Crash Bandicoot N. Sane Trilogy – Nostalgia furra

29/11/2019 | Aonia Midnight | 4 comentarios
A estas alturas apenas quedará gente que no conozca Crash Bandicoot o, como poco, que no haya oído hablar alguna vez de este simpático marsupial mutante, pero por si acaso…
Crash Bandicoot es una serie de videojuegos creada en los noventa por Naughty Dog. En sus primeros títulos se centraba exclusivamente en el género plataformas, pero con el paso del tiempo y la llegada de nuevos desarrolladores y títulos a la saga, fue conociendo otros.
La trama gira en torno a Crash Bandicoot —oh, sorpresa—, una criatura creada por Neo Cortex, científico loco y uno de los principales villanos de la saga, con la intención de controlar su mente y dirigir un ejército de mutantes. Inicialmente, Crash debía rescatar a su novia Tawna de Neo Cortex, pero más adelante la saga decidió centrarse más generalmente en impedir los planes del malvado científico u otros villanos.
Dejando de lado el género plataformas, Crash Bandicoot puso a sus fans al volante en Crash Team Racing, donde una competición inicialmente amistosa acabaría decidiendo el destino de la humanidad. Otro famoso título, Crash Bash, nos hizo formar parte de una batalla de egos entre Aku Aku y Uka Uka, donde una serie de minijuegos decidirán qué hermano es más poderoso —o al menos quién cuenta con un mejor equipo—. También está una de mis entregas favoritas, Crash Bandicoot: Lucha de Titanes (o Crash of the Titans), un título de aventura, lucha y, por supuesto, plataformas, en el que controlaremos a diferentes tipos de titanes a lo largo de una historia que no deja indiferente. Y estos son apenas tres títulos de una larga serie que lleva cautivando a sus fans desde que el mundo vio nacer al marsupial. En todo este tiempo, han aumentado los villanos, los minijuegos, las carreras de karts, los planes supermalvados, los cristales, las misiones secundarias, las manzanas, las cajas, los explosivos y… y… bueno, ya lo vais pillando.

