A las gamers no nos creen

A las gamers no nos creen

El título es autoexplicativo, y nos vais a perdonar que utilicemos ese término tan genérico y denostado como es gamer: a las mujeres que jugamos a videojuegos, por sistema, no nos creen.

En este artículo conjunto hemos recopilado experiencias de varias escritoras de Todas Gamers en las que nos han devaluado, puesto a prueba o simplemente no creído por el mero hecho de ser señoras jugonas. Os aseguro que a prácticamente cualquier mujer le ha ocurrido alguna vez en su vida, así que quedaos a leer nuestras vivencias y quizá podamos inculcar un poco de conciencia en la comunidad de videojuegos y el modo en que se nos trata:

Una buena aproximación a lo que hacemos las señoras jugonas. SÍ, LO MISMO QUE TODO EL MUNDO. Fuente

Lo que nos cuenta Deathgazer

Os juro que no es así como jugamos. Fuente

Es tan, tan habitual que casi no merece la pena ni hablar de ello… ¿o sí?

Curiosamente, los momentos en que menos tonterías he tenido que aguantar con respecto a gustarme los videojuegos fue durante el colegio: al no existir todavía el factor de sexualización, parecía haber una cierta uniformidad en gustos y aficiones de niños y niñas: deportes, hacer el ganso y, claro, ¡Pokémon! Recuerdo cambiar bichos en el patio del colegio con el Cable Link de Gameboy y, aunque en realidad siempre hubo más niños que niñas, también nosotras nos rendimos a los encantos de Ash.

La cosa cambia en la adolescencia. Aquí comienzan ya las incredulidades (¿pero tú qué vas a jugar?) y los retos (pues ahora me dices todos los títulos de ese estudio y en qué año salieron). Ya veis, porque un test de gamer es necesario: lo de ser una señora y jugar no es posible, porque no es natural, porfavar, que con 15 años estemos jugando a cualquier chuminada en lugar de poniéndonos rímel y bailando como pavos reales nuestras danzas de seducción de chavales granudos. Lo peor de este momento es que es sencillo caer en la trampa y defenderse a capa y espada, comenzar a estudiar el lore y llevar un buen bagaje de datos, POR SI ACASO el gilipollas de turno nos pide credenciales, no sea que no pasemos su test megachachi para entrar al podium de los más imbéciles.

En realidad, la tendencia de la incredulidad y el reto han continuado en la edad adulta. Hay algo que no cambia: el patrón masculino de querer, necesitar ponernos a prueba, ya que en su mente la mujer es un ser inferior y los videojuegos algo digno de la complejidad de la arquitectura gótica flamígera. Ya veis. Los jueguitos «simples» no están a su altura. Mi madre, nivel 3000 de Candy Crush, nunca será una trugueimer. Queridas, da igual lo mucho que nos esforcemos: nunca llegaremos a donde se espera de nosotras. Por ser mujeres. Por ser jugonas. Tranquilas, hay solución: seguir jugando al Animal Crossing o al Dark Souls, a lo que os salga de las entrañas, eso sí, SIN DAR EXPLICACIONES. Lo que mejor funciona es una larga, intensa mirada fija mientras estamos en el más absoluto de los silencios. Sacar una navaja del bolso también ayuda. Al final os dejan en paz.

Curiosamente, en la actualidad tengo un nuevo foco de reto: mis alumnos adolescentes. Ellos, que no conciben que su profesora sea jugona, que te dicen si tanto sabes de juegos, dime cuál es el mejor cuchillo de CS:GO. Ellos, que juegan a Minecraft y Fortnite. Ellos, que de ahí no salen y los otros juegos «son malos». No merece ponerse a la altura, evidentemente, y es más sano y sensato explicarles las cosas. Porque ahora las entienden. Porque es posible ejercer un cambio, pero… ¿me toca a mí cambiar sus mentalidades?

Yo diría que no.

Lo que nos cuenta Vitru

Corría el 2015, cuando me comencé a interesar por el League of Legends, todo mi circulo de amigos jugaba. Al principio ellos no lo sabían, pero un día digamos que me sentí con las fuerzas necesarias para confesar que jugaba. Su reacción me dejó con sabor amargo en la boca: en vez de apoyarme, me dijeron que me dedicara jugar a otra cosa.

Un día vinieron a casa e hicimos noche de viciada, todos con sus ordenadores portátiles. Yo estaba comenzando a jugar, no sabía mucho de las tácticas que se utilizaban por aquellos entonces. Yo obediente, les hice caso y me fui a la línea de support, según ellos era una línea ideal para las chicas, dado que según ellos las mujeres tienen menos reflejos. Me callé, no dije nada. Ese fue mi error. Después de aquel día siempre me llevaban al puesto de support.

Días posteriores quedamos para cenar en un kebab y volvió a salir el tema de que las mujeres tenían menos reflejos, y ya harta de escuchar ese tipos de comentarios, les dije que eso no era verdad, que era puro machismo por su parte, que pasaba de jugar con ellos nunca más a nada, que me sentía mal cuando me trataban mal diciendome noob, o que me fuera afk, que ellos carrilerían la partida… Me pone furiosa pensar que me relacionaba con ese tipo de personas, que no me valoran como jugadora.

