Habelas hainas

Análisis de The Cosmic Wheel Sisterhood

Análisis de The Cosmic Wheel Sisterhood

Poco se conoce sobre los orígenes reales del tarot. Los registros mejor fechados lo suelen situar en el siglo XIV, pero lo cierto es que hay ciertos detalles que nos cuentan que, tal vez, ya llevaba bastante tiempo rondando los territorios europeos y orientales. Y es que si algo tenemos claro es que, desde siempre, el ser humano ha deseado conocer el futuro. El miedo a lo desconocido, al “¿a dónde vamos?” o al propio más allá nos hace replantearnos cada decisión, porque necesitamos explicaciones antes de que lleguemos a la meta. Con una mezcla entre curiosidad y terror, la búsqueda de respuestas imposibles de obtener o comprender han hecho proliferar muchísimos tipos de adivinación, ya sea con runas, estrellas, posos, bolas de cristal o las propias cartas. Y esa búsqueda, continuando una especie de tradición secular, ha ayudado a construir la base de The Cosmic Wheel Sisterhood, un juego en el que el tarot vuelve a renovarse una vez más sin perder su esencia.

Una de las cosas que mucha gente cree sobre el tarot, en gran parte por la cantidad de gente magufa que se dedica a estafar a otra gente ofreciéndole un futuro falso a cambio de mucho dinero, es que las cartas dan una respuesta concreta a cualquier pregunta. Sin embargo, en una tirada de cartas tenemos tres elementos importantes: la pregunta, las cartas y la interpretación de las mismas, que puede variar muchísimo dependiendo de la persona que lo haga o cómo entienda la situación. Y a eso le podemos añadir el aderezo de la persona receptora equilibrando la balanza hacia que ese posible futuro se cumpla o se evite. Por ello, muchas veces, una lectura de cartas es el equivalente a lanzar una moneda al aire para elegir entre dos cosas cuando tu subconsciente ya se ha decidido, y te pones triste si sale el que, sin saberlo, es el que no querías, dándote la respuesta que necesitabas. Esto es, de una forma lo suficientemente vaga como para no spoilear nada del juego, la situación que tiene Fortuna entre las manos. 

La historia comienza cuando conocemos a Fortuna, nuestra protagonista, una bruja que fue condenada por la jefa de su aquelarre a vivir aislada durante mil años. Sin embargo, doscientos años después está harta de su situación y decide invocar a un ser prohibido para las brujas, un behemot llamado Ábramar. Y aquí es cuando empezamos a cambiarlo todo. Fortuna hace un pacto con Ábramar, consiguiendo así una nueva baraja del tarot hecha por ella misma, y poco después se revisa la condena, abriendo la casa de Fortuna a las posibles visitas de las demás brujas del aquelarre. No puede salir, pero al menos ya puede recuperar el contacto con sus compañeras y conocer gente nueva. Aunque, como extra, lo que sí puede hacer es soñar, ofreciéndonos detalles oníricos relacionados con nuestras propias cartas, estudiar las diferentes fuerzas del cosmos y disfrutar de unas historias interactivas que vienen de la pluma de diferentes autores. Poco más os puedo decir sobre la trama, o más bien no quiero hacerlo, principalmente porque hay unos detalles muy concretos que será mejor que descubráis mientras jugáis, para no perder el impacto que os vais a comer cual coyote persiguiendo al correcaminos. Lo que sí os puedo contar es que la base del juego consistirá de forma principal en ir hablando con las diferentes brujas que irán apareciendo, echarles las cartas, y elegir qué es lo que más se ajusta con su futuro o qué preferís decirles. Todo esto con unos pequeños interludios que nos llevarán a escenas del pasado, ayudándonos a comprender un poco mejor todo lo que rodea la vida de Fortuna. 

