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Análisis de Minabo: A walk through life

Análisis de Minabo: A walk through life

Si hay un juego que ha creado expectación, ese ha sido Minabo: A walk through life. En cuanto se anunció, las redes explotaron entre chistes y memes, y se podría decir que Minabo estaba en boca de todo el mundo. Pero detrás de todo este humor y broma fácil, se podía entrever que había un título hecho con cariño, un simulador de vida sencillo y a la vez entrañable, protagonizado, cómo no, por un simpático tubérculo.

Devilish Games, el estudio detrás de Onirike, es el responsable de la creación de este paseo existencial. La premisa es muy sencilla: nuestro personaje es un pequeño nabo, recién nacido, y nuestra misión será acompañarle durante su vida y tomar las decisiones correspondientes. El inicio es completamente aleatorio: podemos tener un progenitor o dos, así como hermanos. El pequeño rábano blanco, tras salir de la tierra, comienza a desplazarse por un entorno completamente bidimensional. Siempre avanza hacia delante, pero comenzaremos decidiendo a qué ritmo camina pulsando un botón. Se representa así el paso del tiempo, e iremos viendo cómo nuestro físico y el de nuestros acompañantes vitales cambia progresivamente. Sabremos la edad de nuestro personaje en todo momento al venir indicada en la pantalla.

Un nabo bebé está listo para brotar del suelo

Minabo no es en absoluto un viaje en solitario, puesto que además de nuestra familia iremos conociendo a otros personajes conforme transcurren los años. Aparecen otros nabos, por lo general con edades bastante similares a la nuestra, aunque no siempre será así. Cuando somos retoños veremos a otros niños, pero conforme vamos envejeciendo podremos interactuar con tubérculos de otras generaciones. Los personajes siguen su propia clasificación conforme tomemos una u otra decisión con ellos, tan diferentes como la hostilidad o el amor, y pasando por ser simples conocidos o amigos en mayor o menor grado. Si tenemos una pareja, al llegar a cierto grado de relación nos reproduciremos y brotarán del suelo nuestros retoños. También habrá oportunidad de adoptar mascotas, con las mismas mecánicas básicas de interacción. Hay que decir que jugar con mando dificulta un poco elegir con qué personaje de la pantalla queremos realizar una acción, y más de una vez nos sorprenderemos eligiendo el nabo equivocado.

Hay tres barras a las que deberemos prestar atención: el medidor de contacto físico, el de intimidad y el de pertenencia, y tener las tres llenas ayudará a que vivamos durante mucho más tiempo. Nuestras interacciones determinan que estos indicadores aumenten o desciendan y, si bien el éxito o fracaso de nuestra socialización tiene un importante componente aleatorio, existen modificadores y pistas para tener éxito. En primer lugar, conforme vamos creciendo se atribuirán cualidades a la personalidad de nuestro nabo, como ser alguien miedoso o egoísta, y que pueden hacer que, por ejemplo, tengamos mayores problemas a la hora de establecer relaciones románticas.

También tienen un lugar importante los objetos coleccionables de este título: los sombreros. Periódicamente encontraremos personajes que llevan simpáticos gorritos, y que ganaremos en una competición de “piedra, papel o tijera”. Cada uno aporta unas características diferentes, como aumentar nuestra esperanza de vida, llenar las barras si llueve o que podamos hacer amigos o enemigos con tan solo una interacción. Finalmente hay que destacar que es fundamental ver las barras del personaje con quien deseemos relacionarnos, puesto que ellos también tienen sus propias necesidades, y si las cumplimos, las probabilidades de éxito serán mayores. Cuando decidimos actuar con otro nabo de algún modo, en ocasiones tendremos respuestas negativas. Entonces aparece otra posibilidad, que es la de reaccionar al desplante en cuestión. Podemos entristecernos y pedir perdón, actuar de modo indiferente o enfadarnos (con su correspondiente corte de mangas).

