Ir al parque simulator
Análisis de Lil Gator Game

10/10/2023 | Nix | No hay comentarios
Año tras año podemos ver que, a la hora de elegir el juego del año, la mayoría de los candidatos nos cuentan una historia épica, con héroes y villanos en un mundo de fantasía que se está cayendo a pedazos. Este año lo vemos con TLOZ: Tears of the Kingdom, Baldur’s Gate III o Final Fantasy XVI, y es que ese puntito de fantasía siempre está ahí tirando de nuestra mano, tratando de empujarnos a esos pozos de horas que tanto nos gustan. Esto es, precisamente, la base de Lil Gator Game, un juego que no basa su historia en la épica, sino en la emoción de entrar en uno de esos títulos vista desde los ojos de un niño.
La trama de Lil Gator Game gira alrededor de un pequeño cocodrilo. Y digo pequeño porque, al inicio del juego, vemos que es el equivalente reptil de un niño de tres o cuatro años, enfatizado incluso por la forma de caminar que tiene. Ese niñosaurio quiere jugar con su hermana mayor, y decide hacerlo creando con ella un videojuego analógico, tomando como guía “La leyenda de la celda”, el futuro lanzamiento que tanto les interesa. Y, gracias a cartones y a su imaginación, se divierten como nadie jugando por la isla en la que viven. Sin embargo, la vida es como es, y su hermana se marcha a estudiar fuera, por lo que en el momento en el que regresa a casa durante sus vacaciones, nuestro pequeño cocodrilo (un poquito más crecido) decide organizar de nuevo ese videojuego analógico para que puedan volver a estar juntos y felices jugando sin ningún tipo de preocupaciones de adultos. Y esa es nuestra misión.
Una de las características más divertidas del juego es ver cómo sus mecánicas no son para nada novedosas, y al mismo tiempo le dan una vuelta de tuerca que le confieren una personalidad propia. Nuestro cocodrilo protagonista, al que podremos poner un nombre de héroe como suele ser lo común, utilizará su espada hecha con un palito, su escudo hecho con una tapa de una olla, y un gorrito picudo de papel para recorrer la isla de arriba a abajo. En nuestro camino nos encontraremos diferentes misiones, todas provenientes de nuestras amistades o de otros animales que, tras cumplir su misión, se convierten en camaradas inseparables. Estas, además, harán que vayamos desbloqueando un equivalente a skins, tanto de armas, como de escudo, gorro o incluso objetos especiales, por lo que podremos ir cambiando el aspecto del niñosaurio y que utilice una llave inglesa, un lápiz grande, un escudo de pintor o una pistola de agua. No habrá ningún tipo de variación en su uso, pero le da un aspecto más divertido.
Si bien las mecánicas principales de Lil Gator Game dependen de pegarles a monstruos pintados en cartones con diferentes formas y tamaños, lo cierto es que el juego añade varios extras desbloqueables a medida que vamos avanzando, imitando de forma clara a TLOZ: Breath of the Wild. Así, podremos ir comprando pulseras que aumenten nuestra resistencia de escalada, utilizando como moneda de cambio los trocitos de monstruo de cartón, o tendremos nuestra propia paravela consistente en una camiseta vieja que se infla cuando la desplegamos. Todo ello para centrarnos en lo realmente importante: cumplir las misiones que nos encargan. Nos enviarán a buscar escarabajos, a hacer rebotar piedras, a buscar objetos desperdigados o a hacer que sobreviva una magnolia, todo cosas muy sencillas y extremadamente delimitadas en su localización. El juego no pretende que acumulemos misiones, sino que las empecemos y terminemos de una sentada.
Uno de los detalles más importantes a la hora de hacer que la inmersión en el juego sea total es la ausencia completa de HUD y menús, salvo por el de pausa y la pequeña libreta con la que podremos personalizar a nuestro cocodrilo con nuestras manualidades. El niñosaurio es simplemente eso, un niño, y como tal no tiene barras de vida o estamina, combos de ataques o un simple mapa para orientarse. Él se dedica a corretear sin rumbo, haciendo amistades y conociendo su propia isla como la palma de su mano, por lo que nos obligará a que también lo hagamos a su lado. Y si nos perdemos, nos tocará buscar un punto reconocible o subir una de las montañas para poder encontrar el camino al parque. O buscar a un amigo nuevo que nos ofrezca una misión de héroe legendario, que tampoco está mal.
Lil Gator Game es uno de esos juegos calentitos y tranquilos con los que poder pasar el rato sin ningún tipo de estrés. Saber que ningún enemigo te va a atacar, en este caso, no hace que el título se vuelva más aburrido, porque construye su diversión utilizando la exploración, los guiños constantes al medio y los diálogos (disponibles en español latinoamericano) con un humor suave y agradable. Porque, de vez en cuando, también está muy bien volver a nuestra infancia, aunque sea de la mano de un pequeño cocodrilo con espada de cartón.
I run on coffee, sarcasm and lipstick. Hace años le vendí mi alma a Bioware y me convirtieron en la Shadow Broker. Tengo un papelito que dice que soy N7, pero no quieren darme mi propia nave. Me gusta llevarle la contraria a la gente y por eso soy una Inquisidora enana y pelirroja.
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