¡Lo de mudarse era una trampa!

Animal Crossing New Leaf

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Llega un momento en la vida de toda persona en la que tiene que dejar el nido y salir a volar; buscarse las habichuelas, madurar y esas cosas. Vamos, que me he ido de casa porque ya voy teniendo una edad y creo que la mejor decisión es mudarme de ciudad. Sí, sí, ha sido todo muy a lo loco pero qué queréis que os diga, ha sido de esas decisiones que, si las piensas demasiado, nunca las llevas a cabo.

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Esta soy yo cuando llegué, joven e inexperta

He elegido un pueblecito muy tranquilo, de esos donde «nunca pasa nada«, con estación de tren, un riachuelo y playa. Una enorme y preciosa playa donde las olas rompen suavemente. Hay muchos árboles y ¡algunos de ellos dan melocotones! Aunque parecen culetes así que los voy a llamar árboles de la fruta culo. Sí, soy adulta y sí, a veces tengo tres años mentales. ¡También hay flores! Y bichos *sale corriendo detrás de las mariposas*.

El pueblo se llama Normandy y por eso me fui de cabeza (¿Fan de Mass Effect yo? No sé cómo osáis a insinuarlo); pero mi sorpresa fue que, a mi llegada, estaba todo el pueblo esperándome. Todos me vitorearon y saludaron efusivamente hasta que un ser bípedo con forma de perrete de color crema y vestido de color verde se acercó y me dijo que yo era la nueva alcaldesa.

CÓMO QUE NUEVA ALCALDESA, QUE YO PRETENDÍA TRABAJAR EN UNA DE LAS TIENDITAS DEL PUEBLO Y LLEVAR UNA VIDA TRANQUILA, QUÉ ME ESTÁIS CONTANDO. SI NI HABÉIS HECHO ELECCIONES. SOLTADME. HE DICHO QUE ME SOLTÉIIIIIIIS.

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OS LO DIJE

Intenté negarme pero no hubo forma y fui arrastrada hasta el ayuntamiento por los habitantes que resultaron ser furros. Sí, me había mudado a un pueblo de furros y como si no fuese poco encima me han hecho alcaldesa. ~Soy la alcaldesa de los furros, temedme~.

La secretaria, que se llama Canela, me dijo un montón de cosas que ahora ya ni recuerdo; algo sobre que sólo tendría que rellenar unos papeles que tardarían varios días en ser administrados y que fuese a hablar con la inmobiliaria para que me dieran una casa. Porque al parecer no hay casas libres en este pueblo.

El de la inmobiliaria resultó ser un tanuki muy majete llamado Nook. Me dio una tienda de campaña para que tuviera dónde quedarme mientras construían mi casa; aunque me hizo pagar 10.000 bayas (10K BAYAS POR UNA TIENDA DE CAMPAÑA ESTAMOS LOCOS). Eso sí, me dejaron elegir el lugar y, por supuesto, elegí uno cerquita al acceso de la playa. Me gusta escuchar el mar por las noches. El último comentario que me hizo antes de dejarme a mi aire fue que al día siguiente tendría ya la casita hecha. Y así fue. Ni me enteré porque no hicieron nada de ruido (Is it some kind of [creepy] magic?).

Una vez amanecí en mi nueva y flamante… casita, me dirigí al ayuntamiento, a ver si podía deshacerme del marrón que me habían colgado… pero no. Canela me dijo que tenía que empadronarme, así que me hizo rellenar una serie de papeles y luego me arrastró a la plaza principal del pueblo, donde me hizo plantar un árbol. No sé qué tipo de árbol pero no parecía un pino.

Después de haber plantado el árbol, me arrastró de nuevo al ayuntamiento, me sentó en una silla mullida y me dijo que para que el pueblo prosperase tendría que hacer unas cuantas cosas llamadas proyectos vecinales. Estos proyectos eran peticiones de los habitantes del pueblo para que yo ordenase construirlas, ya sabéis: puentes para cruzar el río, un banco, una fuente… yo le dije que muy bien pero que qué presupuesto teníamos para eso. Canela se rio. Mucho. Me dijo que esos proyectos dependían de los donativos de los demás habitantes del pueblo. Entrecerré los ojos sin apartar la vista del moñete que tenía en la cabeza y que se movía alegremente mientras Canela gesticulaba.

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Luego los proyectos quedan cuquis pero jaja sí, bancarrota

Los vecinos tenían que donar para que el proyecto pudiera terminarse.Vamos, que el ayuntamiento estaba en la más profunda bancarrota. La secretaria debió de intuir algo por mi expresión porque hizo un gesto airado con la mano y me comentó que podíamos sacar dinero si vendíamos frutas, conchas, peces y bichos.

Ahora sí, mi cara fue un auténtico poema. “Sí, sí; mira, tú te vas a la playa y te pescas unos gallos y se los vendes a Al y Paca en la tienda de reciclaje y así te dan bayas y con eso podemos contribuir al ayuntamiento. Y puedes pagarte un sueldo.¡¿Pero cómo vamos a sobrevivir a base de vender bichos y peces?! Miré a Canela, parpadeé y luego me pasé las manos por la cara, estresada y con ganas de tirarme por el acantilado.

