Doki Doki Literature Club y la magia de los creepypastas

13/03/2018 | Kitttsune | 5 comentarios
No es la primera vez que hablo de este juego (y sospecho que tampoco será la última). Dejando de lado la crítica a los simuladores de citas y toda la lectura psicológica que podemos sacar, gran parte del atractivo de Doki Doki Literature Club! es cómo se deforma por sí mismo. A medida que vamos avanzando en la historia las cosas dejan de ir bien, y no me refiero a la trama en sí, sino a los propios códigos del videojuego. Glitches, distorsiones y errores empiezan a aparecer en pantalla, al principio sutiles, más tarde mucho más explícitos. Es casi, casi igual a un creepypasta.
Los creepypastas son relatos de terror que se crean y se comparten a través de Internet. Por su formato es fácil confundirlos con un post cualquiera de un foro, lo cual hace que adquieran un cierto realismo. La gracia de este tipo de historia es establecer esa verosimilitud cómplice entre persona que hace el post y persona que lo lee, quedando como una versión más moderna y global que la leyenda urbana que te contaba un compañero de clase.

Majora’s Mask ya daba miedito por sí solo
Varios de los creepypastas más populares de Internet están relacionados con los videojuegos. El más famoso (y el primero que recuerdo leer) es el llamado Ben Drowned, en él un chico encuentra una copia de The Legend of Zelda Majora’s Mask que no funciona como debería. Después de varias texturas fallidas y eventos que no tendrían que pasar, el juego se vuelve una versión retorcida y siniestra del original, gracias al cual deducimos que el anterior dueño, Ben, murió ahogado. En Tails Doll, por otro lado, se cuenta que al desbloquear a un Tails especial en Sonic R, los niños morían, mientras que en Sonic.exe, un adolescente se encontraba con una versión macabra de un port de Sonic the Hedgehog de Sega Genesis.
¿Qué es lo que nos da miedo de los creepypastas?¿De donde surge nuestra fascinación por ellos? Gran parte este terror es producto de los propios glitches y bugs que experimentamos al jugar con normalidad. Estos fenómenos accidentales se escapan al control de jugadores y desarrolladores, causando una especie de desasosiego. En los creepypastas lo llevan más allá, haciendo que el juego cambie por completo pero de forma errónea y, más o menos, accidental, como hecho por unas manos inexpertas. Se podría incluso decir que es el propio juego el que se ha hecho a sí mismo.

