Análisis de Disney Illusion Island

04/08/2023 | Alystrin | No hay comentarios
Hay juegos basados en personajes de la factoría Disney todos los años. Lo más habitual hace un tiempo era ver títulos cuyo su origen se basaba en la película del momento. Así, muchas personas, entre las que me incluyo, recuerdan El Rey León, Hércules o Aladdin. Otro tipo son aquellos que, sin tener una historia concreta, tienen medio elenco metido en la trama, como Kingdom Hearts. Sin embargo, en los últimos años podemos experimentar las aventuras de estos personajes en géneros que no habríamos imaginado. Por eso Disney Illusion Island es tan sorprendente, porque no habría podido imaginar un metroidvania con las aventuras del ratón más conocido de la historia. Se une así a otras innovaciones, como Disney Speedstorm y sus carreras de coches o Disney Dreamlight Valley: un simulador de vida en el que relajarnos.
Mickey, Minnie, Donald y Goofy han recibido una invitación para un pícnic en una isla. No sería nada particularmente novedoso, si no fuese porque se trata de un ardid del rey Toku de la isla de Monoth. El monarca es el líder de los simpáticos, pero no muy avispados, hokuns. Estas peludas criaturitas han visto su existencia complicada por la desaparición de los tres tomos sagrados, básicos en su biblioteca del conocimiento. Por este motivo Toku ha recurrido a los únicos héroes que conoce, y así poder recuperar estos libros tan importantes para los suyos.
Como es de esperar, Mickey y sus amigos se embarcan sin dudarlo en la misión. Pero Monoth no es un lugar sencillo de explorar: comprende muchas y muy diversas localizaciones, desde excavaciones arqueológicas hasta la cima de una montaña, por poner algunos ejemplos. No todas estarán accesibles en un principio, con lo que nuestros héroes buscarán toda la ayuda disponible para conseguir su objetivo. Una de las más importantes será Mazzy, un cocodrilo rosa con una increíble inventiva. Será fundamental, puesto que sus regalos servirán para salvar obstáculos en el momento preciso, cada cual en su estilo. Así, Mickey suele llevarse los objetos con más estilo, Minnie los más coquetos (pero no por ello menos prácticos), Goofy los relacionados con la comida y el gruñón de Donald… bueno, digamos que no suelen estar a la altura de sus expectativas.
La gran isla se subdivide en tres zonas principales o biomas, cada una de ellas correspondiente a uno de los tomos. Sin embargo, y dada la naturaleza del título, iremos alternando explorar una u otra conforme desbloqueemos la habilidad correspondiente que nos permita avanzar. Como en todo buen metroidvania, el mapa no se encuentra disponible en un principio, sino que iremos descubriéndolo a base de explorar o de encontrar a un pequeño robot que nos dará el fragmento correspondiente a la zona en la que nos encontremos. También hay multitud de paredes ocultas, que se desvelarán al atravesarlas, pero que no resultan particularmente complejas de encontrar.
Un aspecto que llama mucho la atención de Disney Illusion Island es la ausencia completa de combate. No hablo de uso de armas, sino incluso de habilidades físicas, como el salto de Mario o similares. Al contrario que la mayor parte de los juegos, lo que determine nuestro éxito es la capacidad que tengamos para la esquiva. Afortunadamente, la mayor parte de enemigos no nos atacará directamente y seguirá unas rutas predefinidas y relativamente sencillas de conocer y evitar. A la hora de los jefes finales no les atacaremos directamente, pero sí será preciso el uso de nuestras habilidades especiales para romper sus blindajes y pronunciar el hechizo que acabe con sus fechorías. La dificultad es completamente personalizable, y a gusto de quien juegue: desde la práctica invulnerabilidad hasta la derrota al primer golpe. Quien empuña los joy-cons es quien elige cuánto quiere sufrir, y es un acierto.
Además del tiempo que podamos emplear buscando el camino más adecuado, las horas también vuelan si tenemos afición por recopilar todos los coleccionables que se nos presenten. En primer lugar, aparecen los Glimts, unas esferas muy abundantes por toda la isla y que, si conseguimos en cierto número, nos servirán para ir desbloqueando imágenes especiales de Monoth. Otra cosa que buscaremos con bastante ansia son las tarjetas de personaje, que nos aportan datos sobre personajes amigables y enemigos, y que se encuentran ocultas en los lugares más insospechados. Por último, están mis favoritos personales: los recuerdos de Mickey. Aunque los conseguiremos de forma individual, cada grupo de tres se corresponde con objetos destacados de los metrajes clásicos, como El Aprendiz de Brujo o El primer amor de Goofy. Todos estos coleccionables aparecerán marcados en el mapa si los hemos visto, aunque no los hayamos podido alcanzar por un motivo u otro.
El estilo de dibujo imita el trazado tradicional a mano. Marca algunas diferencias con el diseño clásico de personajes tal y como los conocemos, pero aporta un toque moderno y a la vez humorístico que se agradece enormemente por lo novedoso. Las animaciones son muy fluidas, y es gratificante ver las diversas piruetas de los protagonistas por la pantalla mientras salvan los obstáculos más variopintos. La banda sonora no es invasiva en ningún momento, sino relajante, y ayuda a la inmersión en la partida. Los textos y voces se encuentran traducidos a varios idiomas, pero en nuestro caso no los encontraremos disponibles en castellano, sino en español de Latinoamérica. En todo caso, la ausencia de modismos hace que apenas se note la diferencia.
Disney Illusion Island es un metroidvania diferente, pero gratificante de jugar como pocos. Tiene un toque humorístico notable y un diseño de personajes que es imposible no adorar. La estructura de niveles es accesible y lógica, con sus puntos de complicación, pero sin llegar a ser injusto en ningún momento; y la posibilidad de elegir dificultad hace que sea el título ideal para acercar el género tanto a los peques de la casa como a personas que quieran disfrutarlo sin complicarse la vida. Un pozo de horas y diversión, donde los coleccionables representan un desafío extra, pasándolo en grande con Mickey y sus amigos. O, para qué mentir, con Donald, que por algo siempre fue mi preferido.
Cosplayer, otorrinolaringóloga, streamer y, sobre todo, mamarracha profesional. Cuqui del almendruqui que no dudaría en sacarte las muelas por tus "incorrecciones políticas"