Análisis de 9 Years of Shadows

Si hay un subgénero que me pique y se convierta en un pozo inexorable de horas es el de los metroidvania. Reconozco que soy un poco exquisita: no son mi tipo de juego favorito y tienen que tener una estética o protagonista que me atraigan, como fue el caso de Blasphemous, y como es 9 Years of Shadows: si me llega al alma, estoy perdida. Y debo decir que este juego, que descubrí de forma completamente casual, se ha convertido en toda una obsesión.

9 Years of Shadows es no solo un título, sino la descripción de la maldición que afecta a la inmensa tierra de Talos.  Durante casi una década el mundo ha perdido la alegría y el color, y muchos de sus habitantes han perdido la esperanza y la vida durante este tiempo. Europa, nuestra protagonista, ha visto morir a toda su familia. Es por eso que emprende la marcha hacia lo que se cree es la zona de origen de los problemas: el castillo de Talos. Muchos héroes valerosos han desaparecido al internarse en el mismo, pero Europa siente que ya no le queda nada que perder. En cuanto llega se enfrenta a una criatura monstruosa contra la que no tiene recursos, pero en lugar de caer ante él es rescatada por un pequeño osito fantasmagórico llamado Apino. En cuanto entra en contacto con él, el color vuelve a todo el mundo sin que conozca el motivo, aunque también descubrirá que el castillo está plagado de enemigos.

Solamente contamos con un arma: la alabarda de Europa, legado familiar. Sin embargo, y aunque ella inicialmente lleva un vestido que le regaló su padre, iremos desbloqueando cuatro armaduras diferentes con sus correspondientes mejoras. Éstas nos otorgarán cualidades específicas: por ejemplo, la de Gaia nos posibilita el acceso a zonas envenenadas y la de Poseidón convertirá a Europa en sirena. No solo eso, sino que también ciertos enemigos serán más vulnerables si llevamos equipada una u otra, lo cual es fundamental si queremos optimizar nuestra andadura. Si recolectamos un objeto concreto podremos mejorar la capacidad ofensiva asociada a cada pieza, una única vez por cada armadura.

Por curioso que resulte, todas estas armaduras no nos servirán como protección. Lo que desempeña esta función defensiva es una barra de luz, que irá disminuyendo a cada golpe recibido. Cuando llegue al final, si abrazamos a Apino recuperaremos parte de la misma, pero si no, perderemos una gema de vida, de las que inicialmente hay dos y, si se agotan, Europa morirá. A partir de un determinado punto se nos dará la posibilidad de recuperar nuestra luz por completo si acertamos en una combinación de teclas. También la barra se consumirá si Apino utiliza su poder especial, el lanzamiento de haces luminosos, destinados a romper escudos que protegen enemigos o bloquean el acceso a determinadas zonas. En este punto hay que marcar que necesitamos que nuestro osito apunte, cosa que al principio no es exactamente sencilla y cuesta un poco controlar adecuadamente.

La música también ocupa una parte muy importante en 9 Years of Shadows. Las pantallas de guardado están ocupadas por un enorme piano, que Europa tocará para salvar nuestra partida mientras Apino descansa. Aparecerán misiones secundarias, consistentes en rescatar a los miembros de una orquesta, que además nos darán objetivos adicionales como derrotar a varios jefes. A cambio, nos otorgarán fragmentos de luz que emplearemos al final del juego si conseguimos un número suficiente. Es muy reconfortante ver cómo la melodía que tocan va ganando matices conforme completamos sus misiones. Ya desde un principio veremos que en el centro aparecen las dos vocalistas, que aumentarán nuestra barra de luz o puntos de vida si les damos notas azules o rojas, ocultas a lo largo del mapa. Conocer las salas que hemos visitado o no será posible si encontramos los orbes del explorador, uno por zona, hasta un total de ocho.

No hay una variedad muy grande de enemigos, y en general podría decir que el diseño de niveles es bastante accesible. Los combates contra los jefes, sin embargo, son un tema muy diferente. Hay algunos que son de la historia principal y nos pondrán las cosas particularmente complicadas. En todos ellos no solamente tendremos que hacer uso de las habilidades especiales, sino que Apino y su disparo luminoso jugarán un papel fundamental (y un poco desesperante). También hay gran cantidad de minijefes, importantes no solo en nuestro avance y para conocer detalles de la historia sino también para las misiones secundarias de la banda de música. Éstos son mucho más sencillos de derrotar y tienen patrones considerablemente predecibles, aunque es fundamental no bajar la guardia en ningún momento.

Nos encontramos ante un metroidvania clásico, con desplazamiento lateral bidimensional, y diseñado íntegramente en pixel art. Las animaciones son muy fluidas, y el combate resulta más que satisfactorio. Además, el diseño de niveles invita a la exploración sin que aparezcan pantallas exasperantes o con un plataformeo injusto, y emplearemos unas cuantas horas si queremos conseguir completar el juego al 101%. Los textos de 9 Years of Shadows están disponibles en nuestro idioma, con ciertas características del español latino, puesto que está desarrollado por un estudio mexicano.

9 Years of Shadows es un título que cumple sobradamente con las expectativas. Gráficamente tiene un diseño cuidado y bonito, el combate implica un desafío, pero a la vez es más que accesible, y sus protagonistas revisten un encanto especial. Un juego que recomiendo tanto a fans de los metroidvania como a quienes quieran iniciarse en los mismos, y sobre todo si les intriga la historia del osito de peluche con la peor puntería del mundo.