Análisis de Doomblade

10/08/2023 | Meren Plath | No hay comentarios
De vez en cuando necesito un juego que sea de arrasar con todo lo que encuentro a mi paso y no dejar testigos. Si a eso le añadimos una buena exploración y otros elementos típicos de un metroidvania, nos sale Doomblade, un simpático juego con esencia de Castlevania y hack and slash, y en el que, como en Devil May Cry, tendremos que derrotar al mal con más mal.
La historia nos lleva a una prisión donde nuestra protagonista, Lugubricia, la última de una raza llamada lugubritas, ha sido encerrada. En su cautiverio, se encuentra a TORMENTOJA, un arma con consciencia que quiere escapar y vengarse de los Señores del Pavor, los dioses que han colonizado este pueblo. Juntas forman un tándem de muerte y destrucción para poner fin al reinado del Pavor.
Doomblade nos presenta un curioso metroidvania de acción 2D, en el que el combate y matar enemigos será la forma más rápida y eficiente de movernos. Según vayamos derrotando a jefes y limpiando zonas, esta muchacha y su espada se harán más fuertes, desbloqueando habilidades que nos permitirán avanzar de una zona a otra. Desde tener un ataque más poderoso a atravesar paredes, este juego deleitará a todos aquellos que busquen acción y exploración. Es importante explicar que los controles con ratón y teclado son los más óptimos, donde el apuntado con el arma lo haremos con el ratón y nos moveremos con el teclado. Si lo hacemos con mando, la cosa se complica más, puesto que el joystick derecho será con el que movamos el apuntado y el izquierdo con el que avancemos. La combinación de botones es compleja, y el uso de mando sube notablemente la dificultad, se nota que está pensado para jugar con ratón y teclado.
En cuanto al tema mecánico, la espada parlante es el garante de que podamos movernos con seguridad y rapidez a lo largo del mapa. Pasando el ratón por encima de un enemigo y clicando sobre él, Lugubricia se moverá automáticamente hasta el enemigo para atacar hasta que desaparezca. Se puede saltar de enemigo en enemigo, lo que facilita mucho recorrer distancias amplias en el mapa, sobre todo en vertical. Es un implemento que facilita mucho la vida a la persona que juega, puesto que hay zonas muy grandes en las que caminar puede resultar farragoso. El combate es muy ágil, heredero del hack n’ slash, donde nos abriremos paso a través de salas llenas de enemigos diversos, que van aumentando su poder. La complejidad para eliminarlos aumenta conforme lo haga nuestro poder, lo que equilibra la dificultad.
Otro de los puntos importantes en un metroidvania es el diseño de niveles, de tal manera que haya libertad suficiente al principio como para aprender a manejar los controles pero que también haya límites a esa exploración temprana. Un equilibrio entre esa libertad y cómo de fácil o difícil resulte avanzar. Doomblade logra equilibrar muy bien estos dos elementos: pasar de un nivel a otro no resulta frustrante como en otros juegos de este género, que exigen saber muy bien cómo es el mapa y recordar zonas concretas. Aquí es más sencillo e intuitivo, y además tendremos un mapa con los elementos importantes que descubramos resaltados. También tenemos marcadores por si queremos volver a una zona para la que no tenemos la habilidad necesaria y queremos recordarla más tarde.
También encontraremos zonas secretas o atajos para acceder a sitios concretos: en prácticamente todas las ocasiones los veremos en el mapa como zonas por las que no hemos pasado o salas que tienen una salida que no hemos explorado. Esta manera de incluir secretos es mucho más accesible que en otros juegos del género, tanto clásicos como más modernos.
Los menús tienen toda la información que necesitamos de un vistazo. Podemos ver al presionar el tabulador la zona en la que estamos, las habilidades que hemos conseguido al momento y cómo se activan, además del atlas de información, que nos ofrecerá todo el lore de este particular mundo. Alrededor del mundo tendremos estatuas que nos explicarán las bondades de estos Señores del Pavor, sus decretos esclavistas o la historia de los lugubritas. Esta manera de presentar la información es muy cómoda, porque no hay que hacer grandes movimientos ni hablar con un personaje tres veces para que nos dé lo que estamos buscando. Prácticamente todas las torres y monumentos los encontraremos según vayamos paseando por el mapa.
El arte de Doomblade es sencillo pero encaja muy bien en el juego y en lo que quiere transmitir. Este estilo más cartoon no le resta seriedad en ningún momento a la historia, y además consigue que los momentos cómicos lo sean todavía más. El diseño de niveles es muy concienzudo y trabajado, adaptando los enemigos a los biomas. Por ejemplo, en la zona de energía tendremos que enfrentarnos solo a robots, mientras que en la jungla nuestros enemigos serán flores y plantas, además de insectos. Este diseño le da personalidad y hace que se note el trabajo que ha habido detrás de él. La coherencia que hay en este título me ha sorprendido para bien: todas las decisiones de diseño, guión, narrativa e historia forman una simbiosis satisfactoria y muy disfrutable.
La música también forma parte de este buen diseño general de Doomblade, donde cada zona tiene un tema diferenciado que nos termina de meter en el ambiente. En las zonas donde obtenemos las habilidades, por ejemplo, es más ominosa pero sin ser estridente, mientras que en la zona inicial es más tétrica. Los sonidos y voces también están muy bien traídos, sin sobrar ninguno, lo que hace que todos los elementos del juego encajen como si fueran las piezas de un reloj bien engrasado. Doomblade es una pequeña joya indie que va a gustar mucho a aquellas personas que suelan jugar metroidvanias, y a las que les guste enfrentarse a hordas de enemigos y eliminarlas con facilidad, al más puro estilo Doom o Devil May Cry. La impresión general que me he llevado es que el equipo de desarrollo ha querido hacer un juego muy disfrutable para tanto gente que se asome por primera vez al género como para quienes ya tienen experiencia, con retos y una dificultad progresiva, pero sin llegar a ser frustrante o pesado. Doomblade es un juego refrescante, diabólico y con mucha acción en cada uno de sus rincones.
be gay do crime take a nap. soy arándano de Animal Crossing. CEO de las Movidas Nucleares™, testeadora, presento el pugcast, doy mazo la chapa.
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