Caminante no hay camino
Análisis de The Pathless

18/04/2023 | Meren Plath | No hay comentarios
Las aventuras de grandes mundos abiertos, con puzles y zonas dispuestas a ser exploradas son uno de mis puntos débiles. The Pathless tiene muchos de estos ingredientes, que hacen que sea un juego visualmente impactante y sobrecogedor desde el primer momento, pero que acaba siendo repetitivo.
La historia nos cuenta el viaje de la última cazadora, una arquera que viaja a una isla habitada por los Superiores, los dioses de este reino. Esta guerrera intenta acabar con una maldición que puede provocar el fin del mundo. Con nuestro arco largo y con la ayuda de un águila, tendremos que recorrer distintas zonas de esta isla para librar a las deidades malditas, subyugadas por el asesino de dioses, y evitar que destruya el mundo. Este planteamiento recuerda mucho a Shadow of the Colossus, puesto que no hay enemigos en todo el juego, más allá de los dioses malditos. Solo tendremos que pelear contra estos monstruos, después de resolver puzles y recolectar varios símbolos para activar unas torres. La historia del juego en sí es bastante sencilla y vamos conociéndola a través de las almas de los muertos y de algunas cinemáticas.
Las mecánicas son muy manejables y disfrutables. Dispondremos de un arco, con el que tendremos que disparar a algunos objetivos en los puzles, como antorchas, además de unos rombos que encontraremos por todas las zonas. Estos nos rellenarán una suerte de barra de estamina, que nos permitirá correr por todas las zonas, y una vez que se agote, caminaremos a la velocidad habitual del personaje. Lo más curioso, y quizá uno de los aciertos del juego, es la manera en la que The Pathless incentiva que utilicemos esto constantemente: descubrir todas las zonas y desplazarnos con esta rapidez proporciona una gran sensación de libertad. Poder ver todo, correr junto con los animales mientras mantenemos una gran velocidad es muy relajante.

Los paisajes son sobrecogedores y hermosos desde el primer minuto
También tendremos el poder del águila que nos acompaña, que permitirá que planeemos, y nos ayudará a llegar a zonas elevadas mediante un impulso. Para poder mejorar esta habilidad necesitaremos unos rombos dorados, que encontraremos en puntos concretos del mapa, o después de vencer a los jefes. Estas habilidades permitirán que podamos sortear mejor el terreno, y nos ayudarán contra los jefes. Sin embargo, nuestra águila podrá sufrir los efectos de la oscuridad, si nos engulle la tormenta que hay en cada zona donde se encuentra la bestia maldita. Si esto sucede, tendremos que cuidarla, acariciándola, para eliminar los restos de oscuridad en el plumaje. Si no la ayudamos, no podremos usar sus habilidades. Además, tendremos una suerte de radar mágico que nos permitirá ubicar en el entorno las torres corruptas y dónde podemos encontrar los símbolos, además de poder descubrir zonas a las que solo podremos acceder con esta visión.
Los combates son el otro punto importante de The Pathless. Cada uno de ellos tendrá una fase de persecución, en la que tendremos que ir corriendo detrás de los jefes, para poder dispararles en unos ojos que les saldrán en los costados del cuerpo. Tras esto, empezará la segunda fase, que tendrá lugar en un templo. Una vez la superemos, comenzará la última, en el mismo sitio. Tendremos que ir disparándoles a los ojos, evitando sus ataques, para lograr que nuestra águila golpee un punto concreto de los monstruos y podamos purificarlos. Aunque es interesante cómo plantea cada pelea, a partir del segundo jefe ya da la sensación de que lo hemos visto todo, y las peleas se sienten las mismas.
Precisamente la repetición es una de las cosas que más le pesa a este título. A pesar de que los puzles en su mayoría son sencillos, y que la exploración es bonita, tener que hacer exactamente lo mismo en todas partes acaba cansando. Después de dos o tres horas de juego, sentía que ya había hecho todo lo que se podía hacer.

Las tormentas de oscuridad ponen los pelos de punta
En cuanto al diseño, visualmente es precioso, atractivo y sobrecogedor. Sabe recoger muy bien el sentimiento de soledad y abandono de cada zona, y se nota la influencia de títulos como Shadow of the Colossus o Breath of the Wild, juegos donde ya se plasma esa sensación de sentirse sola que tiene la persona que juega. Nos encontraremos animales salvajes a lo largo de nuestro camino pero no podremos interactuar con ellos de ninguna manera, algo que también marca el desamparo de la cazadora, con su águila, en su misión. El diseño de niveles y puzles, como he mencionado anteriormente, se puede acabar haciendo repetitivo. A pesar de que utilicemos nuestras habilidades para resolverlos, da la sensación de que apenas cambian pequeños elementos o se colocan de otra manera.
El apartado musical de The Pathless es excelente: la banda sonora está a cargo de Austin Wintory, que ya se ocupó de la música de Abzû, The Banner Saga o Assassin’s Creed Syndicate. Es capaz de sumergir a la persona que juega en cada uno de los escenarios, y de añadir tensión en las peleas contra los jefes. Una banda sonora excelente, y debidamente galardonada, que complementa los escenarios en los que pasaremos seis o siete horas.
Este título ya salió en 2020, pero este port a Nintendo Switch es nuevo, y su edición física corre a cargo de Meridiem Games. Hemos jugado en una Nintendo Switch versión 2017 y se ve muy bien, tanto en portátil como en modo dock. He encontrado algún tirón y bajada de frames en un par de momentos, después de eliminar la oscuridad en una zona, pero en general no tiene ningún problema de rendimiento ni ha supuesto que mi Nintendo Switch sufra en exceso.
En resumen, The Pathless es un buen título de Giant Squid, con un apartado visual espectacular y colorido, con una muy buena banda sonora y unas mecánicas sencillas, pero que puede acabar siendo repetitivo tanto en la exploración como en el combate.

El juego está lleno de momentos tiernos con nuestra águila
be gay do crime take a nap. soy arándano de Animal Crossing. CEO de las Movidas Nucleares™, testeadora, presento el pugcast, doy mazo la chapa.