Una fotografía muestra a Minabo, que se ha hecho amigo de otro llamado Prieto

El paso del tiempo, además de por nuestro desplazamiento y los cambios físicos de nuestro personaje, se representa mediante las distintas estaciones del año. Podemos tomarnos la vida con más calma, caminando despacio e incluso deteniéndonos a cultivar relaciones, o avanzar deprisa si es lo que nos apetece. Pero todo tiene su precio. Si tardamos mucho tiempo en proseguir nuestro camino aparecerán unas polillas, que se pegarán a los personajes presentes en la pantalla en ese momento y reducen la esperanza de vida si pasan tiempo sobre los nabos, aunque podremos espantarlas avanzando rápido. También al detenernos mucho tiempo corremos el riesgo de sufrir el ataque de Topota, la madre topo que hace las veces de enemigo principal, que devorará únicamente a nuestro personaje, causándole la muerte instantánea. Por el contrario, si lo nuestro es vivir deprisa, veremos cómo nuestros familiares y conocidos se quedan atrás, en ocasiones de forma permanente y sin que podamos volver a verlos.

La pérdida también está presente en Minabo: A walk through life. Si no cultivamos nuestras amistades y romances, éstos se irán deteriorando progresivamente hasta que desaparezcan de nuestra vida, siendo esto representado con que se quedan atrás en nuestro camino. Nada es eterno en Minabo. La muerte está muy presente, y conforme transcurren los años iremos perdiendo a amigos, familiares y mascotas durante el camino. Podremos influir en este aspecto, eso sí, bien sea llenando sus barras de necesidades o utilizando objetos especiales que encontremos durante el camino, como el frasco de veneno, que matará instantáneamente al personaje elegido, o la manzana, que aumenta la esperanza de vida. Nuevamente podremos reaccionar ante la pérdida, pero solamente si la lápida del fallecido en cuestión está hacia delante en nuestra vida en lugar de haber quedado atrás, representando que ha sucedido sin que nos diésemos cuenta.

La pantalla muestra las barras de vida de un nabo llamado AmoAVe, sus amistades y sus objetivos vitales

Aparecen dos modos de juego. En primer lugar, tenemos las misiones, que son veinticinco en total, cada una con sus objetivos concretos y un escalado de dificultad bien planteado. Al final de cada una, cuando la vida de nuestro nabo llegue a su conclusión, veremos sobre la lápida un resumen de nuestros éxitos y fracasos. Completar la quinta misión desbloquea el modo libre, en el que, como rezan las instrucciones, no hay un modo erróneo de vivir y simplemente tendremos que dejarnos llevar. Ésta es una excelente oportunidad además para conseguir los sombreros que nos falten, si tenemos alma de coleccionista o queremos hacernos con las bonificaciones que nos aportan.

Además de en nuestro idioma, los textos de Minabo: A walk through life están traducidos a otras nueve lenguas. Los nabos hablan en su propia jerga como si de Sims se trataran, pero resulta tan comprensible como en el juego de Electronic Arts. La música es simple pero efectiva, y no resulta invasiva durante nuestra partida, sino que añade cierto toque emotivo y, sobre todo, alegre. El diseño de personajes es bonito, consiguiendo crear gran cantidad de rábanos adorables con los que establecer relaciones.

Campaña de marketing humorística aparte, tenía muchas ganas de probar este título, y debo decir que Minabo: A walk through life no me ha decepcionado ni lo más mínimo. Este simulador aparentemente simple esconde detrás toda una experiencia que llega a ser bastante realista, no en vano cuenta con un equipo psicológico que asesoró en las relaciones que se establecen durante el juego. Minabo es muy bonito, pero también puede llegar a ser muy duro. Como la vida misma.

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Alystrin
Alystrin @Alystrin

Cosplayer, otorrinolaringóloga, streamer y, sobre todo, mamarracha profesional. Cuqui del almendruqui que no dudaría en sacarte las muelas por tus "incorrecciones políticas"

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