Dale limones a la vida.

Análisis de Lemon Cake

Análisis de Lemon Cake

Durante los últimos años ha surgido una gran y bienvenida oleada de títulos que presentan una perspectiva más tranquila y suave como respuesta tanto a la oferta de juegos como al contexto socioeconómico que nos toca vivir. En un principio, estos juegos adorables nos permiten evadirnos un rato del mundo que nos rodea y nos transportan a un escenario tranquilo y relajado. No hay responsabilidades ni obligaciones externas: si hacemos algo es autoimpuesto, porque queremos, no por placer sino por voluntad propia en un ritmo en el que nosotras mismas decidimos. Realización y vocación que lo llaman. no es tan diferente a otros, pero nos pone en una situación un poco más curiosa. Pongamos a prueba lo cozy, calentito y adorable que puede ser el mundo de la agricultura, cocina y hostelería, todo ello, a la vez, gracias a Lemon Cake

¿Cómo juntamos estos tres elementos dentro del juego? Sencillo, recuperando de sus ruinas una pequeña pastelería en mitad de ninguna parte. Pero este viejo edificio no viene solo con todo prácticamente montado y listo para entrar al apasionante mundo de la restauración, sino que nos acompaña la fantasma Bonbon —correcto, la antigua propietaria de este pequeño hueco del mundo— para guiarnos con la mayor dulzura del mundo en esta triple aventura. Y si ya cumplimos su deseo post mortem de cocinar la tarta de limón de sus sueños, mejor que mejor. Sin embargo, todas las recetas han de seguirse paso a paso y, antes de cocinar ninguna tarta, tendremos que seguir los primeros pasos de sacar adelante una pastelería. Como aprender recetas, plantar chocolate, fresas o cerezos y hasta dar la oportunidad a los clientes de adoptar gatitos. Y ya, solo entonces, haremos feliz a nuestra etérea casera. Disfrutemos del camino.

No te preocupes, mi reina, que aunque te pongas en medio, transparentas

La mayor dificultad, aunque Lemon Cake no lo lleve como buque insignia, se encuentra en la gestión del único recurso relevante: el tiempo durante el servicio. Ser capaces de poder medir bien los tiempos de cocción de los diferentes platos de nuestro menú, asegurarnos que nuestro huerto no se seca, que nuestra cocina no esté hasta arriba de mierda y, finalmente, servir nuestros postres a nuestros clientes antes de que pierdan la paciencia y no suelten el néctar de la hostelería: una buena propina. Nada más, nada menos. La única forma de aumentar esto es tener más recetas o más mesas, pero el juego nos pone las dinámicas de la totalidad del juego prácticamente el primer cuarto de hora. Solo tendremos más variedad de recetas a medida que subamos de nivel, la cual nos exigirá tener los ingredientes, y en muchos casos el dinero para desbloquear ese ingrediente que no nos permite tener la nueva adquisición en el menú. Pero no existe ninguna presión más allá de la propina para cambiar el menú y tenerlo todo lo antes posible. Los días pasan sin una contrarreloj y sin una fecha límite, si no lo consigues hoy lo conseguirás mañana. Es mucho más importante encontrar tu propio ritmo, el propio flujo de trabajo, antes que los propios resultados. Lo cual se simplifica porque cada partida viene en bocaditos de 15 a 20 minutos, con ratitos antes y después para prepararte a la oleada de clientes de cada día. Mis partidas volaban, tanto las veces que solo podía estar 30 minutos como las veces que podía tumbarme 2 horas y solo pensar en que no se me sequen los arándanos antes de que me pidan otra tarta.

Eso es, querida mía. Siéntate. Pide. Consume mis dulces productos

Me gustaría hablar de una historia, de una trama, de un hilo conductor más allá de lo que ya he comentado, pero prácticamente no existe. Los únicos dos personajes con cierta definición y carácter son Bonbon y Bigotes, el inspector de sanidad también fantasma. Lo que tienen que contar ellos no sirve sólo para unir lo que ocurre día a día, sino para unirlos a ellos, establecer una relación paralela a los acontecimientos. ¿Quiere decir eso que sea malo o me parezca negativo? No, todo lo contrario: la dinámica de estos dos personajes es la guinda del pastel, una historia simplona y obvia que refuerza la sencillez del ambiente. No hay giros de guion, no hay drama, no hay pretensiones, solo dos antiguos conocidos que disfrutan la compañía del otro.

Qué bonito es el amor, qué feo que sigas trabajando en tu no-vida

Con todo esto, con mis dudas encima de la mesa sobre que un juego sobre el mundo de la hostelería pueda ser agradable, entiendo este concepto de cozy para Lemon Cake, cómo lo llegan a transmitir con una idea tan clara y directa. No solo por el apartado artístico más caricaturesco, blandito y con colores suaves, directamente adorable si miramos el diseño de los dos líndimos fantasmitas, o con una música que no busca ser relevante sino transmitir tranquilidad que se genera tras crear una rutina a tu gusto en un entorno que tú has elegido; sino por todo lo que no está presente que sí existe fuera del juego. No se siembra, no se nos exige recordar ninguna receta, Bonbon preparará todos los ingredientes al máximo de su capacidad, la limpieza está muy simplificada, y lo más importante, el trato humano es mínimo, eso es, no hay clientes imbéciles, no hay NPCs que querrán tratar con el encargado. No hay urgencia, no hay prisa, no hay forma de fracasar de forma irreversible. No hay forma de imposibilitarnos el camino, solo decidimos si el paseo es más rápido o más lento. Y si conseguimos avanzar lo suficiente, tendremos hasta gatitos en el bar. Es, en efecto, un mundo ideal al que falta poder saborearlo. 

Clave del juego proporcionada por Soedesco.

Humble Bundle Instant Gaming

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kelerele
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"No estoy muerta, estoy en alguna mazmorra de parranda. O escribiendo, que quién sabe con estos tiempos". Me puedes encontrar como @anus_kele en Twitter.

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