Stranger of Paradise: Final Fantasy Origin y el no carisma

Stranger of Paradise: Final Fantasy Origin y el no carisma

El otro día quedé con un amigo y acabamos hablando sobre la forma de construir historias. De una forma muy resumida, concluí que tenías dos opciones al hacerlo: apoyarte en los personajes o en la historia. Es curioso cómo Stranger of Paradise: Final Fantasy Origin trata de hacerlo en las dos y falla estrepitosamente con ambas.

Empezando por el principio, Stranger of Paradise es una especie de remake/reimaginación del primer Final Fantasy, lanzado por el 35º aniversario de la saga, en una colaboración entre el Team Ninja y Square Enix. Detrás de su desarrollo hay nombres potentes: Tetsuya Nomura, Daisuke Inoue, Kazushige Nojima…  todos conocidos de la franquicia Final Fantasy. Con toda esta potencia, es increíble lo perezoso que es el juego. Cuando lo jugué en streaming lo empecé a definir como el juego en el que nadie tenía ganas de trabajar ese día: diseño de niveles simplón; a nivel gráfico las texturas son una desgracia y la iluminación horrible; reutilización de escenarios y una estructura de mundo que recuerda al primer Dissidia. Sí, el de PSP.

Siendo benévola, podría perdonarle todos o algunos de estos fallos, pero sólo si sus personajes o historia me emocionaran. Y no es el caso. La historia tiene una buena idea y punto de partida, pero el empeño del tono intenso y darks parece sacado de la primera década de los 2000 (un poco a la altura del apartado gráfico y de diseño, para qué mentirnos). Ojalá sólo fuera esto. La trama se construye sobre giros que no tienen mucho sentido y se cuenta de forma confusa. «Bueno, nos quedan los personajes». Sí, Jack y… sí, el chavalín ese que le hace una insinuación en la primera hora de juego. Tenía un nombre, seguro. Puede que incluso una personalidad. Porque otro problema que tiene el juego es que los personajes se han quedado en estereotipos. Y eso con suerte. Al final el pan sin sal de Jack es el que tiene más carisma.

Y es un carisma raro, basado más en ser un señor muy rudo que frunce mucho el ceño y que pasa de todo lo que sucede a su alrededor. Lo más característico que podemos decir de él es el famoso «Bullshit» para ponerse Blink 182 en un móvil y unos airpods, sin ningún tipo de contexto o explicación. Esta escena, que la vemos como un tren descarrilar, es el resumen perfecto de lo que encontraremos en Stranger of Paradise. Pero las risas se quedan en las primeras horas de juego.

Alt del vídeo: Neon explicando de forma muy sentida por qué decidió sacrificarse. Jack la corta diciendo «Bullshit», girándose y saliendo de la habitación poniéndose Blink 182 en un móvil

Esto es lo más imperdonable que tiene el título para mí, porque si algo recuerdo siempre de los Final Fantasy son sus personajes. Por ejemplo, Final Fantasy XV. Por mucho que me encante, los motivos para jugar sin parar y llorar con el final fueron los personajes. La base de ese juego son Noctis, Prompto, Gladio e Ignis, y la relación que tienen entre ellos. Cuando vuelvo la vista atrás, no recuerdo el enfrentamiento contra Leviatán, con Apocalypsis Noctis de fondo. Recuerdo las fogatas en el campamento, los paseos en chocobo, a Prompto tatareando la fanfarria o Gladio lanzando pullas. Las decenas de imágenes que tengo son las fotos que sacó Prompto a lo largo del viaje, desde escenas graciosas por una postura rara a momentos cotidianos del viaje. Hay estampas memorables, como la llegada a Insonmia en la parte final del juego, pero lo importante ha sido el viaje, no el destino.

Incluso en los que la historia me gusta más, como es Final Fantasy XII, con el inicio de esta deriva cínica respecto a los elegidos, ésta queda empañada por el carisma de Balthier. Es que es ofensivo verle en pantalla, comiéndose todas y cada una de las escenas en las que sale. Y no es el único, pues Fran, su callada compañera, también lo hace con sus silencios. Hasta el personaje que me resulta más descafeinado, como es Vaan, tiene su encanto, aunque sea por su historia trágica y cómo evoluciona a lo largo del juego.

