En esas ruinas morí yo (y mucho)

Análisis de Road to Devadatta

Análisis de Road to Devadatta

Una de las cosas que más me gusta hacer en los videojuegos es explorar. Tanto es así que, cuando me topo con un título que va demasiado al grano, no lo disfruto igual. Me encanta sumergirme y recorrer cada rincón. Y si hay que ir desbloqueando el camino, resolviendo puzles, más. Ahí ya se juntan las ganas de descubrir qué habrá más allá del rompecabezas y la satisfacción de superar pequeños obstáculos. Es por esto que, cuando se nos presentó la oportunidad de hablar de Road to Devadatta, no pude negarme. ¡Además es made in Spain!

En esta aventura en primera persona, encarnaremos a Alo, un hombre que decide ir en busca de su tío Robert después de mucho tiempo sin saber de él. No tardaremos en descubrir que Robert estaba teniendo serias dificultades para afrontar un evento traumático. Y todo apunta a que esto le ha llevado a unirse al culto del monje Devadatta, primo y némesis de Buda. Como no podía ser de otro modo, nuestra curiosidad no pasa desapercibida y, antes de que nos demos cuenta, estaremos tratando de escapar con vida de un extraño lugar.

Nuestros primeros pasos en Road to Devadatta servirán para familiarizarnos con las mecánicas del juego. Podremos agacharnos, saltar y correr, pero también nos cansaremos y sufriremos daño. Y si bien no contamos con consumibles, nos recuperaremos pasado un tiempo. Sin embargo, hay situaciones en las que el enemigo presiona y ahoga, por lo que encontrar una ventana para restablecerse puede ser algo difícil. Por suerte, entre los ajustes de accesibilidad encontraremos la opción de desactivar su aparición y centrarnos únicamente en la exploración y los puzles.

Otros elementos interesantes de configuración son la posibilidad de cambiar la sensibilidad al rotar la cámara o de añadir cierto contorno a algunos objetos. Por su parte, no aparece la opción de cambiar el tamaño de los subtítulos, pero tampoco se echa en falta. Sí se nos permitirá escoger el idioma preferido para interfaz y otros textos, y cabe destacar que encontramos tanto el castellano como el catalán entre la gran variedad de opciones. También resulta igual de cómodo jugar con ratón y teclado o con mando, así como en Steam Deck.

Road to Devadatta no cuenta con selector de dificultad, aunque tampoco lo necesita. El reto reside en los puzles y estos no resultan imposibles, aunque puede que alguno se resista un poco. Dado que no contamos con pistas de ningún tipo en la mayoría de los rompecabezas, a menudo observar bien el entorno será la clave para dar con la solución. Eso y tener a mano papel y lápiz.

Captura de pantalla de una zona de plataformas de Road to Devadatta.

También, por supuesto, será necesaria paciencia. Y es que superar algunos obstáculos dependerá sobre todo de nuestra habilidad, resultando en situaciones de ensayo-error, con algún que otro reinicio voluntario de la partida. Tampoco está falto de zonas de plataformas, donde se pondrá a prueba nuestra tolerancia a la frustración.

Repetir en numerosas ocasiones una zona puede afectar a la experiencia. Por un lado, la opción de autoguardado no va acompañada de la posibilidad de cargar partida, por lo que a veces deberemos salir al menú principal y volver al juego. Por otro lado, reiniciar una zona para recuperar un elemento primordial para seguir avanzando puede sacarnos totalmente de la inmersión. Especialmente cuando se debe a que hemos fallado al colocarlo y ha acabado en un lugar inalcanzable, sin posibilidad de que vuelva a aparecer o haya sustitutos alrededor.

Lo mismo ocurre cuando podemos ver el contorno de un objeto dentro de un cajón o sala que todavía no hemos abierto. Aunque, por suerte, se trata de errores tan pequeños como aceptables. Y se compensan enormemente con lo inmersivo que es Road to Devadatta. Tanto es así que, en más de una y dos ocasiones, nos llevaremos algún que otro susto, magnificado por un apartado audiovisual que nos atrapa sin apenas darnos cuenta. Gráficamente cuenta con un nivel de detalle bastante cuidado, y el apartado sonoro hace el resto.

No se trata de un título largo. Tardé algo menos de 5 horas en completarlo, a pesar de que algunas zonas se me resistieron. Con algo más de soltura, es posible que el tiempo se reduzca a la mitad. Ideal para una única sesión de juego. Asimismo, cuenta con un selector de capítulos, por si nos apetece volver a explorar algún tramo en concreto. Aunque la falta de coleccionables o diversos finales limita considerablemente su rejugabilidad.

En cualquier caso, Road to Devadatta es una aventura que invita a explorar y sumergirse. Cuenta con una historia sencilla que iremos desvelando a su debido tiempo, pero que consigue mantener nuestra atención. Y donde las plataformas lograrán poner a prueba nuestras habilidades y nuestra tolerancia a la frustración. Además, los puzles suponen una excusa perfecta para detenerse a observar un entorno que merece la pena recorrer, con una atmósfera que atrapa. ¿Quién sabe? Quizás no le ha ocurrido nada malo al tío Robert. Tal vez se dejó llevar por los escenarios… o no. Sólo Devadatta lo sabe.

Cómprame un café en ko-fi.com

Aonia Midnight
Aonia Midnight @AoniaMidnight

Curiosa, reflexiva y torpe // Palomitas y cerveza // Psicóloga porque lo dice un título // Mi mente está llena de mundos en los que evadirme // Nothing is true, the cake is a lie

No hay comentarios
Deja tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.