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Análisis de Sticky Business

Análisis de Sticky Business

Si hay algo que, por algún motivo desconocido, defina a nuestra generación son las pegatinas. Quizá es debido a las reminiscencias de nuestras chuches infantiles, como los chicles en los que venían calcomanías pegadas a su envoltorio, o tal vez es por la costumbre ya bastante perdida de tener álbumes de cromos y dedicarnos a cambiar los repes en el recreo. También es posible que provenga de esas pegatinas que nos daban de premio por portarnos bien en el cole, o la facilidad con la que conseguíamos convencer a nuestros padres para que nos comprasen alguna de esos dibujos que estaban de moda (y que ahora sabemos que lo conseguíamos porque eran baratas). O, simplemente, que las pegatinas son muy bonitas, para qué engañarnos. Sea como sea, el gusto por las pegatinas está extremadamente enfatizado entre la gente de nuestra edad, y aun así, si nos vamos a preguntar a la gente mayor, es bastante probable que también les simpaticen. Y en ese gusto basa su existencia Sticky Business, un título que, por una vez, nos pondrá del otro lado del negocio de las pegatinas.

Si rondáis la parte artística de las diferentes redes sociales, es bastante probable que hayáis observado cómo muchísima gente que se dedica al dibujo y la ilustración acaba montando una pequeña tienda con pegatinas de todo tipo, tanto con contenido original como contenido fan. Estas pegatinas, si bien rara vez suponen una fuente de ingresos de tamaño considerable, son un plus que puede ser de gran ayuda en este mundillo tan precario. Pero lo que también hacen las pegatinas, y eso lo sabemos de primera mano, es conseguir cierto hype por lo nuevo, siendo objetos que casi todo el mundo puede pagar sin tener que hacer cálculos ese mes y que otras personas también van a ver en cuanto estén colocadas en un móvil, portátil, carpeta o cualquier cosa similar. En cambio, lo que no se conoce tan bien es todo el trabajo que llevan detrás, porque aunque sean una cosa pequeñita están pensadas al milímetro para que sean llamativas a la vista sin ser estridentes, siguiendo una estética particular y combinando los colores y las dimensiones para que todo sea visualmente agradable. Sí, incluso cuando son pegatinas relacionadas con el terror.

Menú principal del juego con forma de escritorio

En Sticky Business nos colocan en los inicios de una tienda online de pegatinas, creándola desde cero. Y, como tal, nos tocará inventarnos cada pegatina, calcular gastos e ingresos, manejar el tiempo para que nos dé para todo, empaquetar cada pedido y, por supuesto, ir a llevarlos a la oficina de correos cada día. Lo que podríamos considerar como la trama de este juego es exactamente eso, el día a día de tener una tienda. Esto, así resumido, quizá suena demasiado repetitivo y os podría dar la sensación de que en vez de un juego se acabe sintiendo como un trabajo, sobre todo por el simple hecho de que es lo que está imitando, pero por suerte está más que solucionado. Una de las características que nos hará inmiscuirnos en la vida de nuestros clientes es que ellos, además del pedido de las pegatinas, en muchas ocasiones nos escribirán un texto en el que nos contarán para qué las quieren, qué es lo que está pasando en su vida, cómo intentan mejorar las cosas (a veces utilizando pegatinas), o cuánto les gustaría tener una pegatina de una temática concreta. Por un lado haciendo que les cojamos cierto cariño, y por otro dándonos un empujoncito hacia la creatividad variada.

Lo que podremos ver delante durante todo el juego es el escritorio donde sucede la magia. En la parte superior tenemos un teclado que, al hacer clic sobre él, abrirá la página de nuestra tienda. Dicha tienda la podremos personalizar con varios colores y decoraciones, de forma muy sencilla, y además ahí podremos ir viendo qué pegatinas tenemos a la venta, descargarlas a nuestro ordenador real (por si las queremos imprimir) o eliminarlas si vemos que una no nos acaba de convencer o no nos llega el hueco que tenemos en nuestra página. Volviendo al escritorio, a la izquierda nos encontraremos nuestra tableta de dibujo, desde la que podremos diseñar todas nuestras pegatinas utilizando los elementos que vayamos desbloqueando gracias a una especie de “likes” de la gente. Eso podremos hacerlo también desde nuestra tableta, en otra sección que nos abrirá lo que en cualquier otro juego consideraríamos como la tienda. Ahí veremos los elementos pegatinables, diferentes tipos de papel u holografías, colores modificables en los diseños, materiales para empaquetar los pedidos, comprar caramelos para que la clientela esté más contenta, o incluso la posibilidad de ir ampliando la cantidad de pegatinas que podremos ir poniendo a la venta, para que todo el mundo tenga algo que pueda gustarle. 

