«Imagina ser mamá», pero IRL
Partidas para todos los públicos

13/02/2022 | Alystrin | 1 comentario
A poco que hayáis leído la web o nos hayáis visto en streaming, ya sabréis que la segunda generación de TodasGamers está en camino. Parte de la redacción ya tenemos una edad y hemos tomado la decisión (si es buena está por verse) de tener descendencia.
Las formas de ocio van cambiando con los años. Diría evolucionando, pero no siempre es así. Durante nuestra infancia, por ejemplo, gran parte del entretenimiento se basaba en reuniones sociales y diversión analógica. Actualmente hay mayor variedad, y disponemos de recursos online y dispositivos electrónicos para todos los gustos. Y, salvo que seas una persona tecnófoba declarada, casi todos los hogares disponen de uno o varios de estos aparatos.
Por tanto, las nuevas generaciones están creciendo con toda esta tecnología, y por añadidura nos ven utilizarla a diario. Si me voy al ejemplo concreto de mi familia, tanto el padre de Grito Infernal (mi hija de 5 años) como yo somos usuarios habituales de ordenador en general y de videojuegos en particular, y no es raro vernos emplear horas ante la pantalla bien sea por motivos laborales como de esparcimiento.

Yo tenía una isla ordenadita y mona en Animal Crossing. TENÍA
Como es de esperar, a la canija le llama la atención. Fue por eso que decidimos hace unos meses comprarle de segunda mano la ya descatalogada V. smile de Vtech, que además de presentar personajes atractivos a los más pequeños también tiene un cierto componente educativo. Cuando se empezó a quedar corta, Grito Infernal pasó a jugar a Animal Crossing: New Horizons en mi Nintendo Switch, y de ahí a Yoshi’s Woolly World y Mario Kart Wii en una WiiU que teníamos cogiendo polvo. Todo con sus tiempos y sus controles parentales, como es lógico. Y, a pesar de la visión de los neuropsicólogos más jurásicos, nunca abandonó sus otras aficiones: pinta y juega con sus muñecos, le pirra salir en patinete y ha llegado a construir sus propios niveles de Yoshi con dos amiibos y varios edificios de Pinypon.
Sin embargo, jugar con su consola no es lo que más le gusta. En tema videojuegos, su afición principal pasa por otro punto: si cualquiera de sus padres estamos jugando, no tarda en coger una silla y sentarse a nuestro lado. Esto ha motivado que tengamos que cambiar de títulos a veces: por mucho que me guste Blasphemous, no es un contenido adecuado para su edad. Sin embargo, juegos como Hollow Knight, Stardew Valley u Overcooked son una buena elección.
Jugar con ella a mi lado no solamente sirve como diversión para ella, sino que también nos une un poco más cada vez que lo hace. Comentamos los acontecimientos que vemos en pantalla, como fue el caso de White Shadows. También ha aprendido sobre el compañerismo y la ayuda viendo a Cloth y Quirrel en Hollow Knight. Y se divierte (e indigna) cuando alguna de mis compañeras tira comida en Overcooked! 2. Un mundo de emociones.
También a mí me ha dado muchas cosas positivas además del tiempo compartido. Es notable la sensibilidad que tiene hacia las emociones de los personajes que aparecen en pantalla. Y al ver sus reacciones aprendo mucho a valorar los pequeños detalles, a veces ocultos por el enfado al ser exterminada por un jefe demasiado difícil o la desesperación de un puzle.
Jugar con Grito Infernal me hace esforzarme un punto extra no solamente por avanzar, sino también por dar ejemplo. Aprender que, aunque sea frustrante, el décimo salto fallido puede hacer que nos riamos de nuestra torpeza. Que se escape un “¡ay mecachis!” si nos equivocamos de botón. Que perseverar, aunque cueste, hace que consigamos llegar más lejos cada vez.
Se han escrito ríos de tinta acerca de la pertinencia de que los niños se aproximen a este tipo de actividades. Y por supuesto, dado el salto generacional y la incomprensión, no faltan los argumentos alarmistas. Sin embargo, y tomándolo siempre en su justa medida, no es más que otra forma de ocio y compartir tiempo. Pero, como ya he dicho muchas veces, requiere también de nuestro esfuerzo.
Podemos dejar a nuestra progenie haciendo una actividad sin vigilancia ni supervisión alguna, o podemos implicarnos en las mismas. Si elegimos la segunda seguramente tengamos menos tiempo para nuestras propias aficiones, pero no solo sabremos a qué tipo de contenidos acceden a su edad, sino que sin duda ambas partes disfrutaremos y aprenderemos a la vez.
Alt del vídeo: Final del nivel de Overcooked, donde Meren, Cris, Aonia, Alystrin y Grito Infernal hablan sobre tirar carne y comida.
Cosplayer, otorrinolaringóloga, streamer y, sobre todo, mamarracha profesional. Cuqui del almendruqui que no dudaría en sacarte las muelas por tus "incorrecciones políticas"
Etiquetas: : videojuegos infantiles, aprendizaje, maternidad
Qué recuerdos. Yo hacia lo mismo con mi padre: en cuanto se sentaba a la silla a jugar, me sentaba yo al lado. Sólo que mi padre no cambiaba el juego así que con 5-6-7 años ya lo vi jugar a los Prince of Persia, al Shenmue, los Resident Evil y los Silent Hill. Hasta le gritaba cada vez que salía un zombie que lo matase (decir que no he salido nada perturbada de aquello y soy una buenísima persona jajaja). Eso sí, jugarlo yo no que «no son juegos para niños»; para mí ya me compraban mis juegos o alquilábamos del videoclub los fines de semana para jugar los dos juntos. Por desgracia falleció cuando tenía 10 años pero el recuerdo de cuando jugábamos juntos o lo veía jugar es el mejor que tengo de él. Y por supuesto, he seguido jugando yo.