Hasta el moño del demoño

Análisis de Cuphead

Análisis de Cuphead

Los inicios de la animación siempre han sido bastante llamativos. Ya vimos su cara oscura en Bendy and The Ink Machine, pero en esta ocasión nos complicará la vida en Cuphead: Don’t Deal With the Devil y su expansión The Delicious Last Course. Meridiem Games vuelve a ser responsable del lanzamiento de la edición física de este título de 2015, que se acompaña del ya nombrado DLC, cartas coleccionables y arte interior exclusivo, que varía según la plataforma elegida (Playstation 4, Nintendo Switch o Xbox One).

Lo primero que llama la atención nada más entrar en el menú del juego es la banda sonora. Porque la música de Cuphead y de The Delicious Last Course es, simplemente, magnífica. Hay canciones de todo tipo: si bien los temas principales son sinfónicos e incluyen cuartetos vocales, la mayor parte de la banda sonora se basa en el jazz de los años 30 e incluso aparece un tema más parecido a la samba, titulado Floral fury. Ya con semejante acompañamiento sonoro resulta muy fácil la inmersión en el ambiente del juego. Las poquísimas voces que hay están en inglés, pero todos los textos están disponibles en castellano. Aquí hay que destacar la tremenda labor del equipo de localización, no solo traduciendo los nombres de los personajes y niveles sino también las frases con que nos obsequiarán en cada derrota.

Todo Cuphead está planteado como un dibujo animado de los que se veían en  las décadas de 1920 y 1930. Los escenarios son casi inmóviles, en tanto que lo que se desplaza son los personajes que vemos en pantalla. Aun así, es imposible no fijarse en el detalle y el mimo con el que están pintados los fondos, como si estuviesen hechos a acuarela. Los enemigos son distintivos de cada nivel y prácticamente todos tienen su base en personajes que aparecen en un cortometraje real, variando desde Tom y Jerry, el Rey Hielo de Hora de Aventuras y otras obras menos conocidas como Popeye el Marino conoce a Sinbad el Marino.

Cuphead dispara contra el dragón de tres cabezas de la última fase de Fósforo Sombrío

Fósforo Sombrío es uno de los jefes que pondrá a prueba nuestra paciencia

No nos lo pondrán nada fácil. Cuphead cuenta con seis niveles de plataformas (los llamados Run and Gun, dos por cada isla principal) en los que nuestra habilidad será clave para poder sortear los obstáculos. Aparecerán en ellos enemigos menores y otros de mayor importancia y dificultad, sin llegar a ser jefes como tal. Aunque nos lo pida el cuerpo (y lo hace), tendremos que moderar nuestras ansias y escoger el momento exacto para cada salto o disparo, puesto que nuestra vida depende de ello. En el resto de pantallas nos enfrentaremos a los jefes sin ceremonia alguna, a veces a pie y otras pilotando un avión. Todos ellos cuentan con varias fases, que harán que cambien sus ataques y forma, pero no el daño, ya que cada impacto nos robará siempre un punto de vida. Al terminar cada pantalla nos darán una puntuación, basada tanto en el tiempo empleado como en la salud que nos quede, monedas conseguidas o paradas con éxito realizadas. Esto favorece mucho la rejugabilidad  si nos picamos para conseguir la mejor nota posible.

Durante nuestra andadura será clave la recolección de monedas, que se consiguen de varias formas. Pero también hay misiones secundarias que nos darán una como recompensa, y nuevamente explorando cada isla al milímetro podremos obtener otra más. En total son cuarenta monedas, útiles para comprar objetos en la tienda llamada “Emporio de la corteza”. Éstos son a su vez de dos tipos: armas o amuletos. Las primeras nos permitirán ejecutar disparos diferentes al de la guisanteadora que llevamos equipada por defecto, pudiendo tener más potencia o buscar al enemigo sin apuntar, por ejemplo. Los amuletos también nos aportarán ventajas, desde un acelerón invisible muy útil para esquivar hasta corazones adicionales o facilidad para ejecutar los movimientos de parada (los clásicos parry). La elección sobre cuál utilizar en cada enfrentamiento está en nuestras manos y ayuda enormemente a conseguir nuestro objetivo. Asimismo, si superamos los Mausoleos de cada isla y liberamos a la Señorita Cáliz, ésta nos otorgará las Superartes, que podremos emplear en cada nivel para facilitarnos las cosas.

Una monja ataca a Mugman lanzándole una regla en el nivel de Obra Intensita

Esto en mi cole no pasaba

The Delicious Last Course, que como ya he mencionado está incluido en esta edición, añade una nueva isla, accesible en cuanto superemos el primer Mausoleo. En esta no hay niveles Run and Gun, y nuestra recompensa al derrotar a los jefes serán ingredientes para cocinar la receta de las Fantastitartas, que devolverán a la Señorita Cáliz al mundo real. Además, se nos da un nuevo amuleto que al equiparlo hará que podamos seleccionar a este personaje en cualquiera de los niveles del juego. Podremos viajar entre esta isla y las principales a nuestro gusto, siendo esto particularmente útil si vamos desbloqueando nuevas mejoras.

Respecto del eterno debate sobre la dificultad de los videojuegos, hay que decir que por defecto Cuphead y The Delicious Last Course cuentan con dos modos diferentes: fácil y normal, que podremos elegir antes de cada enfrentamiento con los jefes. En el primero se obvia la última fase, que suele ser la más compleja, y sirve como un entrenamiento estupendo de cara a la dificultad estándar. Porque si queremos avanzar, es en esta en la que deberemos derrotar a los enemigos, ya que es la que nos otorga el alma del jefe, imprescindible para desbloquear el acceso a la siguiente isla. Además, una vez terminado el juego principal se nos desbloqueará el modo experto, si tenemos aún más ganas de desafíos. Sí que hay que destacar que, al menos en su modo normal, Cuphead no me resultó tan difícil como los jefes de Hollow Knight, por ejemplo. Hay checkpoints, eso sí, como por ejemplo Beppi el Payaso o Fósforo Sombrío, que me hicieron sudar tinta, pero en general lo veo más accesible que otros títulos.

Desde su lanzamiento original en 2015 tenía muchas ganas de jugar a Cuphead. Su estreno en formato físico ha sido la excusa perfecta para dar el paso, y puedo decir que cada minuto que paso jugándolo me gusta un poco más que el anterior. Con una banda sonora alegre y desenfadada, un diseño encantador y un punto de dificultad muy ajustado sin ser frustrante, es uno de los títulos que recomiendo sin lugar a dudas para pasar un buen rato.

Clave proporcionada por Meridiem Games.

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Alystrin
Alystrin @Alystrin

Cosplayer, otorrinolaringóloga, streamer y, sobre todo, mamarracha profesional. Cuqui del almendruqui que no dudaría en sacarte las muelas por tus "incorrecciones políticas"

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