Creador de pegatinas

Por el momento tenemos la tienda y los diseños, y esto no se queda aquí, porque todavía falta la mitad del trabajo. En la parte inferior del escritorio nos encontramos con la impresora, donde nos tocará demostrar nuestras habilidades jugando al Tetris con las pegatinas. Y es que no vamos a imprimir una pegatina por hoja, porque sería trabajar a pérdidas, así que nos tocará optimizar al máximo cada página, intentando encajar la misma pegatina muchas veces o combinando varias para que no quede un solo hueco vacío. Llámalo preocuparse por la ecología, llámalo “la pela es la pela”. Por último, en la parte derecha del escritorio podremos ver nuestra tablet con una caja, y es donde accederemos a los pedidos de la clientela. Allí podremos ver las pegatinas impresas que tenemos disponibles, lo que quiere cada persona, y la cajita que podremos colocar de la mejor forma posible, con su papel de envolver y su relleno, confiando en que en el mundo mágico de los videojuegos todo acabe llegando tan colocadito como lo hemos dejado. Soñar es gratis, supongo.

Por el momento, seguro que Sticky Business no os parece muy complicado, ¿verdad? Lo cierto es que, en el fondo, también tiene su truco. No es un juego excesivamente difícil, y con un poco de planificación podremos avanzar sin ningún tipo de problema ni penalización, pero tiene ciertos detalles que harán que, si nos despistamos, acabemos teniendo algún que otro lío. Lo primero que tenemos que tener en cuenta a la hora de controlar nuestra producción es que todo lleva un tiempo. En tiempo real podemos pasarnos las horas que nos dé la gana haciendo lo que sea, como si nos queremos tirar tres horas diseñando la pegatina perfecta, no importa, no hay prisa. Sin embargo, el tiempo del juego se mide utilizando un semicírculo que se resetea cada día, y cada cosa que hagamos rellenará su propio fragmento. Diseñar una pegatina se llevará un trozo bastante grande, empaquetar cada pedido se llevará una parte pequeñita, pero serán varios al día, y llevarlos a la oficina de correos será un fragmento mediano. Todo está delimitado, incluso imprimir las pegatinas, por lo que nos tocará tener controlado el inventario e ir rellenando en esos días que más tiempo nos sobre. Además, como suele ser común en muchos juegos, también tendremos que tener control sobre nuestro dinero y los “likes”, porque en cualquier momento necesitaremos gastar en algo y lo mejor será que tengamos un colchón. Por si acaso. 

Pantalla de preparación de pedidos

Si bien es cierto que todo el juego está muy bien pensado y equilibrado, más de una vez me vino a la mente algún detallito que eché en falta para poder acabar de rematar la inmersión en ese mundo de pegatinas. El hecho de poder recibir mensajes de la gente mejoraría bastante si en algún momento pudiésemos responderles algo, ya fuese una selección entre varios mensajes predeterminados o una única respuesta. Ver nuestras palabras nos daría una sensación de interactividad, de que a nuestro personaje le importa lo que le cuentan, y no que esos mensajes son un simple trámite de una persona que pasa de largo pensando “ya está aquí otra vez esta persona dándome la chapa”. Otra de mis quejas, y esta es más flojita, tiene que ver con la opción de diseñar las pegatinas. En general podemos hacer todo tipo de pegatinas sin preocuparnos de nada, aunque en muchas ocasiones se echa en falta la posibilidad de poder recortar fragmentos de los elementos disponibles. Por ejemplo, si tenemos un dinosaurio de cuerpo completo y queremos colocarlo en un cuadrado rosa, las únicas posibilidades de hacerlo es manteniendo el elemento completo en el interior del cuadrado, o enfocando un primer plano y que se le salgan los piececillos por debajo. Olvidaos de tener un sello de un dinosaurio con corona imitando el perfil de un rey. Y esa es la otra parte de la queja, porque algunas pegatinas, como los sombreros, están dibujadas en un ángulo extraño que dificulta muchísimo su colocación en cualquier tipo de cabeza. Como veis, es un título tan bien hecho que los errores son cosas mínimas. 

Sticky Business es uno de esos juegos agradables y con pocas exigencias, perfectos para pasar el rato y relajarte diseñando pegatinas. Y encima, como plus tienes la posibilidad de guardar todas y cada una en tu ordenador, e incluso guardar las hojas de impresión del juego, para que te quedes a gusto y acabes llenándolo todo de tus creaciones. Es un título muy entretenido, que no busca una elaboración excesiva ni ser una revolución en el medio. Simplemente quiere que conozcas un poquito más de ese negocio, y que aprecies esas pegatinas que acabas de ver pasar por tu timeline. Y, si puedes, compra dos más.

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Nix

I run on coffee, sarcasm and lipstick. Hace años le vendí mi alma a Bioware y me convirtieron en la Shadow Broker. Tengo un papelito que dice que soy N7, pero no quieren darme mi propia nave. Me gusta llevarle la contraria a la gente y por eso soy una Inquisidora enana y pelirroja.

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