Lo que nunca entendieron es que solo llevaba meses jugando a ese juego. Era normal que no me acordara qué hacía cada maldita habilidad, que no tuviera agilidad en mis dedos, que no fuera capaz de mirar el minimapa al mismo tiempo que miraba lo que tenía a mi alrededor. Me hubiera gustado ver sus inicios en League of Legends, para haberles dicho lo inútiles que eran como ellos me habían dicho. Nadie nace sabiendo, y todo aprendizaje tiene su tiempo, habrá personas a las que les cueste menos y a las que les cueste más, pero no por eso son inútiles o mancas (Dios, cómo odio esta palabra).

El problema de estos “amigos” es que se creen con superioridad para criticarte todo lo que haces mientras juegas. Está claro que después de tantos años, como os podéis imaginar, ni juego ni hablo con estas personas, que muchas veces me hicieron desear dejar de jugar y plantearme si verdaderamente era tan mala jugando como ellos decían.

A veces tus amigos son tus peores demonios cuando te inicias en un nuevo videojuego el cual ellos llevan años jugando.

Belle Delphine, la señora gamer que vendió agua de su baño por unas decenas de dólares. Y nosotras aquí, aguantando mamarrachadas. Fuente

Lo que nos cuenta Tindriel

Supongo que todas, quien más, quien menos, hemos tenido algún encontronazo con alguien que pensaba que jugar a videojuegos no era “de chicas”. Yo he tenido unos cuantos: en el trabajo, con conocidos, con mi familia, con gente con la que no había hablado en mi vida… Algunos de los malos-malos y otros de los de “eres tan absurdo que voy a optar por reírme”. Y hay uno que recuerdo con especial rechazo, si bien no ha sido de los peores que he tenido.

Tengo un amigo muy amigo al que de vez en cuando le contaba las cosas que me pasaban por aquello de ser mujer y de ser gamer, que siempre me decía que no debía de ser para tanto. Que igual es que yo ya veía fantasmas. Sobre todo cuando entraba en cierta tienda de una conocida cadena de venta de videojuegos. Mi queja era que nunca me atendían hasta que no pedía algo tres o cuatro veces. Así que un día le pedí que me acompañara a comprar uno (Sherlock Holmes: The Devil’s Daughter, concretamente). Entramos en la tienda, pedí el juego y ¡sorpresa! se lo trajeron a él. Fuimos a pagar, entregué el juego y le preguntaron si tenía tarjeta de socio. Casi llorando de la risa, por lo absurdo que era todo, contesté que sí. Y, maravilla de las maravillas, le preguntaron si iba a pagar con efectivo o con tarjeta. Aquí a mi amigo se le hincharon las narices y decidió decir que él no iba a pagar nada, que me preguntaran a mí que era la clienta.

Al salir, prometió acompañarme a esa tienda cada vez que quisiera ir. Afortunadamente poco después contrataron a un chico joven sin prejuicios que te atiende con toda la amabilidad del universo. Seas chico, chica o lo que sea.

 

Estas son las vivencias de algunas redactoras de Todas Gamers. ¿Os ha pasado algo similar? ¿Conocéis algún caso cercano?

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vitruvio97
vitruvio97

Lolera, streaming amater, me encanta leer, escribir mientras escucho música de todo tipo. Fan del Kpop

Tindriel
Tindriel @Tindriel

Geek, freak, gamer, adicta a las series y los buenos libros. Hablo de todo y nada según el día.

5 comentarios
Lyris
Lyris 18/11/2019 a las 12:44 pm

Vaya, veía el comentario protegido y me mordía las uñas por leerlo porque me interesa el tema MUCHO.

Veréis, tampoco soy de las que no tienen anécdotas graves (o quizás el problema radica precisamente en que hayamos naturalizado tantísimo la situación que ya ni siquiera lo veamos como «grave») pero anécdotas tengo. Bastantes.
Desde el puto suicidio que era hablar por el micrófono intentando jugar tranquila una raid en el WoW hasta esos terceros grados tan chachis que te hacen los gatekeepers cuando se te ocurre mencionar que oh, vaya! Te gusta jugar videojuegos! Por supuesto bien acompañados de miradas de paternalismo y luego de completa incredulidad cuando de hecho eres capaz de contestar a sus preguntas.

Porque sí, cometí el error de, efectivamente, preocuparme por contestar correctamente ese absurdo tercer grado, como si obligatoriamente tuviera algo que demostrar por osar jugar videojuegos siendo la dueña de un coño? De haberme pillado más vieja y resabiada les habría mandado al carajo por el camino más corto, pero todas hemos sido jóvenes y seguro que hemos caído en trampas parecidas.

