*Sonido de pulsación de teclas*
ASMR y videojuegos

29/10/2023 | Aonia Midnight | No hay comentarios
De un tiempo a esta parte, el ASMR (Autonomous Sensory Meridian Response) se ha convertido en una tendencia, por llamarlo de alguna manera, cada vez más extendida. No por nada hay todo tipo de canales cuyo contenido se centra en ello. Y no sólo en plataformas de vídeo como Twitch y YouTube, sino también en redes sociales como Instagram y TikTok. No por nada hace relativamente poco se viralizó una parodia que involucraba un Bentley y un Citroën.
El ASMR es ese cosquilleo que recorre el cuero cabelludo y la nuca al presenciar una actividad satisfactoria. Si bien es cierto que, como viene a ser costumbre, el uso de la palabra se ha extendido para abarcar todo aquello que nos genere cierta satisfacción sensorial. Y puede ser ver a una persona rellenar con color una figura sin levantar el rotulador, dejar huecos ni salirse de la línea, por ejemplo. O presenciar la limpieza a fondo de una superficie especialmente sucia, entre otras muchas cosas.
De hecho, hay un sinfín de categorías. Desde la clásica emisión de sonidos suaves que van desde los susurros hasta la lluvia o el crepitar de la leña encendida. Incluso acciones o sonidos cotidianos como aquel que emiten las púas de un peine o las hojas de un libro. Y otras actividades no tan agradables, pero igualmente satisfactorias, como la limpieza de puntos negros.
De igual modo, no se trata de un fenómeno universal. Es decir, hay personas que no sienten atracción por este tipo de contenido (o incluso les irrita), quienes tienen sus preferencias y quienes navegan entre las diferentes categorías por pura adicción. Admito que yo me encuentro en el primer grupo, ya que es cierto que disfruto de algunos vídeos que podrían catalogarse como ASMR, pero la gran mayoría me genera rechazo. Y es que si bien encuentro relajante el sonido de la lluvia, no puedo evitar pensar en lo tedioso que debe de ser limpiar virutas de jabón. Por satisfactorio que pueda resultar ver cómo se desmenuza una pastilla.
En cualquier caso, entiendo el asunto y cómo lo que antes quizás sólo era “uso sonido ambiental para dormir” ahora se ha creado su propio espacio en el amplio mundo que es Internet. Aunque a menudo roce lo turbio, si se me permite el apunte y sin ningún tipo de inquina. Y, como no podía ser de otra manera, esto también se traslada a los videojuegos.
No son pocas las veces que he admitido no ser especialmente afín a los simuladores. No por desagrado, sino porque tiendo más a buscar embarcarme en una aventura que emular trabajos. Sin embargo, hace algunos años me dejé caer por el pozo de House Flipper, en parte empujada por mi compañera Nix. Aunque no son pocas las personas de mi entorno que disfrutan de simuladores de limpieza, e incluso yo misma perdí la noción del tiempo renovando estaciones de tren.
Y fue ésta la principal razón que me hizo pensar en la relación de este tipo de juegos con el ASMR. No tanto que las horas pasen sin darnos cuenta, sino las sensaciones que experimentamos al actuar sobre los escenarios. Algo parecido al placer que produce terminar una tarea que estábamos aplazando por tediosa, y además hacerlo bien. Ya sea limpiar en casa, terminar un texto u organizar armarios, deshaciéndonos de lo que no usamos ni usaremos. Actividades que llevan tiempo, sobre todo si nos despistamos, y que al terminar nos prometemos hacer más a menudo para evitar repetir futuras palizas. Spoiler: sale mal.
Lo mismo ocurre con estos simuladores. Comenzaremos cada encargo con un listado de tareas que, en un principio, pueden parecer algo tediosas. Sin embargo, hemos abierto el juego para completar una pantalla al menos. Y una vez vamos viendo resultados, sentimos placer. La satisfacción de un trabajo bien hecho. Da igual si completamos los objetivos y abandonamos el nivel o si decidimos ir más allá y darle nuestro toque personal. Cuando nos queramos dar cuenta, el reloj habrá avanzado y nos habremos sumergido de forma irremediable.
Y al igual que en el ASMR, no se trata de la actividad en sí, sino del apartado sensorial. Esto significa que la inmersión ocurre gracias a la satisfacción que nos produce, en cierta manera, lo que estamos haciendo. El sonido de una pistola de agua a presión, la pintura distribuyéndose perfectamente por una superficie, el equilibrio en las decoraciones, todo. Acompañado por una historia o premisa fácilmente ignorable, donde no tendremos que saber por qué Fulanita quiere decorar su casa en House Flipper, por ejemplo.
Lo mismo ocurre con las melodías, que apenas percibiremos, tan frecuentes en estos títulos. A menudo silenciadas para ponernos de fondo un podcast, una serie, un streaming o aquello que más nos apetezca en el momento. Sea lo que sea pasará a un segundo plano, donde nuestra atención, en su mayoría, estará totalmente atrapada por el simulador. Y si hay algo que puede que mantengamos en este sentido es el sonido ambiental, por lo mismo, por tratarse algo suave, repetitivo, monótono, pero placentero en su simpleza.
Así, recorreremos escenarios que carecen de estímulos estridentes y ofrecen una experiencia, ante todo, relajante. A menudo muy parecida a su análogo real, tal y como ocurre en algunos simuladores de conducción. Sin preocuparnos por nuestra integridad. Y donde, además, no hay lugar para la frustración en la mayoría de casos, pudiendo abandonar en cualquier momento de ser así.
De esta manera, resultan un espacio ideal para desconectar de nuestras preocupaciones. Otros títulos más emocionantes pueden no apetecernos por no estar en el estado mental adecuado. O quizás requieren más atención de quien juega, sea para responder con rapidez a un ataque enemigo, dar una respuesta satisfactoria o resolver un puzle. En momentos en los que nos apetece jugar, pero no algo que demande demasiado, esta clase de simuladores se postulan como la opción óptima.
Ofrecen una lista de tareas relativamente sencillas, que llevaremos a cabo de forma casi automática y cuyos resultados serán visibles casi al instante. El tiempo pasará centrándonos en exclusiva en nuestros objetivos y, en todo caso, en aquello que hayamos escogido poner de fondo. Y las preocupaciones no desaparecerán, pero sí quedarán relegadas a un tercer plano, anestesiando nuestra mente, como quien dice. Además, con el refuerzo que supone completar el nivel, tanto al ver cómo ha sido fruto de nuestro esfuerzo como por la recompensa obtenida.
Habiéndolo vivido de esta manera, me resulta fácil empatizar con quienes me recomendaban con tanta fuerza darles una oportunidad, así como con quienes disfrutan del ASMR. Sin embargo, debo admitir que me cuesta más de lo que debería entrar en estos juegos. Sobre todo teniendo en cuenta que he experimentado de primera mano lo bien que sientan en determinados estados mentales. Como esa ducha que tanta pereza nos da en invierno, pero que resulta casi renovadora. O ese bizcocho que no queremos preparar para evitar el hastío de limpiar los utensilios, pero que disfrutamos tantísimo cuando todavía está caliente. O, por qué no, como construir carreteras y tirolinas en Death Stranding para dedicarnos a entregar paquetes sin preocuparnos por los EVs, disfrutando únicamente del viaje.
Curiosa, reflexiva y torpe // Palomitas y cerveza // Psicóloga porque lo dice un título // Mi mente está llena de mundos en los que evadirme // Nothing is true, the cake is a lie