Análisis de One True Hero

En los juegos solemos encarnar al héroe que salvará la situación, pero nuestro personaje no suele tomar ese rol por convicción, sino por las circunstancias en las que se encuentra, dando lugar a una historia bastante dramática. Pero no temáis, One True Hero, de Rat Cliff Games, no es ese tipo de juego. Aunque nuestro protagonista sea un pobre granjero que ha perdido su casa y su familia, opta libremente por ser el héroe que todos necesitan, y así tener suficiente poder como para proteger lo que quiere. Ya está bien de quedarse sentado esperando desgracias.

A pesar de la triste historia en la que nos vamos a encontrar, el juego lo que pretende es reírse de los tópicos que rodean al género de aventuras clásico. Nuestro protagonista va vestido de verde y con casco puntiagudo gracias a que encuentra una espada mágica, la Espada de la Sabiduría, con la que derrotar al mal y ser una leyenda. Una vez nos hagamos con los controles básicos el desastre se mostrará para enseñarnos el auténtico camino. ¿Derrotar al terrible tirano que asola el reino de Genericia? Esa es una buena idea, sí, pero primero deberemos salir del pueblo de Tute O’Rya que se hunde por momentos por motivos desconocidos, cosa que no parece importarle mucho a la gente. Ah, y del cual no podemos escapar.

Demostrar a los habitantes del pueblo que somos auténticos héroes, o por lo menos una persona maja que ayuda a los demás, no va a ser tarea fácil. Nos toparemos con todo tipo de actitudes entre aquellas personas a las que queremos ayudar: desde incredulidad, hasta abusar de nuestra buena voluntad, pasando por total confusión ante nuestras intenciones. Aunque nos manden tareas simples deberemos afrontar situaciones muy peligrosas donde se pondrán a prueba nuestras habilidades. Como poseedor de la espada, nuestro héroe granjero puede combatir esbirros malvados, pero, para mí por lo menos, el auténtico desafío está en no descalabrarse para conseguir llegar a los sitios.

Pero empecemos hablando de nuestras capacidades de ataque. Para enfrentarnos a los enemigos, que aparecerán como por arte de magia al entrar en ciertas zonas, deberemos empuñar nuestra espada. Dispondremos de golpe normal, cargado, parada y esquiva. Esta última se combina con carrera, pues usa el mismo botón (tanto en teclado como con mando) pero cambia según el juego detecte que estamos combatiendo o no, así que a veces en vez de rodar haremos un sprint, aunque lo importante es que no nos comamos los golpes. Según acumulemos derrotas también cargaremos un ataque especial, pero cuidado, la barra disminuirá si nos golpean. Dispondremos de un árbol de habilidades donde mejorarlas y ampliarlas a medida que subamos de nivel y consigamos Puntos de Habilidad. Hay tres ramas interconectadas que requerirán del desbloqueo de las más básicas para conseguir otras más avanzadas. Estas tres ramas nos mejorarán nuestros ataques, esquivas y adquiriremos curas.

Los enfrentamientos son puntuales e irán siendo más difíciles según avancemos, aunque la curva es bastante suave. El número, variedad y oleadas de enemigos irán en aumento paulatinamente según subamos de nivel y avancemos en la historia. No obstante, tened presente que hay tres modos de dificultad en el juego, elegid el que se ajuste más a vuestro estilo. Y aunque en un principio los ataques enemigos son bastante simples y típicos, van tomando variedad y mecánicas bastante curiosas y que no te esperas, como es el caso de tener que escalar y golpear al monstruo en ciertos puntos marcados al más puro estilo Shadow of the Colossus.

Por otro lado tenemos el auténtico reto de este juego: las plataformas. En un principio motivado por los hundimientos, nuestro camino no va a ser ni recto, ni llano, ni un camino de rosas. Deberemos escalar fachadas y superar abismos aprovechando las capacidades de nuestro héroe, que posee saltos cortos, largos e impulsados por carrerilla. Los caminos están bastante delimitados, y solo podremos sujetarnos de aquellos bordes que estén marcados en color ocre, para facilitar su identificación. En cuanto controlemos los elementos básicos la cosa se irá complicando, añadiendo otras partes móviles y algunos puzles para darle más variedad y dificultad. Necesitaremos tener los reflejos on point, sobre todo en el Mundo Hueco.

Llegaremos al Mundo Hueco a través de portales que encontraremos por el escenario. Estos nos llevarán siempre al mismo punto, ante el Rey Hueco, que en nuestro primer encuentro nos pedirá que devolvamos el encanto a su mundo, ahora vacío y aburrido. Para ello deberemos recoger los cristales azules que se encuentran dispersos por todas partes. Son coleccionables que a veces se utilizan para marcar el camino que debemos recorrer, pues no aparecen por zonas inaccesibles, obviamente. Conseguida cierta cantidad de cristales desbloquearemos un reto de plataformas en el Mundo Hueco. Una vez superado aparecerá una nueva zona en este reino, haciendo un poco más feliz al rey, aunque no tanto a tus dedos.

Y es que One True Hero tiene buenas intenciones y planteamientos, aunque le falta pulir algunos. No necesitas preocuparte por que se te olvide guardar, tiene puntos de control y guardado automático a los que puedes volver con un simple click en el menú. No obstante no lo puedes hacer por tu cuenta, y en ocasiones puedes meter la pata con algunas mecánicas atascándote, necesitando salir del juego para poder reiniciar la cagada. Como vamos a recorrer zonas estrechas de plataformeo, para evitar que la cámara acabe metida en una pared hay momentos en los que ésta está fija. Esto es una muy buena solución, pero cuando el punto de fijado no te resulta cómodo para ver hacia dónde debes avanzar, saltar o engancharte, las cosas se ponen innecesariamente difíciles.

Por cosas así me he frustrado. Aunque el juego solo dura entre seis y ocho horas, se hace cuesta arriba en algunos puntos. Pero puede que alguien con más paciencia y más en el pozo de las plataformas lo disfrute como se merece. Porque es un indie que quiere divertir y entretener con sus retos, coleccionables y humor. Está disponible en español con voces en inglés. Y tiene música de Javi Díez, pianista de Mägo de Oz. No se puede decir que Daniel Ferrer no haya hecho un gran trabajo. Además hay un pug en la plaza del pueblo. ¡Tenéis que acariciarlo!

Clave de prensa proporcionada por Rat Cliff Games.