The Station, esto nos pasa por espiar a los alien

The Station, esto nos pasa por espiar a los alien

Tengo la mala costumbre de añadir a mi lista de deseados todos los juegos relacionados con el espacio y el terror. Mala, porque me suelo poner demasiado nerviosa con este tipo de juegos. Sin embargo, esas dos características son las que hicieron click en mi cabeza cuando encontré por casualidad el futuro lanzamiento de The Station. Y digo futuro porque topé con él hace ya más de un año, durante una de mis miles de búsquedas entre los ríos de indies que aparecen a diario (creedme cuando os digo que en la redacción soy conocida por mis búsquedas), y me llamó la atención por su estética massefectiana, que despertó esa sensación de volver a casa que se tiene con algunos juegos. Por suerte, tras su salida en Steam el pasado 20 de febrero (así como en PS4 y Xbox One), pude comprobar de primera mano que realmente había acertado en la corazonada que me hizo añadirlo a la (interminable) lista de videojuegos que quiero jugar.

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The Station nos sumerge en una historia en la que los protagonistas son los alien. Por norma general, muchas historias sobre extraterrestres tienen en común el hecho de que ellos, por algún motivo, vienen a visitarnos a la Tierra. En cambio, aquí nos encontramos lo contrario. La humanidad se lanza a explorar el espacio, buscando vida inteligente en alguno de los planetas vecinos (o eso nos dan a entender al mostrarnos la Vía Láctea) y, tras varios años de búsqueda por fin aparece algo. Un algo mayor de lo que creían. Concretamente una civilización avanzada que, para añadir más drama al encuentro, está en plena guerra. Pero la humanidad está acostumbrada a eso, así que ni cortos ni perezosos deciden enviar a un espía… del tamaño de una estación espacial. Dicho así parece una locura, pero resulta que en Axiom lo tienen todo muy bien planeado, y como son una empresa buenísima plantan en la órbita del planeta esa estación espacial con tres habitantes que, pacíficamente, estudiarán la forma de llegar hasta esos alien sin acabar con una bala en el culo. Y allí se quedan, flotando, invisibles tanto al ojo extraterreste como a sus radares, analizando cada movimiento de éstos. Hasta que un día todo eso se desmorona, falla el dispositivo de camuflaje y desaparece todo rastro del contacto con los humanos. En ese momento es en el que tú entras en acción. Te encargan la misión de ir a la estación espacial, investigar qué ha pasado, buscar a los tres habitantes, acabar con los alien (lo siento, alien), contactar de nuevo con la Tierra, coger una cerveza fría y esperar a que pase todo.

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Una vez allí observamos que todo está desordenado, pero sin signos de violencia. Nos encontramos salas que podrían haberse usado hace un rato, como si las personas que estaban allí lo tuviesen que dejar todo de repente por algún motivo repentino, aunque no peligroso. Y ese ambiente es precisamente lo que te da la sensación de que hay algo raro, algo que no sabes qué es pero te asusta, haciendo que ese ambiente familiar sea siniestro al mismo tiempo. Porque, además, sabes que hay alguien más allí. Sin profundizar mucho más en la historia, puesto que este título es uno de esos cortitos que puedes jugar en una tarde, os puedo asegurar que a pesar de que el ambiente tenga ese matiz amenazador carece de jumpscares (por suerte). Aunque si sois de las mías probablemente peguéis algún bote, pero nada extremo que os haga chillar. Al fin y al cabo, tu misión es registrar toda la zona e ir montando y desmontando cosas para cumplir con los puzles que van apareciendo en tu camino, ya sea devolviendo la energía a un robot o averiguando la contraseña de alguna taquilla. Simple y sencillo, pero hay que hacerlo y no siempre tienes las respuestas delante de tu nariz.

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Gracias a un sistema de juego básico, similar a muchos otros juegos de exploración y puzles, nos resultará muy fácil desenvolvernos por la nave, sin tener la complicación extra de acostumbrarnos a unos controles extraños. Aunque también tiene una cosa negativa por culpa de la costumbre de poner estos juegos en primera persona, y es que si tenéis la enfermedad del simulador (que nos explica Reina de los gatos aquí) es posible que prefiráis jugarlo poco a poco, haciendo pausas, porque os puede llegar a marear mucho a pesar de no tener una acción frenética. A mí me pasó, y a las dos horas de estar concentrada jugando y disfrutando, acabé mareadísima y preguntando al juego por qué me hacía sufrir con lo que me estaba gustando. Gamedevs del mundo, acordaos de este problema y dadnos juegos con opción de usar la vista en tercera persona.

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Por último, y no menos importante, quiero mencionar su apartado artístico y sonoro. Teniendo en cuenta el nivel de presupuesto del primer juego de un estudio indie, tengo que decir que visualmente es maravilloso. Antes mencioné la estética massefectiana y creo que podría asegurar sin ninguna duda que los desarrolladores de este juego tomaron cierta inspiración de Mass Effect. Las habitaciones, las plantas, las decoraciones e incluso las luces tienen algo que en el primer vistazo te parece de ese juego, y luego al revisarlo te das cuenta de que no lo es, es solo esa familiaridad en los detalles que hace que lo asocies. Además, el sonido no destaca, está justo donde tiene que estar. Las puertas que se abren, los botones que se pulsan, las grabaciones que dejaron los tres personajes por toda la estación… Todo está colocado con un detalle que hace que no te des cuenta de que existe, pero si no estuviese se echaría muchísimo de menos.

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En definitiva, estamos ante un juego corto, sin una historia trascendental, pero que nos dará unas horas de diversión en las que, si te gustan los juegos espaciales, te sentirás como en casa y con el gusanillo de saber qué es lo que pasó en ese lugar.

Y esta es un poco la movida.

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Nix

I run on coffee, sarcasm and lipstick. Hace años le vendí mi alma a Bioware y me convirtieron en la Shadow Broker. Tengo un papelito que dice que soy N7, pero no quieren darme mi propia nave. Me gusta llevarle la contraria a la gente y por eso soy una Inquisidora enana y pelirroja.

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