Tres es el número. Eliminado será el cinco

Análisis de Three Minutes to Eight

Análisis de Three Minutes to Eight

No soy una gran fan de la ciencia ficción. Las distopías, particularmente las futuristas, me resultan bastante ajenas en general. Sin embargo, hay veces que albergan una premisa interesante, como ha sido el caso de Three Minutes to Eight. Chaosmonger Studio, responsable del desarrollo de este título, nos trae de nuevo una visión cyberpunk de los años venideros, como ya vimos con Encodya.

La trama comienza como podría pasar cualquier tarde de nuestra vida: el protagonista se despierta de una tremenda siesta un poco más allá de las siete de la tarde. No tiene idea de cuántas horas ha dormido y, en general, está bastante desorientado. Vamos, que me ha ocurrido más de una vez. Su sueño y tranquilidad se ven interrumpidos por el timbre de su casa, que suena insistentemente. Al descolgarlo escucha una voz que le insta a romper el bucle, diciéndole que solamente él puede hacerlo.

El protagonista habla con un NPC que hace referencia a la canción Starman de David Bowie

Nuestro personaje, tras investigar su casa, se da cuenta de que sus recuerdos le resultan ajenos, llegando a ser incluso borrosos. Lo mismo ocurre al salir a la zona común del edificio y la calle. Todo le resulta familiar y desconocido a la vez, como si lo hubiese vivido en un sueño demasiado realista. Además, no importa cuánto rato pase en una estancia, el tiempo solamente avanza cuando cambia de sala, y en intervalos de un minuto. Y, finalmente, al llegar a las 19.57, fallece. Cómo ocurre es algo que varía en cada partida y dependiendo de nuestras decisiones, así como del lugar en el que nos encontremos. Pero, de nuevo, se despierta a idéntica hora y todo vuelve a comenzar.

A diferencia de otros juegos que tratan sobre bucles temporales, el protagonista no recuerda qué ha ocurrido entre su muerte y nuevo despertar. Pero a los pocos ciclos irá percatándose, aunque inicialmente sea de forma vaga, y comenzará a cuestionarse la situación que le ha tocado vivir. Nos encontraremos, además, con algunos personajes que se encuentran en una situación similar o que, al menos, muestran empatía cuando habla con ellos del asunto. Cada conversación cuenta, y la información obtenida se apunta en una libreta que podemos consultar en el inventario. Hay que tener en cuenta, eso sí, que en cada reinicio estos datos se perderán.  No solo eso, sino que notaremos pequeños cambios cada vez, algunos de los cuales llegarán a cobrar relevancia. Finalmente, se nos da la posibilidad en cada muerte de seleccionar un objeto que hayamos encontrado para que se encuentre disponible directamente en el inventario en las siguientes rondas.

La ambientación es de una ciudad futurista, ubicada temporalmente en el año 2043. Los humanos y los robots con conciencia propia conviven en relativa armonía, y también aparecen las prótesis cibernéticas similares a las que vimos en Cyberpunk 2077. Aun con todo, encontraremos referencias culturales de nuestro tiempo, como pueden ser David Bowie o las películas de Lynch. Todo el diseño del juego es pixel art, no muy detallado pero lo bastante para diferenciar bien los objetos y rostros de los personajes. Los escenarios son bidimensionales, y dan la sensación de que nos hallamos en una ciudad llena de vida y perfectamente plausible en un futuro cibernético.

El protagonista de Three Minutes to Eight hace reflexiones filosóficas sobre el libre albedrío de la humanidad

Three Minutes to Eight es un título tipo point and click, en el que la investigación de cada zona al milímetro es la que nos dará la clave para poder avanzar. No es precisamente sencillo, y en más de una ocasión me encontré bastante bloqueada y sin saber qué hacer. Por eso recomiendo dedicarle pequeños espacios de tiempo si somos de desesperación fácil. Aunque lo cierto es que pasadas ciertas rondas tampoco es infrecuente terminar con un pique considerable y querer avanzar, aunque sea por honra. Además, la trama engancha bastante, sobre todo porque no contamos con apenas datos y terminamos compartiendo la desesperación del protagonista por saber qué está ocurriendo.

El texto está íntegramente traducido al castellano, sin que aparezcan, por lo general, errores lingüísticos. El equipo responsable de que contemos con Three Minutes to Eight en varias lenguas está acreditado como es debido en su apartado correspondiente. Las voces, sin embargo, solamente se encuentran disponibles en inglés, con una buena calidad de doblaje. La banda sonora es de tipo ambiental, con toques que nos recordarán a películas del género, y que en algunos momentos puede evocar a la que suena en Rendezvous.

Desde luego, Three Minutes to Eight es un título que no deja indiferente. Si entre nuestros gustos se encuentran los juegos de investigación point and click o la ciencia ficción (o ambas cosas), es muy probable que nos enganche. Los giros argumentales, las implicaciones filosóficas sobre nuestra mortalidad y la inevitabilidad de ciertas cosas más de una vez harán que quien juegue se replantee la realidad que vivimos. Como dicen en Persia, el tiempo es un océano en la tormenta.

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Alystrin
Alystrin @Alystrin

Cosplayer, otorrinolaringóloga, streamer y, sobre todo, mamarracha profesional. Cuqui del almendruqui que no dudaría en sacarte las muelas por tus "incorrecciones políticas"

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