter ayudan a que puedan ir avanzando sin necesidad de explotación (o así lo percibo yo con algunas desarrolladoras que estoy siguiendo); y con respecto a las grandes empresas, pues nada, seguir haciendo ruido hasta que no tengan más opción que escuchar y actuar.

¡Gracias por el artículo!

Deja tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

%d