Y yo sigo siendo eeeel reeeey
Análisis de Pathfinder: Kingmaker

27/07/2021 | kelerele | 2 comentarios
He jugado a videojuegos de rol prácticamente toda mi vida, pero el rol de mesa se me ha resistido hasta hace relativamente poco. Hay algo curioso en juntarse varios alrededor de una mesa física o virtual y ponerse a jugar, pensar en o directamente interpretar un mundo que otra persona ha puesto tiempo y empeño en crear al otro lado del panel. Estos mundos y estos sistemas prácticamente son más viejos que mi propia existencia, así que no era de extrañar que surgiera la oportunidad de pasarlos al mundo de los videojuegos y las consolas e intentar mezclar las dos formas de interacción.
Pathfinder: Kingmaker es un RPG que adapta varios de los paquetes de aventuras de ese mismo nombre de la mesa a la pantalla. Empezó como un Kickstarter en 2017 iniciado por la desarrolladora rusa Owlcat, y tuvo el permiso del propio equipo de Pathfinder para tomar prestada la propiedad intelectual. No solo tendremos que patearnos los diferentes valles, cuevas y edificaciones de cabo a rabo y vencer a todo lo que se tope en las Stolen Lands, unas tierras infestadas de bandidos y maldiciones, sino que también tendremos que gestionar nuestro propio condado con la ayuda de nuestros compañeros de viaje. No todos los enemigos son dragones, ni goblins, ni bandidos, ni se encuentran al fondo de una mazmorra. En más casos de los que parece se encuentran detrás de misivas o mesas de negociación.
A partir de un mapa más grande iremos entrando en los diferentes territorios y ubicaciones del juego, cada uno con su nivel de profundidad y amplitud. A partir de aquí solo queda explorar y encontrar qué nos ofrece el juego. Qué veremos depende de las habilidades pasivas de nuestros personajes: una percepción alta nos mostrará enemigos escondidos por la zona, otros tendrán mejores posibilidades de deshacerse de trampas, y otros de entender los peligros de la madre naturaleza. No obstante, no podremos adelantarnos a todos los peligros y tendremos que luchar. Por un lado, el juego permite un modo rápido en el cual solo controlamos al protagonista y los demás van a su aire, o controlar a todo el equipo tanto dentro como fuera del combate. Aunque este último es más lento (especialmente cuando hay muchos enemigos, pero de eso hablaremos más tarde), permite un mayor control y planificación, y es el que he usado para la mayoría de los combates. Además, siempre tendremos un pequeño historial al lado para repasar qué ha hecho el enemigo para barrernos del mapa o cómo nuestro campeón con +50 de destreza ha fallado el golpe. Creedme, los dados no tienen piedad al otro lado de la pantalla, y las pifias sientan igual de mal. Si habéis venido a daros un paseo por unas tierras inhóspitas u os quedáis atrapados en algún combate, la dificultad siempre está ahí para cambiarse y adaptarse a vuestra forma de jugar. Sin embargo, si no se está atento a dónde se pisa o contra quién te enfrentas, el nivel fácil puede ser igual de frustrante que el normal.

¿Alguien más? ¡Todavía hay tiempo!
Pero la capital de nuestro futuro reino nos reclama, y es que lo que puede ser un gran reino tiene que construirse desde 0. No solo las casas, los equipamientos (como los barrancones, graneros o tabernas) o los territorios cercanos, sino los problemas y las oportunidades que tiene fundar un territorio nuevo en el que conviven seres de (casi) todos los planos posibles. No estamos solos en ello; aquellos con los que compartimos lucha en el campo de batalla, junto a otros NPC, tendrán la capacidad de administrar las cuestiones de una ciudad como son la economía, la justicia, la religión o las relaciones entre otros territorios soberanos. Aquí nuestros enemigos no son solo aquellos que quieran alterar nuestra paz, sino también el calendario. Cada problema y oportunidad ocupa su tiempo y tiene una fecha límite, y si los ignoramos o ponemos prioridad al asunto equivocado, podemos pasar de un reino tranquilo a uno a las puertas de las ruinas. El juego no termina solo cuando morimos, sino que si nuestra pequeña parcela cae nos iremos a la ruina con ella. No solo eso, sino que, como la mayoría de este juego, depende de una tirada de dados que, sumados a unos bonificadores, han de superar un umbral de dificultad. Sin embargo, podemos ajustar la dificultad para que, aunque se esté en la mayor mierda, nuestro reino nunca se derrumbe, o incluso que se gestione por sí solo. No recomiendo activar la autogestión, ya que puede detener el avance de varias de las misiones principales. ¿Por qué? Porque sí, es una incompatibilidad que no se revisó cuando jugué. Y en algunas también corre el reloj en nuestra contra.
Una de las razones por las que el juego puede llegar a ser lento es por su contradictoria “optimización”. Porque óptima, incluso en PC, no es. Sin embargo; no presenta tantos problemas como presentó la versión de consolas en un primer momento, que no quiere decir que los que se mantienen, no molesten. Los problemas varían de gravedad, empezando con combates ralentizados porque hay demasiados enemigos hasta incompatibilidades con tarjetas gráficas Nvidia que no permiten abrir el juego hasta que no cambias la configuración de visualización desde su propio menú. Agradezco haber jugado tiempo después de la salida, porque creedme, estos problemas no han sido anecdóticos y sin el movimiento y los comentarios de jugadores en foros como el de Steam, las probabilidades de que este texto no saliera adelante son muy altas. Y, por lo que tengo entendido, estos problemas se mantienen en consola.
Aunque haya mencionado estos inconvenientes, cuando el juego cede demuestra todas sus bondades. Tanto personajes “icónicos” del paquete Pathfinder: Kingmaker (como Amiri), como personajes originales (Ekundayo o Nok-Nok), están muy bien perfilados y tienen momentos para profundizar y brillar con luz propia, lo mismo fuera que dentro del reino. No solo en sus misiones secundarias, motor y gasolina para que cuenten su pasado y evolucionen, sino en las propias historias principales: todos tienen un huequito tanto para comentar como para cambiar el curso de esta de forma irremediable. Además, por ejemplo, tienen voz en la propia gestión del reino, ya que, sorpresa, tienen intereses propios y opiniones sobre cómo gestionar problemas que afectan a otras personas en calidad de tus potenciales consejeros. Exacto, niños, este juego tiene política. Gestionar un reino, sus problemas y sus oportunidades es política. Elegir alianzas y enemistades es política. Anexionarse territorios porque sí, porque “nadie los tenía” aunque vivan criaturas inteligentes también lo es.

