Resacón en Faerún

Baldur’s Gate 3: los dragones y los nautiloides (Acto 1)

Baldur’s Gate 3: los dragones y los nautiloides (Acto 1)

Hemos esperado pacientemente desde aquel Early Access de Baldur’s Gate 3 que Larian lanzó a precio completo en octubre de 2020. Era una época que parece muy lejana ahora, con sus restricciones y sus cosas. Y para mucha gente supuso la resurrección de un género. Cualquiera que haya jugado rol alguna vez conoce de sobra Los Reinos Olvidados, la Costa de la Espada, a los hijos de Bhaal y, por supuesto, las dos primeras entregas de Baldur’s Gate. Desde que Baldur’s Gate se publicó habían pasado más de 20 años, y aun así el formato que presentaba Larian en el Early Access de BG3 era semejante. Y es que no hace falta innovar mucho cuando el formato funciona tan bien.

El sistema de combate, exploración y las tiradas de dados ya nos vienen dadas en los manuales de juego en los que el equipo de desarrollo se ha basado. Y sí, los combates por turnos no son para todo el mundo, pero ya tenía un público asegurado. Y aunque el equipo desarrollador pertenecía a otra compañía, era difícil destruir esa esencia de sentir que estás jugando a Dragones y Mazmorras.

Durante los tres años de Early Access, Baldur’s Gate 3 tenía sus momentos aquí y allá, anunciando parches para ampliar la experiencia e incluyendo alguna que otra cosa para que los límites a los que se atenía el juego en su momento no se hicieran pesados para la gente que rejugaba. 

En estos tres años de espera a la publicación del juego, personalmente no tenía grandes esperanzas por Baldur’s Gate 3. En la era del ‘show don’t tell’ de From Software, los neones humeantes de Cyberpunk 2077 o los mapas infinitos de Zelda, ¿a quién le iba a interesar un juego que lleva casi 30 años usando los mismos esquemas? Pues ya os digo que a muchísima gente. Tanto que no había pasado ni una semana cuando en las redes ya se decía Baldur’s Gate 3 y GOTY en la misma frase. 

Mientras escribo esto, llevo en total 170 horas invertidas en este juego, desde que salió en Early Access. Con tantísimas horas, aún ni he terminado la partida que empecé en el lanzamiento oficial en agosto. Y la verdad es que tengo tantísimas cosas que decir que he pensado que, como buena rolera, voy a dividir esta opinión en tres partes. Esta primera parte estará dedicada plenamente al Acto 1 del juego, y advierto que habrá spoilers sobre la historia principal y misiones secundarias. Así pues, vamos al lío. 

Dragones y mazmorras, un mundo infernaaaaaal

Como el Early Access estaba limitado al primer mapa del juego que corresponde al Acto 1, cuando volví a él en agosto fue como volver a mi casa de la infancia. Recuerdo dónde está cada cosa y conozco a todo el mundo en el barrio, pero hay algunos elementos que han cambiado la dinámica. Y lo digo para bien. Ya solo todo lo que se ha ampliado en la creación de personaje: elección de raza, clase, hechizos, colores, etc. Solo con ver este menú ya sabía que me estaba metiendo en un pozo donde me iba a quedar a largo plazo. 

También sentí que era como una segunda oportunidad para hacer las cosas que nunca había hecho antes. En mi primera partida en Early Access, recuerdo no poder llegar ni al paso de montaña. Y tenía muchísimas ganas de seguir explorando todo, porque el ansia de haber dejado misiones incompletas me reconcomía por dentro. 

Así que, una vez más, me encontré en el nautiloide de los azotamentes. Me uní a Lae’zel, rescaté a Corazón Sombrío y juntas saltamos a lo desconocido. 

Como buena fan incondicional y apologista de Astarion y su destructiva personalidad, enseguida lo invité a mi equipo también. Para esta nueva aventura, mi personaje era una semidrow pícara, así que repetía habilidades con él y mi equipo perdía variedad. Pero bueno, nada es imposible. Mi equipo parecía recién fugado de un centro psiquiátrico del siglo XIX, y me ayudó mucho a la inmersión. Sobre todo porque, al tener experiencia jugando en equipos de rol, se sintió muy real la sensación que recibí cuando, al empezar una partida, el equipo suele ser la cosa más bizarra del mundo en cuanto a variedad de razas e historias de origen.

Porque cada persona tiene su personalidad, y su forma de ser, y normalmente se busca pasar un buen rato mientras vas por un mundo de alta fantasía. Y, aunque en Baldur’s Gate 3 mis acompañantes son generados por ordenador y con un guión, me sentía como si estuviera jugando con gente de verdad. 

