¡¡Confiad en la palabra del Pug!!
Análisis de Honey, I Joined a Cult

02/11/2022 | akusokozan | No hay comentarios
Con el auge de programas de televisión y podcasts (y algún que otro jueguico) de cosas de misterio y que rozan lo sobrenatural, las sectas son uno de esos temas que encajan dentro de esa industria. Además, ¿quién no ha pensado alguna vez en unirse a alguna secta, pero sin dejarse todo el dinero de la familia? Dejadme que os predique la palabra del Pug a través de su lideresa y sus seguidores en Honey, I Joined a Cult.
El culto al Pug (o a cualquier otra deidad que os apetezca usar para sacar dinero a la gente que se quiera unir a vuestra estafa piramidal) comienza con unas diez personas en membresía. Entre ellos está la lideresa, quien actuará como voz del dios Pug. Mi Lideresa, la Pugdesa de Griñón, se inclinó por hacer de su secta algo pequeño pero fuerte. Aunque no es el único camino a seguir para montar nuestro centro de adoración.

Mirad a mis súbditos, recibiendo las bendiciones pugianas
El juego nos enseñará a través de un pequeño tutorial cómo gestionar todo lo que podremos hacer con nuestra secta. Comenzando por los edificios, cada zona que hagas podrá ser designada para tener una función concreta, ya sean los dormitorios o un santuario para el Pug. Además, tendremos unos objetos obligatorios que colocar en cada habitación, sin los cuales no podrá ser completamente funcional.
Los edificios más importantes al principio del juego serán, sin duda alguna, el centro de investigación y la sala de meditación. Los motivos son bastante simples, en la sala de investigación podremos ir ampliando las cosas que podremos hacer. Así, podremos aumentar la capacidad de nuestra secta o mejorar los objetos que podremos añadir.
También podremos decidir cómo gestionar el tiempo de la gente que sea miembro de la secta. Cada zona de “trabajo” tendrá que ser atendida por alguien y, como en todos lados, habrá personas que trabajen mejor en un lado o en otro.
Tendremos que prestar atención porque, por desgracia, no podremos sacarles el dinero a los púgditos si pierden la fe o se estresan. Esto puede suceder por tener mucho trabajo y poca diversión. Ahí es cuando entra en juego la importancia de tener un centro de meditación, pues ahí, además de que nuestros seguidores (que aún no serán miembros) nos darán pasta gansa, la gente que forma parte de la secta también tendrá oportunidad de desfogar un poquito después de tanto trabajar.
Mientras que es divertido gestionar el descontrol que es tener un centro de culto, hay algunos aspectos que se me hicieron demasiado caóticos. Por ejemplo, no tendremos oportunidad de decidir horarios de apertura del centro. Mientras tus púgditos descansan puede que haya alguien interesado en seguir el culto que no estará siendo atendido, perdiendo así la oportunidad de estafarles.
Otro aspecto de Honey, I Joined a Cult que no llega a ser demasiado práctico es el increíble número de menús que se abren en la pantalla principal. Había momentos en los que ni siquiera podía ver lo que sucedía en mi juego, y eso resultaba algo agobiante.

Hay un poco de juego en mis menús
Pero también tiene cosas positivas, como las excursiones fuera del recinto. En ellas, eliges a una persona o varias para que salgan al exterior y hagan algo concreto, ya sea predicar en la calle, asaltar un edificio o manifestarse. Estas salidas tienen varios finales que pueden trastocar la rutina de la secta, como cuando un púgdito es detenido o herido y no puede continuar con su trabajo asignado. Este tipo de misiones aportan dinamismo y, si salen bien, te traen recompensas tanto a nivel material como inmaterial (subir la fe, cosas de decoración, etc.).
En términos visuales, hay un parecido en lo que se puede ver en Prison Architect, de Introvision Software. Los objetos y el diseño son muy similares entre un juego y otro, así como el gameplay en tema de construcción. Y aunque esa familiaridad me hizo más fácil adaptarme a la forma de juego, esperaba diseños que fueran característicos y propios de Honey, I Joined a Cult.
En cuanto a música, no es nada destacable y eso es bueno. Apenas se nota que está ahí. Eso es conveniente en el caso de Honey, I Joined a Cult porque, con tantas cosas pasando en la pantalla al mismo tiempo, se aprecia no tener una parte de tu concentración centrada en la melodía. Además, no hay voces, así que todo lo relacionado con diálogos estará por escrito, por lo que se aprecia que haya variedad de idiomas para ello, incluyendo el nuestro.
Por lo demás, Honey, I Joined a Cult es una buena forma de pasar el tiempo. Al poder hacer la secta de la temática que queramos a través de la decoración y la forma en la que gestionamos a nuestros púgditos, las horas pueden llegar a pasar volando.
¡¡Uníos al culto al Pug, predicad la palabra de la Pugdesa de Griñón!!
Clave de prensa proporcionada por Team17.
Reina de la procastinación. Juego a cosas, escribo de cosas y leo sobre cosas. The Witcher 3 me absorbió el alma y desde entonces no he sido la misma.
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