Como bien dice el texto es que no les debemos NADA. Ni explicaciones ni preocupaciones.
De hecho recientes fenómenos como el gamergate y similares, acompañado con lecturas por encima en ciertos foros que apestan a testosterona es triste y ya entrando en el terreno de lo jodidamente preocupante.
Uf, cómo me quema este tema. Me parece realmente triste este encono pringoso que existe en un mundillo que en principio está pensado para ser divertido, sin más. Y todo por haber nacido con un sexo «equivocado» para ellos.

Blanca
Blanca 19/11/2019 a las 8:51 pm

El otro día, en el trabajo, estábamos dando la enhorabuena a un compañero que iba a ser padre.
Como es típico, le preguntamos si iba a ser niño o niña. Otro de mis compañeros dijo: «la ventaja de que sea niño es que con él puedes jugar a la consola y con las niñas no».
Procuré hacerle notar su equivocación, pero está claro que siguen existiendo estereotipos estúpidos de que las mujeres no jugamos a videojuegos -_-

Daniel
Daniel 21/11/2019 a las 7:25 pm

Aún sin ser mujer, creo que es ilustrativo para este tema un incidente que tuve jugando a un juego de rol online. Siempre llevo distintos personajes en juegos de rol, hombres y mujeres de todas las clases. Asi pues, jugando el susodicho juego, decidi hacerme un 2o personaje, una mujer. Al solo poder tener 1 por servidor, use para ello el server americano. Cree un personaje femenino con el que jugue 10 minutos, por el incidente y porque acabe dejando ese juego al aburrirme con mi otro personaje. El tutorial y todo bien hasta que llegamos al momento de ir a una misión. Clmo siempre, me dirigí al interfaz necesario. Ni llegué a él. Un jugador me mando una solicitud para formar grupo. La rechace. Insistió. No una ni dos, sino 5 o más veces. Ante la incapacidad de jugar por su culpa, decidí salir y volver en otro momento. Nunca me había pasado en otros juegos, había oído quejas de jugadoras sobre estos energúmenos, pero pensaba que ya se habían dado cuenta de que un pj femenino no siempre significa mujer a los mandos. Esto es solo una gota absurda al lado de otras experiencias vividas por mujeres, pero me veía obligado a compartirla

Daniel
Daniel 21/11/2019 a las 7:29 pm

Aclarar respecto am comentario anterior, lo de que pj femenino no siempre significa mujer a los mandos venía porque los energúmenos como el que me encontré van en ese plan, como buscando algo con una mujer a cambio de su «ayuda». No quiero ni imaginarme la de jugadoras que habrán soportado las «atenciones» del individuo

Angel
Angel 24/11/2019 a las 6:43 pm

¡Buenas tardes! Nada más ver este tema sabía que iba a acabar comentando algo quisiera o no.

Veréis, yo no puedo hablar desde la situación de las chicas que han dado su aportación sobre el tema, pues soy hombre y, cuando empecé a jugar online, lo hice con mi grupo de amigos del instituto.

En este grupo la verdad es que había un poco de todo, y lo cierto es que conocí a bastantes chicas que, no se si por su forma ser o porque decidieron no hacer caso, eran capaces de pasar por este tipo de situaciones que comentáis de una forma muy liviana, hasta sana diría, puesto que si alguna vez nos encontrábamos mientras jugábamos con algún momento de este estilo nos lo tomábamos con humor y nos burlabamos, incluso, en alguna ocasión, de la gente que se ponía estúpida. De algún modo, esos ratos se volvían divertidos y se convertían en situaciones a las que apenas dábamos importancia. Y yo mismo puedo decir que durante esas partidas con mi grupo conocí tanto a chicos como chicas diferentes.

Creo que puedo decir que, por suerte, tenía un grupo sano y que, a parte de eso, tampoco teníamos problema en comunicarnos y hablar como quisiéramos, tanto dentro del grupo como con la gente que encontráramos de fuera, en la vida real y en la virtual.

Considero esto muy importante, porque tiempo después cada uno tuvo que hacer su vida y ya no teníamos tiempo para seguir jugando juntos, así que cada uno jugaba cuando podía. Es en este momento cuando, de repente, ese número de mujeres que encontraba jugando online disminuyó enormemente. Y yo sabía de sobra que eso no era cierto, porque durante mucho tiempo pude descubrir que había una gran gran cantidad jugando a la vez que yo. Entonces, ¿Dónde estaban? Nunca lo descubrí, pero pienso, sinceramente, que este grupo de amigos, tanto chicos como chicas, que se expresaban sin tabúes y con buen rollo, es el que me hizo conocer esa verdad que parece que no existe porque no se ve, pero está ahí.

Sé que es muy complicado. Se puede tener suerte y encontrar gente agradable que te llene de seguridad y confianza o, todo lo contrario, encontrarse en situaciones que te quiten las ganas de jugar o de comunicarte. Pero, como pasaba en este grupo, la confianza para hablar y expresarse se transmite rápidamente cuando vemos a otras personas como nosotros que lo hacen con plena seguridad y tranquilidad. Y eso es algo que podemos aplicar de manera individual cada día.

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