No tuve tiempo de seguir arrepintiéndome de mi decisión de mudarme puesto que me volvió a coger del brazo y me llevó a rastras por el pueblo para ir presentándome a todos los habitantes. Había un canguro, una ratoncita, una yegua, un oso, una mona y un hipopótamo; todos ellos con distintas personalidades e igualmente irritantes.

Después me llevó de nuevo a la zona comercial, donde me enseñó las cuatro tiendas que había: un fotomatón, la inmobiliaria en la que ya había estado, la tienda de los tanukis Tendo y Nendo, una tienda de ropa artesanal y el museo. Canela me informó de que el museo estaba completamente vacío y que estaría muy bien intentar conseguir bichos, peces, fósiles, esculturas y pinturas para poder tener exposiciones. Vamos, que además de conseguir bayas para el Ayuntamiento me toca excavar, pescar, atrapar bichos y comprar arte (y esperar que no me timen, que hay mucho ladino por ahí).

Canela me dio una palmada en la espalda y me dijo que me tomase el día libre, que me fuese a pescar, regar flores o simplemente pasear por la playa. Luego salió corriendo hacia el ayuntamiento. Yo miré cómo su figura se iba haciendo más y más pequeñita mientras desenfocaba la mirada.

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Los primeros días tenía que controlar la frustración

Finalmente suspiré e hice lo que Canela me dijo: tomarme el día libre. Me fui a la playa y recogí unas cuantas conchas. Luego me paseé por entre los árboles y recogí melocotones; los vecinos me informaron de que era la fruta nativa del pueblo, que otros pueblos tenían otras variedades como manzanas, peras, naranjas y cerezas; pero que en las islas tropicales se podían conseguir cocos, lichis, durianes, limones, mangos y plátanos. Al agitar los árboles cayó una variedad distinta de melocotón: el melocotón delicioso. Me aconsejaron plantarlo así que así lo hice (con el tiempo creció un árbol frutal que daba más melocotones deliciosos, hasta que un día dio una fruta pocha y el árbol se murió).

También tiré, sin querer, varias colmenas y las abejas me picaron; pero me quedé con los panales de las colmenas, quizá pudiera sacar bayas por ellos (spoiler: sí que pude). También me cayó un armario porque por alguna extraña razón, se quedó atascado entre las ramas. Ahora luce en mi salón, porque es bonito.

Reconozco que al principio intenté que me echasen del cargo fastidiando a los vecinos. Los empujaba, los golpeaba con la red para cazar bichos, les ponía trampas, y hasta los empujé a las vías del tren y los rodeé de agujeros para que no pudieran moverse. Pero de nada sirvió, siguen todos aquí dando por saco. Al final he terminado por tolerarlos e incluso aprecio a alguno, pero yo sólo quiero que me dejen tranquila haciendo mis cosas de alcaldesa.

Porque sí. A pesar de todo he asumido que soy la alcaldesa de este pueblo lleno de animales y que tampoco está tan mal. Planto flores, árboles, árboles frutales, cedros y arbustos y los riego cada día. Desentierro fósiles para llevarlos al museo, además de pescar de vez en cuando y cazar bichos. Lo de las obras de arte aún lo tengo un poco más verde porque es difícil distinguir las originales de las falsas. Tengo que pagar el préstamo para la casa pero Tom Nook no me mete prisa ni manda gente a partirme las piernas por retrasarme con el pago; cuando tengo algo de dinero, lo ingreso en el bayero automático y así voy disminuyendo la deuda.

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Ir a bailar con amigas está genial siempre (feat. Anís y Nix)

La zona comercial está creciendo, ahora tenemos una zapatería, la pequeña tienda de Tendo y Nendo ahora es más grande, hay una tienda de jardinería y un club de música donde toca un DJ llamado Totakeke y que abre por las noches. La verdad es que la música es bastante buena. ¡Ah, sí! Tenemos una zona de autocaravanas donde llegan vendedores ambulantes, cada día llega uno distinto y podemos adquirir productos que no están disponibles en las demás tiendas.

Finalmente, como alcaldesa puedo acceder a una isla paradisíaca llamada Isla Tórtimer, donde puedo hacer tours, nadar, y pescar peces y capturar bichos que no hay en la playa del pueblo. Descubrí que estas especies se venden por más bayas así que de vez en cuando voy para llenar las arcas del ayuntamiento. ¿Que qué son los tours? Pues son juegos, como el escondite, capturar bichos, encontrar minerales y esas cosas. Pero lo mejor de esto es que se puede jugar con amigas, y eso es muchísimo más divertido.

Sé que aún me quedan cosas por descubrir pero qué queréis que os diga, recomiendo esta experiencia de mudarse y demás a cualquiera, ser alcaldesa no está tan mal.

¿Verdad? ¿Verdad? Decidme que es verdad porque si no me tiro por el acantilado.

[Fuente cabecera: Nintendo. Resto de imágenes: capturas propias]

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1 comentario
Ibra
Ibra 13/05/2019 a las 12:04 pm

Gracias por hacer tan entretenida la reseña 🙂
Y por las etiquetas, que nunca decepcionan xd

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