La maldad de las Matemáticas
Moons of Madness: Terror cósmico en Marte

12/11/2019 | thebedisburning | No hay comentarios
Copia de prensa proporcionada por Funcom Productions. Versión probada: PC.
El carisma del planeta rojo
Marte es el cuarto planeta en orden de distancia al Sol y el segundo más pequeño del Sistema Solar, después de Mercurio. Tiene dos lunas naturales, Fobos y Deimos, que según algunas teorías fueron capturadas del cinturón de asteroides —que queda algo así como relativamente cerca en distancias espaciales— hace muchísimos años. Fobos (miedo) tiene un diámetro de unos 22 kilómetros y Deimos (terror), de casi 13. Orbitan tan cerca de Marte que lo más probable es que, dentro de millones de años, se desintegren contra la superficie del planeta. Curiosamente, pese a estar tan próximas, se ven pequeñísimas desde el planeta rojo, y la luz que reflejan no consigue ni remotamente dispersar la noche marciana.

Eclipse anular entre Phobos y el Sol. Imagen tomada por el rover Curiosity en 2013. Fuente
La exploración real de Marte se remonta a la década de los 60, en el contexto de la Guerra Fría, retomando el interés que ya mostrase en 1877 el astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli (1835-1910), quien planteó la posibilidad de que el planeta albergase vida inteligente debido a la observación de una serie de «canales» en la superficie de éste (formaciones rectilíneas de color oscuro en ciertas regiones, que se demostró que no eran indicador de nada, pero fueron muy comentadas en su época). El programa espacial Mars de la Unión Soviética lanzó las primeras sondas de vuelo cercano en 1960, pero fallaron nada más salir de la Tierra y quedaron atrapadas en su órbita. La Mars 1 fue una sonda automática interplanetaria con la misión de tomar fotos de la superficie y enviar información sobre la radiación cósmica, impactos de micrometeoritos, el campo magnético de Marte, la radiación en el ambiente, la estructura de la atmósfera y posibles componentes orgánicos presentes. Se mantuvieron 61 transmisiones de radio; el 21 de marzo de 1963 cesó la comunicación, debido a fallos de la antena. En 1965, una sonda del programa estadounidense Mariner, la Mariner 4, envió de vuelta las primeras fotografías cercanas de la superficie cubierta de cráteres de Marte, similar a la de la Luna. En 1969, la Mariner 9 se convirtió en la primera sonda espacial en entrar en la órbita marciana, llegando al mismo tiempo que las sondas soviéticas Mars 2 y Mars 3, que encontraron grandes tormentas de polvo en progreso. A Fobos se enviaron las sondas Fobos 1 y 2 por parte de la URSS en 1988, pero una de ellas dejó de transmitir por el camino y la otra hizo lo mismo al acercarse al satélite en 1989.
En orden: Marte en The Expanse, Warhammer 40K, The Technomancer y Doom
Que el planeta rojo es un elemento más que recurrente en la ciencia ficción es innegable. Hemos consumido la exploración, colonización y terraformación de Marte en todos los formatos escritos y audiovisuales posibles, durante años. Incluso hemos llegado a ver la alianza Tierra-Marte del popular wargame Warhammer 40K, el alzamiento del planeta contra una Tierra opresora en ABC Warriors, el cómic setentero de la británica 2000 AD, o la tensión política post-tratado de paz entre ambas facciones sobre la que se cimenta The Expanse, de S. A. Corey. Por supuesto, también conocemos Marte por lo que nos cuentan los videojuegos. Mars: War Logs y The Technomancer (Spiders, 2013 y 2016, respectivamente) nos muestran un planeta y una sociedad fracturada y en guerra por el agua, el recurso más preciado en un desierto de proporciones cósmicas. En Doom (id Software, 2016), la megacorporación UAC extrae energía directamente del Infierno desde su base en Marte —El Doom de 1993 empieza en las instalaciones de la UAC en Fobos. Deimos es donde se experimenta con tecnología de teletransporte y, de hecho, ha desaparecido del firmamento—. En la saga Halo, Fobos es una colonia penal humana.