Missingno es uno de los glitches más conocidos y que más leyendas ha generado a su alrededor
Виктор (@_BNKTOP) contaba por Twitter sobre los glitches: “naturalmente lo asimilé y lo entiendo ahora, pero sobre todo los que son repentinos, feos y con ruido me dan cosica en el estómago, jajaja, o a lo mejor es que soy un cagao sin más y no estoy entrenado porque no me gustan las cosas de miedo” y continúa “en parte por eso y porque de pequeño tampoco los entendía, no entendía los ordenadores ni nada. Cuando me lo estaba pasando bien en el ordenador y de repente se atascaba la música y pantallazo azul con letras y símbolos raros me cagaba y me iba corriendo”.
Que el videojuego puede tener inteligencia artificial y ser independiente hasta cierto punto resulta fascinante. Actualmente estoy leyendo Alias Grace y cuando cierro el ebook, Grace deja de coser automáticamente, todos los personajes se congelan, la acción se para. Lo mismo pasa con la peli que dejas a medias en Netflix y te espera pacientemente hasta que la retomes. Los videojuegos, por otro lado, a veces cuentan con su propio reloj interno y el mundo cambia aunque no encendamos la consola. Según a la hora del día a la que juguemos a Pokémon, nos encontraremos con la noche o el día.
Reconozco que cuando era pequeña me asustaban mucho las cucarachas que aparecían en tu casa de Animal Crossing cuando llevaba un tiempo sin jugar. No por el bicho en sí (las cucarachas son feas pero no tanto), sino por la idea de que un ser no deseado había entrado en mi casa virtual, como si tuviera inteligencia propia. Esta profanación del espacio seguro, la idea de que las cosas del videojuego se escapen a tu control causa angustia y desasosiego, y aunque en Sonic.exe o el cartucho de Ben del Majora’s Mask el jugador tiene control sobre el personaje, no lo tiene sobre el resto del mundo.
Spoilers de Doki Doki Literature Club! a partir de aquí.
Algo así es lo que hace Doki Doki Literature Club!, el juego se va corrompiendo y va quitando agencia del jugador, primero sobre su condición de protagonista en su simulador de citas y segundo sobre el juego como tal. Su estética rosita y dulce es otro ingrediente más del creepypasta, en los que generalmente solemos ver juegos inocuos (como Sonic o Pokémon Rojo y Azul) como punto de partida. Este ambiente aparentemente inocente sirve como contraste para lo que vendrá después, ya sea un Sonic lleno de sangre, ya sea una Natsuki descoyuntada. Este tipo de relatos dependen mucho de las situaciones chocantes e inesperadas.
Doki Doki Literature Club! se va volviendo incómodo y desconcertante a medida que avanzamos en su historia. Parece un juego buggeado, un error. Sin embargo, al estar todo planeado, el error está cuidadosamente medido y se siente como si tuviera vida propia. Es Monika la que te está manipulado al igual que antes lo hizo Ben. Es Monika la que está reescribiendo el código, alterando al resto de chicas y, finalmente, borrándolas. Podemos relacionar esto con la idea de la revolución de las máquinas, con el temor que genera que la IA que se rebele. Monika puede ser una especie de SHODAN, resultando su historia parecida a la de Ava en Ex_Machina o Samantha en Her.
Es curioso como los creepypastas casi siempre recurren a la muerte como final, supongo que será porque es uno de los miedos que más se comparten y porque los muertos no te pueden contar si desbloquearon el muñeco de Tails. Nadie quiere morir mientras juega a Sonic (espero). En Doki Doki Literature Club! morir no es posible (aunque el desarrollador podría contratar a una serie de sicarios para que fueran asesinando a las personas que se pasaran el juego, lo cual, además de carísimo, es ilegal), por lo que recurre a eliminar por completo el control del jugador sobre lo que está pasando. Nos quedamos frente a Monika en el mundo que ella ha creado para nosotros para siempre. Y esto funciona sorprendentemente bien, por un lado por ser algo completamente contrario a las expectativas creadas y acabar el personaje emparejándose con nosotros de manera forzada y, por el otro, rompiendo el juego.
La cita con Monika es el final y somos nosotros los que saldremos de esa situación borrando el archivo, haciendo algo que no se supone que hay que hacer. Curiosear entre los entresijos de los videojuegos es algo que siempre ha fascinado a los usuarios, ver los assets que se han quedado sin usar, el código descartado, incluso los mensajes ocultos dejados por los desarrolladores, genera un misterio equiparable a visitar una casa abandonada. Precisamente ese archivo, escondido en la carpeta del ordenador, es la última pieza, la que añade el realismo justo, una cierta tangibilidad. Nos hace destripar el juego, examinar los ficheros y eliminar el que necesitamos.
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Ilustradora amante de los gofres y los gatos.
Etiquetas: Creepypastas, doki doki literature club, games, majoras mask, pokemon
Y para cuándo el podcast de Creepypas*le disparan con un tanque*
*emoji de ojitos*
Con los creepypastas y los glitches mantengo una especie de relación tóxica en la que sé que lo paso fatal pero no puedo dejar de sentirme atraída hacia ellos.
De hecho a DDLC jugué con mi pareja mientras él manejaba el ratón y yo tenía la tranquilidad de que podía taparme la cara, alejarme o apretar fuerte un cojín mientras la acción no necesitaba que yo estuviera al mando.
Te entiendo perfectamente, aunque el glitch mas terrorifico que he vivo ha sido cuando se me cayó el furby y se volvio satanico xD
Curioso a la vez que inquietante lo que comentas de los «glitches» que te encuentras en DDLC, yo nunca olvidaré la primera vez que jugué a Batman Arkham Asylum, cuando se congeló la pantalla, empezaron a salir rayas verticales para luego apagarse de golpe. Pensé que se me había jodido la partida, ¡pero en realidad era uno de los trucos del Espantapájaros!