Soy una artista dentro y fuera de la pantalla

Las reacciones, los comentarios en voz alta mientras exploras y sobre todo las noches en el campamento han sido grandes aciertos de este juego. Te hacen sentir en una campaña real, con gente real. Cada personaje es complejo a su manera, y tienen personalidades tan distintas, pero tan atrayentes al mismo tiempo. Todos tienen su historia, y eligen cómo y cuándo compartirla contigo. Es simplemente una maravilla, y no me extraña que este aspecto del juego haya sido determinante para tanta gente a la hora de comprar y jugarlo. 

Además, la introducción al mundo está tan pulida y detallada. Algo que no esperaba y que no recordaba ver en el Early Access fue encontrarme libros que hablan del personaje principal de las anteriores ediciones de Baldur’s Gate. Es un guiño que me gustó muchísimo. Son juegos de diferentes compañías, y Larian podría haber escogido empezar 100% de cero si quisiera en todos los sentidos. Pero ver esos guiños (que luego son guantazos con la mano abierta) a las anteriores ediciones es un gran plus. 

Y hay tantísimo que descubrir en el primer acto, y tenemos tantísimos frentes abiertos: tenemos un gusano en el cerebro, y nos ofrecen mil alternativas para quitárnoslo; también nos piden ayuda de varios lugares, y podemos aceptar (o no) según el tipo de personaje que queramos ser. ¡Incluso hasta podemos adoptar a un perrete! (Rasca te quiero muchísimo). Aliarse con los githyanki, rescatar a los tieflings, dejar que nos hagan una lobotomía… hay tantísimas cosas que hacer que la lista sería demasiado larga para este texto. 

Y Baldur’s Gate 3 te deja escoger. Desde el primer momento te deja claro que cada acción que tomes tendrá consecuencias, y la ambientación está tan lograda que es difícil ignorar oportunidades de exploración cuando se nos presentan. El mapa del Acto 1 es ideal para esto. Tenemos varias áreas que explorar, y son un pozo sin fondo de horas donde cada esquinita tiene una pequeña conexión con algo que ya has visto. La emoción que me entra cada vez que veo una actualización de misión tras tocar alguna cosa que en otro momento podría haber pasado por desapercibida es indescriptible. 

¿Ves esas estrellas en el cielo? Pues hay más gente jugando a BG3

Además, los personajes (tanto jugables como no) van más allá de lo que yo esperaba también. Desde los tieflings, cada uno con su historia y su objetivo, hasta la adorable anciana que vive en el prado lleno de ovejitas (ya sabréis a quién me refiero) son dignos de mención. Por favor, ¡si es que este juego hace que te intereses hasta por uno de los bueyes que te encuentras en la arboleda! Cada selección de diálogo influye en el curso de nuestra partida, y con quién hablamos y cómo es determinante.

En las partidas de rol, muchas veces la persona que ejerce de Dungeon Master tiene que improvisar debido a las bizarras acciones de la gente que juega, y en Baldur’s Gate 3 esto está tan conseguido que a veces parece que estoy jugando una partida real y no en PC. Si en lugar de matar a unos trolls los engatusas sacando un crítico en Persuasión y te dan un cuerno para que los llames a pelear, que es algo casi imposible. El juego ya lo tiene todo pensado. Ah, ¿que insistes en leer ese libro que necesita tres tiradas de dados altísimas? Vale, la IA tiene algo pensado para ti. 

Es una maravilla que hayan tenido en cuenta todas las posibles combinaciones. Y claro, por un lado han tenido años para pulir el Acto 1 debido al Early Access y los apuntes que han ido dejando los jugadores. Y ya desde el lanzamiento hemos tenido tres parches más. Pero el cuidado al detalle para hacer la inmersión aún más completa es lo que más encanto le da a Baldur’s Gate 3. 

Y por no hablar de la ambientación de los mapas. En el Acto 1, solamente tenemos destrucción por todos lados, el único lugar aún habitable siendo la arboleda y la colonia de micónidos del Underdark. Aldeas destruidas, posadas en llamas, monasterios invadidos… Está todo destrozado, y las probabilidades de pensar que, algún día, llegaremos a Puerta de Baldur, son ínfimas. Eso sí, con cada grupo que nos encontramos les prometemos que nos encontraremos ahí. Y con esa esperanza me encaminé yo, tras profanar templos, liberar tieflings y masacrar goblins, pensando “Solo tengo que atravesar las tierras malditas por las sombras y llegaré a Puerta de Baldur”… Y el Acto 2 apareció ante mí y me tragó entera de un solo bocado. Pero eso ya es historia para otro texto. 

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akusokozan
akusokozan @crisiscrisis_

Reina de la procastinación. Juego a cosas, escribo de cosas y leo sobre cosas. The Witcher 3 me absorbió el alma y desde entonces no he sido la misma.

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