Es en los tiempos de descanso cuando se forjan las mejores amistades. Y los mayores zascas
Según Steam, he jugado 114 horas a mi, por ahora, única partida de Pathfinder: Kingmaker. Para mí, como si hubiera jugado el doble de horas. Algo que sí tiene en común con las sesiones de mesa (o de Discord), es que es prácticamente imposible realizar partidas cortas, y no solo por la lentitud en la que se mueve a veces el juego. Mis mejores sesiones han sido en las que he perdido la noción del tiempo, en las que cumplo una misión principal y otras cinco por el camino, o en otra en la que resuelvo la vida de todo el mundo desde la comodidad de mi trono. Porque es lo que pide Pathfinder: Kingmaker, meterte de lleno en su aventura, en sus regiones, en sus personajes y, sobre todo, meterse de cabeza en todas los retos y problemáticas que nos ofrece y tomar la decisión que marque una época en esas tierras inhóspitas.
Y lo peor de todo es que no sabría decir si, con todo lo jugado, con todo lo vivido con estos personajes y con este reino que he visto crecer con mis propios ojos y casi “construido” con mis propias mano, puedo sacar un juicio completamente justo y no algo más cercano a unas primeras impresiones, aunque haya necesitado, repito, la titánica cantidad de 114 horas para cumplir la historia principal y secundarias “importantes” (entre ellas ubico las prácticamente necesarias misiones relacionadas con tu grupito de héroes). Número un poco por debajo de la media si miramos páginas como Howlongtobeat.
Creo que el adjetivo, pensándolo un poco en frío, no es tanto “inabarcable” como “sobrecogedor”. Siempre tienes la constante sensación de que te estás perdiendo demasiadas cosas interesantes por elegir un camino, una alineación “demasiado pronto” o querer seguir la ruta principal; por otro lado, ésta irá reclamando más y más tu atención a cada arco de la campaña principal, y prácticamente llegará un momento en el que pedirá absolutamente todo tu tiempo, te queden o no cabos por atar. En los últimos compases del juego las consecuencias de ignorar la historia principal pueden arruinar tu reino más rápido de lo que parece, y tirar por tierra lo que has creado. Pero, a la vez, varios de los problemas del reino solo los puedes resolver desde tu trono, y tienes que luchar por un equilibrio entre vencer al enemigo desde su campo y desde el tuyo. Un equilibrio, en ocasiones, directamente imposible.
Con Pathfinder: Kingmaker, no veo solo una aventura clásica, a la par que sobrecogedora, imposible de recorrer de una vez; sino un intento de crear un modelo, una potencial herramienta para poder trasplantar otros packs de aventuras de Pathfinder al mundo de los videojuegos. Parece que por ahora se ven posibilidades de futuro con el lanzamiento de una nueva aventura en septiembre, llamada Wrath of the Righteous. Una nueva posibilidad para arreglar los fallos técnicos y volver a ofrecer un mundo y unos personajes que te pueden durar desde unos meses hasta una vida entera. Y con todo lo que he escrito, incluso con la reticencia de una mecánica lenta y a veces injusta, cuento los días para saber con qué tipo de personajes y aventuras me voy a cruzar por unos cientos (de miles) de horas.
Análisis realizado a petición de la gente de patreon. Hazte mecenas por sólo 2$ al mes.
"No estoy muerta, estoy en alguna mazmorra de parranda. O escribiendo, que quién sabe con estos tiempos". Me puedes encontrar como @anus_kele en Twitter.
Etiquetas: kingdom managment, kingmaker, owlcat, Pathfinder, pathfinder: kingmaker, pc, PS4, RPG, steam, TRPG, turn based rpg, Xbox one
Un análisis fabuloso, nunca me había interesado por juegos como este, pero gracias al vuestro análisis lo jugué durante meses, ahora que lo he terminado vengó a dar las gracias por haber escrito el artículo. ¡GRACIAS!
Me alegro mucho que os haya gustado y ahora a por el siguiente que lo mejora en todo: Pathfinder: Wrath of the Righteous, una maravilla 🤗🤗🤗