Crónicas Marcianas Gone Wrong
Moons of Madness (Rock Pocket Games, 2019) es un juego de terror psicológico en primera persona ambientado en Marte que mezcla exploración y datos reales con los horrores de H. P. Lovecraft. En los hipotéticos años 50-60 del siglo XXI, la empresa privada Orochi es la propietaria de una serie de emplazamientos y laboratorios en el planeta rojo, en los que se llevan a cabo investigaciones de carácter científico (y no tanto, pero en principio sí). El espacio, el capitalismo y estar lejos de casa son tres cosas que asustan, y no es la primera vez que nos enfrentamos a este combo y tenemos que comernos las consecuencias con patatas. Shane Newehart, ingeniero mecánico —graduado por la universidad de Miskatonic (Arkham, Massachusetts)— del Grupo Orochi es el encargado de hacer que todo en la base Invictus funcione, que es una cantinela que también hemos escuchado muchas veces en los videojuegos. Y las cosas no van muy bien últimamente. Moons of Madness espera un total de cero (0) segundos antes de meternos de lleno en la psique de su protagonista, que sueña asiduamente con la imagen distorsionada y pervertida de su madre, desaparecida cuando él aún era niño. Un personaje ya de por sí emocionalmente roto llevado al extremo por sus circunstancias (75,5 millones kilómetros te separan de tu hogar, el entorno es mortal) es el ingrediente principal de cualquier ficción derivada de la obra de Lovecraft. Indagando durante los primeros capítulos del juego descubres que has sido escogido por Orochi por tu posible relación con las investigaciones de tu madre en el campo de las matemáticas de la mecánica cuántica —también creaste una ecuación práctica, aplicable en física cuántica, relacionada con los campos de Yang-Mills en un fin de semana, pero no es el tipo de información relevante aquí. Tampoco me veo capaz de explicar algo así—. Estas matemáticas, al parecer, le permitieron romper el velo entre dimensiones y viajar a través de las mismas —con la consecuente pérdida de cordura—. Después, desapareció sin dejar rastro. Por si fuera poco, has estado desde bien pequeño expuesto a la influencia del Necronomicón (que tu progenitora guardaba nada más y nada menos que en el sótano de la casa familiar). Sobre la relación de Shane y su madre, Cynthia, vamos encontrando fragmentos de información y recuerdos diseminados por el juego.
Las investigaciones genéticas y botánicas en curso se interseccionan con el hallazgo de unas ruinas arqueológicas que confirman antiguos asentamientos de civilizaciones inteligentes en Marte. Por supuesto, es una localización visitable y, de hecho, una parte importante de la trama, pues es aquí donde encontramos la explicación a las extrañas criaturas que nos acechan por el rabillo del ojo. El peso del juego radica en su atmósfera, siempre tensa y opresiva: nos limitan las distancias, la falta de oxígeno o el bajo nivel de nuestra acreditación personal. Por desgracia, los desafíos de Moons of Madness no logran trasmitir un peligro real ni eminente que nos obligue a pensar y actuar rápido, porque es evidente tras un par de escenas que las animaciones responden a momentos concretos, y que hasta que no alcancemos su correspondiente switch, estamos en un entorno seguro.
Mecánicamente es un juego sencillo: te permite avanzar, esprintar, agacharse e interactuar con el entorno siempre que el entorno lo requiera. Afortunadamente, los puzles son lo suficientemente variados como para mantenerte entretenida durante las diez horas aproximadas que dura el título (que es completamente lineal: nada tiene pérdida) y el paisaje marciano es una delicia, a pesar del tamaño reducido de sus escenarios visitables. Sin embargo, llega un punto en el que hay tantos frentes abiertos, relacionados con el Grupo Orochi y con Cynthia Newehart, que no hay más remedio que seguir adelante para ver si es posible que un juego tan breve que toca temas tan profundos es capaz de resolverlos todos. Como buena historia de horror cósmico, termina con un ritual y un final que, depende de cómo se mire, es positivo o no.
Moons of Madness está disponible en PC y ha fechado su lanzamiento para PS4 y Xbox el 21 de enero de 2020.
Nota: Todas las imágenes del artículo, incluida la cabecera, pertenecen al press kit del propio juego; mis capturas de pantalla son muy probablemente spoilers de la trama.
Juego a cosas y le hago fotos a los baños. Hablo mucho del Warhammer, en D&D siempre interpreto clérigos y en el fondo soy Legal Buena. El tatuaje de la Marca del Forastero no me ha dado ninguna habilidad.
Etiquetas: ciencia ficción, games, H. P Lovecraft, horror, Horror cósmico, Lovecraft, Moons of Madness, reseña, review, terror, terror psicológico