Dando el cante por el Olimpo

Análisis de Stray Gods

Análisis de Stray Gods

La música es una de esas cosas que lleva acompañando a la humanidad desde sus orígenes. Quizá incluso desde antes de que pudiésemos considerarnos humanos, porque nuestra propia curiosidad nos llevaba a reproducir sonidos rítmicos sin necesidad de pensarlo o buscar una melodía concreta. Otra cosa que también nos acompaña desde que tenemos registros es la creencia de que existen diferentes dioses o seres superiores, sin importar la zona de origen, la cultura o incluso la época. Varían los dioses, aunque su esencia siempre es la misma: buscar algún tipo de explicación a las preguntas que siempre se hizo la humanidad. Algunas se fueron resolviendo a medida que iba avanzando la ciencia, pero otras siguen por ahí pendientes de resolver, y por eso todavía hay mucha gente manteniendo esa fe. Por si acaso. Esos dos elementos tan importantes para nuestra propia historia a lo largo de los siglos son, precisamente, los elementos clave que nos encontramos en Stray Gods, un título que, ante todo, podemos clasificar como el juego más original que os vais a encontrar este año.

Stray Gods nos presenta una historia en la que los dioses del Olimpo son reales, se hacen llamar ídolos y, en la época actual, viven una vida semioculta en el Nuevo Mundo (porque por supuesto que todo pasa en EEUU, ¿qué esperabais?), sin molestar a nadie. O, al menos, no mucho. Cuando nos presentan a Grace, nuestra protagonista, nos dan a conocer también a Calíope, una de las tres musas del arte. Con ella cantamos nuestra primera canción y, por cosas del destino que prefiero callar, acabamos recibiendo nuestros propios poderes de musa. Esos poderes hacen que, a través de nuestras canciones, podamos conseguir que otras personas se abran por completo y canten sus sentimientos reales, haciendo así que los sucesos puedan ir variando de forma drástica. Tras ello, nos encontraremos con que tenemos una misión muy importante, una investigación que nos hará poner patas arriba todo el panteón mientras hablamos (y cantamos) con unos y con otros buscando la verdad sobre ciertas situaciones complicadas que están sucediendo. Conoceremos a ídolos como Apolo, Hermes, Pan, Atenea, Perséfone o Afrodita, entre otros, y podremos forjar amistades y enemistades, dependiendo de cómo vayamos tomando nuestras decisiones. O, si queremos, incluso podremos enamorarnos de algún que otro personaje. 

Grace, hablando con Perséfone.

La base de todo esto es, sin ninguna duda, la narrativa. El guión está preparado con una enorme multitud de elecciones, que además importan más de lo que puede parecer, utilizando para ello la ya conocida “rueda Bioware”, donde nos darán a elegir entre varias frases diferentes. La mayoría dependen únicamente de lo que haya escrito y su coincidencia con lo que queramos decir, aunque de vez en cuando nos aparecerá un símbolo y un color que nos dará una pista sobre el comportamiento de Grace al seleccionarla. Fuera de las canciones podremos pensar cada elección el tiempo que necesitemos, sin ningún tipo de presión, pero durante las canciones se complicará un poco la cosa. Al estar estas tan bien conectadas, tenemos un tiempo muy concreto para nuestras elecciones, porque el espectáculo debe continuar, y mientras alguien está cantando nos irá apareciendo la rueda en la pantalla, con sus colores bien definidos y una barra debajo a modo de temporizador. Y, sinceramente, a pesar de haber jugado a multitud de juegos en inglés, nunca agradecí tanto unos subtítulos con traducción al español (acreditada) como en este título, que lo de tener que escoger con tanta inmediatez ya es un peso lo suficientemente grande. Eso sí, como os podéis imaginar, el sonido está exclusivamente en inglés, que ya es una labor titánica sólo con un idioma.

Una de las cosas que más destaca en Stray Gods es la estética de cómic permanente. La animaciones de los personajes y los escenarios no son lo que se suele encontrar en el medio, sino que son imágenes estáticas que van cambiando en el frame concreto para seguir el ritmo tanto de las canciones como de los diálogos comunes. Quizá penséis que eso es lo que se hace en las visual novels desde hace años, y en esencia podría decirse que es lo mismo, aunque en la práctica el efecto que se reproduce se parece más a lo que pasa en nuestra cabeza cuando vamos leyendo las viñetas de un cómic. Y esto destaca todavía más cuando nos damos cuenta de que los fondos están hechos como más “sucios”, para ayudar a darle el protagonismo a quien lo necesite en ese momento. Algo que es mucho más difícil de lo que se suele creer.

Grace, Perséfone, Apolo, Atenea y Afrodita se encuentran en un edificio de oficinas de gran altura.

Stray Gods es un juego casi obligatorio para la gente a la que le gustan los juegos en los que la toma de decisiones es lo más importante. Y, por supuesto, las visual novels y los musicales. Es un título que llama la atención por la originalidad de sus mecánicas, pero tampoco se queda nada atrás en la historia que cuenta y cómo lo hace, convirtiendo lo que parece una idea loca e imposible en un juego fresco y original del que, sin ninguna duda, acabarán apareciendo réplicas intentando estar a su altura. Sin embargo, como bien sabe Grace, sólo las decisiones adecuadas te pueden llevar al Olimpo.

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Nix

I run on coffee, sarcasm and lipstick. Hace años le vendí mi alma a Bioware y me convirtieron en la Shadow Broker. Tengo un papelito que dice que soy N7, pero no quieren darme mi propia nave. Me gusta llevarle la contraria a la gente y por eso soy una Inquisidora enana y pelirroja.

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