Lo que es la joya de la corona en cuanto a jugabilidad y originalidad es, precisamente, todo lo relacionado con las cartas. Para su creación tendremos un menú en el que nos encontraremos con que cada carta está dividida en tres partes: la esfera (el fondo), el arcano (el personaje) y el símbolo (los objetos). Cada uno tiene sus opciones predefinidas, que no son pocas, entre las que podremos ir escogiendo lo que más nos guste para combinarlas entre ellas, encontrándonos incluso algún guiño a otros juegos. Sin embargo, no todo va a ser ir a lo loco y juntarlo todo, sino que para escoger cualquier elemento nos tocará pagar con las diferentes magias: tierra, aire, agua y fuego. Cada elemento vendrá marcado con cada magia, y al combinarlos nos darán una carta con un significado diferente, acorde a lo que esos elementos ofrecen. Por poner un ejemplo, una carta que combine tierra y agua tendrá un significado más ligero que otra carta con tres elementos de fuego, que sería muy destructiva. Y, teniendo en cuenta que podéis crear vuestros propios veintidós arcanos mayores, os podéis imaginar la cantidad de variables que tienen sólo al crearlas, multiplicándose a la hora de hacer una tirada. 

Cuando otro personaje nos pida que le digamos algo sobre su futuro, a menos que nos neguemos, nos preguntará como mínimo una cosa, pudiendo ser dos o tres como norma general. En ese momento, veremos a Fortuna barajar las cartas y sacar una de ellas de forma aleatoria, la cual colocaremos en la mesa, en la zona de la respuesta que nos interese más. Una vez colocada nos aparecerán varias frases en la parte inferior de la pantalla, siendo unas u otras dependiendo del tipo de carta que hemos sacado o de las magias que tenga. Esas serán nuestras opciones, nuestra visión de futuro. A veces con respuestas buenas, otras con respuestas malas, o incluso con respuestas a las que no sabremos cómo va a reaccionar ni la otra persona, ni nuestra propia partida. Porque todo está entrelazado, muchas decisiones afectan a otras, y a veces de una manera muy extrema. Sin ir más lejos, una de las decisiones que tomé al inicio de todo afectó de forma directa al final del juego. Y podría haber sido peor.

Si en algún momento habéis jugado a cualquier juego de Deconstructeam (y si no lo habéis hecho, no sé a qué estáis esperando), os podéis imaginar un poco hacia dónde se dirige la narrativa, la estética e incluso la música del juego. Lo que no os podéis imaginar es la magnitud de todo lo que han hecho esta vez. Si os parecía mucho, ahora es más. El guión, esta vez mucho más ligero y con más cercanía, hace que sientas que cuando hablas con esos personajes lo estás haciendo con tus amistades, y la lectura de las cartas también ayuda a convertirlo en algo más orgánico, dejando la toma de decisiones en nuestra mano incluso sin saberlo. Al mismo tiempo, los giros y sorpresas están en cada esquina, de manera que el hecho de jugarlo dos veces seguidas es algo casi necesario para poder ver qué es lo que cambiarías una vez que tienes toda esa información en tus manos que antes no conocías. La estética, con su ya característico pixel art sencillo y bonito, combina con uno más detallado al ofrecer el primer plano de los personajes cuando les estás echando las cartas, dándoles más énfasis a sus emociones. Y, sin ninguna duda, el diseño de Ábramar es de lo mejor que os vais a encontrar. Por último, la música, que no sólo tiene una canción para cada personaje (y no son pocos), sino que también combina la tranquilidad de la música de fondo con las diferentes emociones que enfatiza en cada una de las escenas clave, transportándonos de forma directa a ese cosmos en el que se encuentra Fortuna, y fusionándose con esa narrativa para conseguir cada impacto y cada sentimiento. Cabe destacar también la acreditación a los diferentes tipos de traducción, que aparece en el seleccionador de idioma.

The Cosmic Wheel Sisterhood es uno de esos títulos que quieres jugar y rejugar, una y otra vez, buscando cómo cambiar el curso de los acontecimientos, queriendo conocer todas las variables posibles o, simplemente, poder pasar más tiempo con esos personajes que has querido u odiado. Un juego en el que incluso al propio Ábramar, a quien te presentan como un ser malvado, podrás quererlo más que a nadie. Un juego que te manipula, tal y como hacen con el futuro las cartas de Fortuna, para bien o para mal. Porque la rueda cósmica tiene algo pensado para ti, y tal vez ya lo haya decidido sin que te dieses cuenta. Tu partida no será como la mía, como tampoco lo son nuestras vidas.

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Nix

I run on coffee, sarcasm and lipstick. Hace años le vendí mi alma a Bioware y me convirtieron en la Shadow Broker. Tengo un papelito que dice que soy N7, pero no quieren darme mi propia nave. Me gusta llevarle la contraria a la gente y por eso soy una Inquisidora enana y pelirroja.

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