Porque los títulos de la saga han sabido caracterizar perfectamente a sus personajes. Tomemos el caso de Final Fantasy IX (que si quiero ponerme exquisita, su historia se enrevesa demasiado en el último tercio del tercer CD). Vivi necesita dos minutos en pantalla, hasta que tropieza, para iniciar su carrera de terrorista emocional. Y ya ni os cuento cuando descubrimos que le han estafado para que vaya a ver «Quiero ser tu gatito» en vez de «Quiero ser tu canario». Los personajes principales del juego están definidos con una simple frase, que se nos muestra en la pantalla de inicio. Es fascinante cómo estos personajes están «encorsetados» por esta frase pero evolucionan, cambian y dan de sí sus propios límites. El Yitán que empieza el viaje no es el mismo que lo termina, pero al mismo tiempo sí.

Jed, Jack y Ash

Pensaréis que estoy siendo tramposa por referirme sólo a los Final Fantasy que me gustan. Puede que un poco, pero incluso en aquellos que me han gustado menos, como Final Fantasy XIII, sus personajes tienen toneladas de carisma. Hasta un juego que recibió críticas por la linealidad de sus escenarios y una historia que no recuerdo muy bien, consigue que a día de hoy pueda nombrar a casi todos los personajes del grupo y sus motivaciones, que ya es más de lo que consigue Stranger of Paradise.

Otro juego que no es de mis favoritos pero al que no puedo negarle sus virtudes es Final Fantasy X. Hasta mi odio por Tidus es bueno, pues es su personalidad lo que no soporto, aunque el resto de personajes me gusten. Años después de haberlo jugado (incluida su secuela), puedo recordarlos sin problema, así como sus dudas, sus miedos y sus motivaciones. En cambio, Stanger of Paradise lo jugué hace menos de un año y no recuerdo el nombre de dos personajes del grupo.

Incluso con juegos menores, como puede ser Final Fantasy Type-0, el trabajo de caracterización tiene mucho peso, aunque sea de forma exagerada y marcada, pues tenemos que saber diferenciar a los catorce personajes jugables fácilmente. Mencionar Crisis Core como juego menor es hacer trampa, ya que sirve para definir al personaje de Zack, personaje añadido en el último momento y que a día de hoy es uno de los más carismáticos de los juegos de Final Fantasy VII. Y porque la historia de Crisis Core no es más que una mera excusa para conocer al cachorrito.

Saliendo de la saga Final Fantasy para ir a una donde Nomura está involucrado más directamente, tenemos el caso de Kingdom Hearts. Es mi saga favorita, pero hay que reconocerle que la historia es algo que sucede a pesar de los juegos: contradicciones, giros sin ningún sentido, viajes en el tiempo por conveniencia narrativa… Pese a esto, son unos juegos que disfruto y les perdono todo esto por el carisma de sus personajes. Hay momentos de Kingdom Hearts III que en cualquier otra circunstancia me harían resoplar, pero, por sus personajes, lo que hago es llorar de emoción y bonitez. Porque míralos, qué bonicos que son mis niños y qué épica ha quedado su entrada.

Así que, con esto, la pereza general que muestra Stranger of Paradise me da más rabia. Lo que podría haber sido un juego decente, incluso perdonándole la pereza en lo técnico, no es así, porque esta pereza está en el guion también. Porque, aunque las dos primeras horas de partida parece que van a dar risa y mamarrachismo, es sólo una ilusión para que piquemos y entremos a un juego que no tiene ni chicha ni limoná, que creo que es lo peor que puedes decirle nunca a un título de esta saga.

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Darkor_LF
Darkor_LF @darkor_LF

Difusora de la palabra de Pratchett a tiempo completo. Defensora de causas pérdidas e inútiles. Choconiños o barbarie. Hipster por necesidad. Tengo una pipa falsa. +50 en pedantería.

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