Análisis de Stygian: Reign of the Old Ones

25/08/2020 | mirandaikon | No hay comentarios
«A veces pienso que la gente se ha vuelto más hábil para esconder sus prejuicios hoy en día, y a veces leo las noticias y creo que Lovecraft fue, parafraseando la disculpa usual, un hombre de NUESTROS tiempos. Aunque Lovecraft en algún momento dijo que le agradaba Hitler con todo y sus problemas, nadie diría eso en estos días… oh, esperen, acabo de revisar las noticias…»
Ruthana Emrys contestando la pregunta: ¿Qué catarsis te ofrece reescribir o recontextualizar las historias racistas de Lovecraft?
El miedo es una experiencia universal, y el trabajo de horror cósmico de Lovecraft retuerce nuestras entrañas aprovechándose de esta misma idea. Sin embargo, no todes tememos a lo mismo y las historias originales del escritor de Rhode Island, que hablan del miedo más arraigado en la blanquitud (la pureza de tu cultura destrozada por los salvajes seres incomprensibles que existen fuera de los límites de tu comprensión), no son tan universales como él creía.
No es el propósito de la presente reseña elaborar sobre el profundo y repugnante racismo que late en los mitos cósmicos de horror de Howard Phillips Lovecraft, para eso hay mucho ya escrito de manera mucho más elocuente de lo que quien escribe esta pieza podría articular; pero es importante mencionarlo, ya que como todas las obras contemporáneas que mojan su pluma en este ideario particular, Stygian: Reign of the Old Ones intenta reapropiarse de la narrativa creada por Lovecraft para contar su propia versión, y con ello es recipiente de la responsabilidad de dirigir la discusión que envuelve el mundo de Cthulhu y sus horrores por el camino de la reivindicación.
Los dados sobre la mesa
Una de las sorpresas más agradables de Stygian fue su creación de personaje, inspirada mucho más en los juegos de rol de lápiz y papel de La llamada de Cthulhu que en un tradicional videojuego de rol. Al comenzar se te pide elegir un trasfondo, arquetipo y sistema de creencias de entre una lista suficientemente variada para tus personajes, que pueden desarrollar trastornos durante el desarrollo de la trama al perder “cordura”, cuando entender la realidad a su alrededor es demasiado para nuestros pobres avatares virtuales.
Tus creencias también abren oportunidades de diálogo diferentes que, aunque en mi experiencia personal con el juego no cambian mucho el resultado final de la progresión de los arcos argumentales, le agregan algo de sabor a las interacciones con los NPC.
El sistema de pelea es definitivamente diferente a lo que estamos acostumbrades. El juego mismo recomienda a través de una ventana informativa al comenzar tu primer encuentro la graciosa huida sobre el combate. Durante tus encuentros con diversas bestias, horrores u otras personas con intenciones opuestas a la tuya (léase: tu supervivencia) es muy común fallar un golpe o disparo, o ser víctima de un ataque crítico a menos que las habilidades y atributos de tu personaje estén diseñados específicamente para el combate, y esto aunado al lento ritmo de las peleas puede aburrir muy pronto. Debo admitir que me encontraba a menudo huyendo de mis batallas no por la recomendación del juego, sino por evitar el tedio del sistema.
Esto no quiere decir que no haya opciones para la estrategia dentro del campo de batalla. Tu personaje puede aprender habilidades de batalla pasivas o activas tales como bonus en tu oportunidad de esquivar o atinar un golpe, mejores oportunidades con armas de fuego o combate cuerpo a cuerpo, e incluso hechizos como el mal de ojo o la sanguinomancia.
Insinuaciones sobre extrañas supervivencias
La trama de Stygian no va a dejar boquiabierto a nadie. La secuencia de eventos que te obligan a recorrer todo el mapa una y otra vez (el tamaño del mapa puede ser un problema para cierto tipo de jugadores que disfrutan más de explorar) son predecibles y en muchos casos, francamente ingenuos para quienes disfrutan del género del horror en cualquiera de sus modalidades, sin embargo, esto no es en todo momento un punto débil, sino en mi opinión, una de las fortalezas del juego.
Desde el comienzo, la historia resulta tan familiar que es como si te diera la bienvenida. Todos los tropos que nos gustan están presentes, desde los sueños proféticos hasta el marinero maldito; hay por lo menos dos cameos que quienes hayan leído la mitología original disfrutarán mucho y en general todo se siente hecho con el cariño que sólo un fan puede tener al insertarse dentro de la narrativa de una propiedad intelectual que no le pertenece. Es como leer un fanfic, con todo lo positivo y negativo que esto conlleva.
La verdad es que el guion nunca logra ser tan elocuente como los escritores creen que es. Muchas de las interacciones con los NPC se sienten tan acartonadas que bien podrían ser usadas como audio de conversación en un libro para aprender idiomas, mientras que dentro del juego los personajes suponen que sus diálogos te están cambiando la vida, lo que, junto con el diseño sonoro del juego, extremadamente repetitivo, causa que nunca logres una inmersión duradera ni constante.
El monstruo está más allá de toda posible descripción
Aunque me gustaría recomendar Stygian: Reign of the Old Ones a cualquiera que disfrute de los mitos de horror cósmico de Cthulhu y la pandilla, me temo que hay un factor único que me impide hacerlo, y no tiene tanto que ver con las fallas antes mencionadas en guión y sonido sino con una razón un poco más delicada.
Y es que el juego hace poco por remendar la desagradable visión del autor. Muchos de los prejuicios hacia las culturas no hegemónicas del contexto temporal y geográfico están dolorosamente presentes. Uno de estos ejemplos es el manejo del símbolo del nativo norteamericano, que pareciera una parodia de mal gusto al mostrar una tribu “salvaje”, “con la que es imposible de convivir de manera civilizada”, pero al no tener una resolución positiva, tenemos que asumir que es, con toda honestidad, una terrible, desafortunada e intencional representación.
La ficción de Lovecraft existe detenida en el tiempo y excusada por sus seguidores más… digamos conservadores… como un producto de su época hecho por un hombre que a su vez representa un tiempo pasado. Sin embargo, los valores de sus entre líneas siguen vigentes hoy día en cada xenófobo, en cada partidario de la pureza racial, en cada supremacista blanco, por lo que no es correcto leerlo como si se tratara de vestigios de una guerra ganada, de una cultura que ya no existe. Y es por esto mismo que el deber de cada autor que se apropie de la narrativa de estos horrores no tan cósmicos es evitar reproducirla fielmente.
Consumir cualquier historia lovecraftiana en nuestro tiempo debería ser catártico, y aunque muchas de las virtudes de Stygian radican en su familiaridad, esta es la única y más importante característica en la que debería sentirse ajena.
Cocinera e investigadora, obsesa del análisis de cultura pop; vive en Guadalajara, México, enseñándole a la gente a no terminar como ella.
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