So Kall me, maybe

[Review] Auriculares inalámbricos in-ear Kall de Krom

[Review] Auriculares inalámbricos in-ear Kall de Krom

Soy la clase de persona que siempre lleva auriculares en el bolso. Me acostumbré a ello hace unos años, cuando el trabajo me obligaba a utilizar el transporte público a diario. Y también les daba buen uso en aquellas ocasiones en las que el clima me permitía volver a casa dando un paseo. Ahora la cosa ha cambiado, pero me gusta seguir llevando auriculares encima por si acaso. Es por esto que he abandonado las diademas que tanto ocupan y voy buscando unos más pequeños que me hagan el apaño. Y ahí es donde entran los auriculares inalámbricos in-ear Kall de Krom.

Lo primero que llama la atención de los Kall es su diseño. Acostumbrada a utilizar auriculares intraurales con silicona, que resultan demasiado grandes para mi oreja, tenía ganas de probar unos con patillas. Si bien es cierto que temía que la falta de silicona hiciera que se resbalaran y se perdieran con facilidad, nada más lejos de la realidad.

Los acompaña un estuche de carga en forma de diamante y zonas con diferente opacidad que permiten que traspase una luz. Este LED rojo nos indica que los auriculares (o el propio estuche) se están cargando. Remata el diseño el logo de Krom en el frontal del estuche y la zona táctil de los auriculares. Así como las letras L y R que indican la posición correcta.

Auriculares y estuche se unen magnéticamente, en un gesto tan cómodo como ágil. Además, al desacoplarlos se encenderán de forma automática y se vincularán al dispositivo que hayamos escogido. Incluso activará la música, en según qué casos, para que no perdamos un segundo de nuestro tiempo. De igual modo, comenzarán a cargarse tan pronto como los introduzcamos en el estuche.

Los Kall de Krom ofrecen un tamaño y peso más que adecuados para llevarlos en bolsos o bolsillos (quien los tenga) sin mayor problema. Además utilizan materiales de tacto suave y agradable tanto en la mano como en la oreja. Y si bien la sujeción no es perfecta, tampoco se caerán continuamente. A no ser que nos riamos mucho, tal y como pude comprobar en los streamings del pasado fin de semana. Esto significa que para un uso cotidiano —en transporte público, paseando, en la oficina o en casa— se mantendrán en su sitio sin problema. Sin embargo, no resultan tan idóneos para actividades con mayor movimiento, como el deporte.

Tampoco nos aíslan por completo del exterior, aunque no entra dentro de las características de este tipo de auriculares. De evitar que nos enteremos de lo que ocurre a nuestro alrededor se encargará aquello que escuchemos según el volumen que manejemos. Pero no seré yo quien os invite a superar los niveles recomendados para cuidar nuestra audición.

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Lo que sí os puedo decir es que la calidad del sonido no deja nada que desear. Ofrecen un sonido estéreo gracias a sus drivers de 13 mm, con un resultado inmersivo y preciso, y cumplen lo prometido. Los he probado con diversos videojuegos, series, streamings y estilos musicales y la única pega que le encuentro es que me los tengo que quitar pasado un tiempo. Cosa que me ocurre con la inmensa mayoría de auriculares del estilo, para evitar que la molestia de un uso continuado se convierta en dolor. En cualquier caso, esto es algo que dependerá de la oreja de cada persona, dado que mi pareja, por ejemplo, los llevó el mismo tiempo que yo sin ningún tipo de molestia.

Cabe decir que podremos actuar sobre el volumen de forma táctil. Y es que, lejos de utilizar botones, los Kall incorporan el sistema “push to talk”. Gracias a él podremos modular el volumen, responder o rechazar llamadas, encender y apagar los auriculares, y saltar canciones. O volver a escucharlas, por supuesto. Así, controlaremos estas funciones con tan solo un ligero roce en el símbolo de Krom. Eso sí, deberemos llevar algo de cuidado a la hora de recolocarlos, en caso de ser necesario, para evitar acciones indeseadas.

Como podréis imaginar, también cuentan con micrófono integrado. Y debo decir que los he puesto a prueba tanto en móvil como en ordenador y el resultado ha sido bastante satisfactorio. Además, su Bluetooth 5.3 de baja latencia nos permite tanto jugar sin ningún tipo de problema como levantarnos rápidamente a atender una actividad que nos aleje del dispositivo conectado. Ya sea ir al baño, cocinar o recibir un paquete, y es que podremos alejarnos hasta 10 metros. Siempre y cuando no haya demasiados obstáculos en medio, claro está.

En lo que a autonomía se refiere, los Kall de Krom prometen hasta 4 horas con la carga completa. Dependerá también del uso que les demos y si nuestras orejas aguantan tanto tiempo con ellos. Lo que sí es seguro es que en aproximadamente 1 hora estarán totalmente cargados, una vez hayamos agotado su batería. Se echa en falta, eso sí, algún elemento visual que nos indique cuánta carga queda en el estuche. En cualquier caso, éste integra una batería de 300 mAh, lo que se traduce en unas tres cargas completas más o menos.

Sobre el empaquetado de los auriculares no hay mucho que decir. Vienen en una caja de tamaño reducido con los colores de la marca: negro y naranja. Podemos ver una imagen del diseño de los auriculares y las especificaciones del producto en varios idiomas. Su interior no contiene tampoco elementos innecesarios. Así, encontraremos los auriculares y el estuche debidamente protegidos con espuma y cartón a medida, el manual de uso y la garantía.

Los auriculares inalámbricos in-ear Kall de Krom se postulan como una opción a tener en cuenta a la hora de lanzarse a probar este tipo de dispositivos. Sobre todo por la relación calidad-precio que presentan, con un coste de 19,90€. Ofrecen buena calidad en el sonido tanto si escuchamos música en nuestros desplazamientos como si jugamos con otras personas. Y el tiempo de carga tanto de estuche como de los propios auriculares, así como la duración de la batería, nos dan autonomía más que suficiente para ello. Además, están envueltos en un diseño atractivo, sin perder manejabilidad.

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Aonia Midnight
Aonia Midnight @AoniaMidnight

Curiosa, reflexiva y torpe // Palomitas y cerveza // Psicóloga porque lo dice un título // Mi mente está llena de mundos en los que evadirme // Nothing is true, the cake is a lie

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