*Risa maligna*
Podría dedicar un artículo a cada juego de la saga, pero la realidad es que mi relación con ésta se reduce a horas y horas de mi tierna infancia, jugando en familia a pasar el mando. Hubo niveles tan frustrantes que llegó un momento en que no hacía falta que mi hermano dijera “me toca a mí”, decidí que las plataformas no eran lo mío y que, total, ese animal ni siquiera era tan divertido. Seguí viendo pasar los juegos en segundo plano mientras jugaba con la GameBoy, cogiendo el mando lo justo y necesario para reafirmarme en que no era para mí y, al final, muchos títulos ni llegaron a mi casa ni consiguieron llamar mi atención al verlos en tiendas o revistas. Hasta que llegó Crash Bandicoot: Lucha de Titanes, que no solo lo disfruté como una enana, sino que me lo habré pasado dos veces casi del tirón —¡y en cooperativo local!—. La última de éstas fue con mi actual pareja, fan acérrimo del furro con cara de lunático, que no solo ha jugado una y mil veces algunos de los títulos de la saga —especialmente los cuatro primeros—, sino que es la persona ideal a la que regalar merchandising o, qué sé yo, Crash Bandicoot N. Sane Trilogy (Vicarious Visions, 2017), y así retomar contacto con los juegos del marsupial a través de su experiencia.
De hecho, viéndole jugar en alguna que otra noche de videojuegos, tratando de alcanzar (y consiguiendo) el 100% del juego, comencé a plantearme reconciliarme con Crash y darle otra oportunidad a sus inicios. Ahora ya más experimentada en el mundo de los videojuegos y, más concretamente, en el género de plataformas; y con las horas de diversión invertidas en Crash of the Titans.
Antes de instalar Crash Bandicoot N. Sane Trilogy, decidí preguntarle a mi pareja qué cambios había notado y cuál había sido su experiencia, porque una de las cosas que más había escuchado desde su lanzamiento era el aumento de la dificultad. Para mí, en tiempos, ya resultó complicado, y el tiempo que dedico a videojuegos es lo suficientemente limitado como para no plantearme jugar a nada que se centre en frustrar al jugador. Por suerte o por desgracia, el nivel de dificultad de los títulos se mantiene y, a menudo, depende de la paciencia y la habilidad de los jugadores más que del propio nivel.
A decir verdad, quitando la remasterización per se, con el pulido audiovisual evidente, los diferentes juegos de la trilogía se han visto afectados por un remake que ha incluido o generalizado aspectos de los otros títulos y, por supuesto, mejorado aspectos más concretos. Partiendo de la inclusión del nivel que fue eliminado de la versión noventera del primer título y que nos hace plantearnos seriamente tirar el mando por la ventana o la inclusión del autoguardado, que elimina el sufrimiento con el antiguo sistema. También han incluido en el primer título que las cajas de la ronda de bonificación sumen en el conteo total del nivel, como ya ocurría en los otros dos juegos de la trilogía.
Algo que han mantenido es que en el primer juego ni se podían ni se pueden utilizar algunas habilidades que se implementaron en los siguientes títulos, lo que puede llegar a echarse en falta en los momentos de frustración —que no son pocos—. Aunque si ello no impedía disfrutar el juego en sus inicios, no debería afectar actualmente.
Un cambio añadido a todos los títulos, pero que inicialmente solo se encontraba en el tercero de la saga, es el modo de juego contrarreloj o Time Trials. Otro de los cambios más interesantes es que hayan incluido en los dos primeros títulos el contador de cajas del tercero, para que sepamos cuántas nos faltan para obtener la deseada gema. Y no puedo olvidarme de mencionar la aparición de Fake Crash en algunos niveles de los primero títulos tras completar el 100%, o, por supuesto, recibir una máscara Aku Aku si morimos mucho *cof cof*.
Para ir terminando, no puedo obviar las numerosas mejoras y añadidos que tiene Crash Bancicoot N. Sane Trilogy, que si bien no voy a mencionar todas una a una, sí quiero destacar la unificación de controles para todos los juegos, la adición de plataformas extra en algunos niveles o las pistas in-game a la hora de afrontar enemigos, como las señales que indican que es seguro atacar a un boss. ¡Y los logros! Porque conseguir todos los tipos de gemas, cristales y reliquias no sería lo mismo sin un reconocimiento oficial.
Una de las primeras cosas que le llamó la atención a mi pareja fue, por supuesto, cómo habían trabajado con el aspecto visual, cuidando que todo fuera igual que los originales. Y, dentro de los añadidos, encontrar pistas en las pantallas de carga, tanto para gemas especiales como para derrotar enemigos, por ejemplo. La única “pega” que encontró fue la voz de Cortex, porque le encantaba la original y le resultaba extraño escuchar a Tyrion, de Juego de Tronos (Peter Dinklage).
A mí personalmente me ha parecido tan complicado como lo recordaba, pero, aunque me he frustrado casi tanto como cuando era cría, he notado cómo mis habilidades con los controles han evolucionado lo suficiente como para afrontar los niveles con mucha —MUCHA— paciencia. En ocasiones, he tenido que cerrar el juego por el bien de mi salud mental y la integridad del mando, pero, en general, he logrado avanzar más de lo que pensaba. Eso sí, a costa de derrochar vidas como si no hubiera un mañana, muchos reinicios, muchos suspiros de frustración y, sobre todo, más palabras malsonantes que las que recoge un diccionario.
Algo que nos llamó la atención a ambos —y que a mí personalmente me encanta— es la inclusión de Coco como personaje jugable (con alguna restricción) en todos los títulos y con sus propias animaciones.

Disfrutad, que ya os tocará sufrir
Así pues, si, como yo, erais reticentes a darle una oportunidad al furro con cara de loco, Crash Bandicoot N. Sane Trilogy puede ser el remake remasterizado que consiga reconciliaros con la saga. Y si, como mi pareja, sois fanáticos innegables de la serie de videojuegos, pero todavía no habíais encontrado el momento de volver a tomar los mandos de este plataformas —por falta de tiempo, por juegos pendientes o porque no veíais la necesidad de gastar dinero en juegos que ya os habéis pasado mil veces—; tanto el pulido audiovisual como las mejoras y añadidos hacen que merezca la pena.
Curiosa, reflexiva y torpe // Palomitas y cerveza // Psicóloga porque lo dice un título // Mi mente está llena de mundos en los que evadirme // Nothing is true, the cake is a lie
Jo, pues hace mil siglos que no juego a ningún Crash (nunca me llegué a terminar ninguno, sólo jugaba a ratos en casa de amigos) y lo mismo esta remasterización es una excusa buena para ponerme por fin.
Lo malo es que no sé cuándo voy a tener tiempo de ponerme con ellos… estúpido día, ¡ten más de 24 horas!
Siempre puedes engañar de nuevo a unos amigos, ¡y rejugarlo a su costa! Es broma, pero sí que merece la pena retomar el contacto con esta remasterización, está cuidadísima al detalle.
¡Gracias por tu comentario! ^_^
¿Tiene modos de dificultad, o te toca apañarte con lo que había?
Hay que apañarse, pero aparentemente ampliaron la superficie de algunas plataformas para «facilitarlo» un poco.