¿Oxidada yo? ¡Qué va!

Análisis de Oxide Room 104

Análisis de Oxide Room 104

Durante muchos años, invertí tardes enteras navegando por páginas de minijuegos y probando títulos de todo tipo. Tiempo más tarde, cuando Android se convirtió en una realidad para mis dispositivos, esta afición pasó de ocupar tardes a llenar ratos muertos como viajes en tren o espacios entre asignaturas de la universidad. ¿Mi tipo favorito? Los escape room. Por la razón que sea, la idea de aparecer encerrada en una habitación y explorar el entorno en busca de las claves que me ayudarán a salir me resulta atractiva. Y es por esto que, cuando vi el vídeo de presentación de Oxide Room 104, despertó una necesidad en mí que creía satisfecha. A fin de cuentas, hacía tiempo que no me dejaba caer por uno de estos y, además, éste sumaba el componente terror.

Oxide Room 104 es un videojuego de terror con mecánicas de escape room que nos pondrá en la piel de Matt. Al parecer un trabajo ha ido mal y nuestro compañero nos recomienda no volver al motel en el que nos hospedábamos. Sin embargo, Matt no debe de tener otro sitio al que ir, o siente especial cariño por sus cosas, porque no duda en deshacerse del teléfono y entrar en este lugar. Como consecuencia, un hombre vestido de naranja le noqueará y comenzará nuestra aventura.

Como suele ser costumbre en los juegos de escape, amaneceremos con cierta desorientación y preguntándonos qué ha ocurrido y dónde estamos. Nuestro objetivo a partir de ese momento será investigar el entorno en busca de objetos que nos ayuden a encontrar la salida. A lo largo de nuestro camino nos cruzaremos con algún que otro enemigo, en nuestra mano queda si tratamos de defendernos con un revólver u optamos por el sigilo.

El elemento de terror girará en torno a lo que se conoce como body horror, es decir, vamos a ver cosas muy desagradables corporalmente hablando. Además, el apartado audiovisual está muy bien cuidado, sin obviar ningún tipo de detalle. De hecho, Oxide Room 104 cuenta con la opción de desactivar el contenido adulto, bien para personas especialmente sensibles o bien para posibles retransmisiones en directo. Por lo demás, los enemigos son más vistosos que peligrosos. Aunque, en la versión de Nintendo Switch, recomiendo encarecidamente optar por el sigilo, porque los controles no están del todo pulidos.

El juego se guarda automáticamente, aunque podremos hacerlo en cualquier momento si lo vemos necesario. Esto no nos permite asegurar zonas especialmente conflictivas, ya que, si morimos, nos mostrarán una pequeña escena y la partida se guardará. A continuación, apareceremos de nuevo en el baño de la habitación 104 y observaremos que hemos consumido otro intento. A menudo la diferencia entre vivir o morir radica en si llevamos vendas o algún antídoto en los bolsillos, pero esto no siempre garantizará nuestra supervivencia.

En Oxide Room 104 contamos con un espacio limitado de inventario. Muy limitado. Esto nos obligará a pensar dos veces antes de coger ningún objeto, contemplando la posibilidad de dejarlo atrás y volver sobre nuestros pasos en caso de necesitarlo. Asimismo, la dinámica del juego consiste en explorar las diferentes habitaciones del motel en orden de apertura. Es decir, no las encontraremos todas abiertas, sino que las iremos desbloqueando según hallemos la llave habitación por habitación.

El motel de Oxide Room 104Y si bien no es una dinámica que me desagrade, he de decir que Matt me resultó increíblemente pesado. Si invertimos cierto tiempo en explorar la estancia, nuestro protagonista se dedicará a repetir una y otra vez lo mismo, incitándonos a seguir avanzando. Aunque el motivo de nuestra tardanza sea la presencia de monstruos. Esto resulta bastante tedioso, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de un juego en el que la investigación del entorno es clave.

Hay diferentes tipos de enemigos, unos simplemente expulsarán una nube de veneno al pasar cerca, mientras que otros nos atacarán si nos escuchan, dado que no pueden vernos. Y también nos toparemos con unos seres que, más que adversarios, podríamos considerar obstáculos, dado que emergen de la pared para intentar dañarnos. Aunque a veces el peor enemigo de Matt es su torpeza, ya que puede desangrarse debido a un golpe en la cabeza o un corte en la mano.

He de admitir que esta mecánica fue, sin duda, la que más tensión me generó al principio. Esto se debe a que la velocidad de sangrado no siempre es compatible con encontrar algo con lo que curarnos. Y lo mismo ocurre con el envenenamiento cuando no llevamos antídotos en el inventario. Además, podremos atacar a los enemigos (o defendernos de ellos), pero debemos tener en cuenta que el revólver hace ruido y hay que recargarlo manualmente.

Cada muerte supone una vuelta a la casilla de salida, pero manteniendo cierto progreso. Esto se traduce en que mantendremos las notas que hayamos encontrado y que los objetos no estarán en el mismo lugar. De hecho, dado que despertamos en una bañera, perderemos los objetos de nuestro inventario incluso tras haber dado con nuestra ropa. Y, por supuesto, nos tocará volver a encontrarlos, recorriendo de nuevo las mismas habitaciones y volviendo a obtener sus respectivas llaves. Sin embargo, podremos observar cómo los escenarios habrán cambiado ligeramente, sobre todo a nivel visual. Con cada intento fallido y consecuente reinicio, observaremos cómo la estancia se deteriora y se cubre de óxido.

Oxide Room 104 utiliza una muerte cíclica de forma que cada derrota y vuelta a empezar encaja a la perfección. Tanto es así que incluso consumir todas nuestras oportunidades enlazará con una nueva partida. El problema es que, si morimos a menudo, perderemos todo interés en la historia, así como toda empatía con el personaje. Y morir es muy sencillo. Al final, hacerse al juego será una cuestión de ensayo y error, donde aprenderemos qué hacer y qué no a base de reinicios.

En cuanto a la historia, iremos desvelando el misterio a través de notas repartidas por el motel y las escasas cinemáticas que se nos muestran a lo largo de la partida. Incluso las escenas que visualizamos al morir nos darán información. Sin embargo, recorrer una y otra vez los mismos escenarios y presenciar las mismas escenas puede hacer que desconectemos de lo que ocurre. Al menos hasta que avancemos lo suficiente como para obtener nueva información. Y es una pena, porque el cambio que sufre el entorno sí incita a saber más.Monstruo de Oxide Room 104 en una habitación del motel

La versión de Nintendo Switch quizás deje un sabor un tanto agridulce. Si bien sabe sacar partido a algunas características de la consola, el control con los joysticks ennegrece la experiencia y es una pena. La vibración de los mandos en determinados momentos o abrir puertas con un movimiento de joystick son detalles que suman. Pero resulta problemático (y bastante enervante) mover el puntero sobre los objetos para interactuar con ellos. Sobre todo porque nos encontramos con un movimiento bastante ortopédico, independientemente de la sensibilidad de la cámara. Y esto frustra en especial a la hora de utilizar el revólver para enfrentarse a un enemigo. Si además nos quedamos sin munición y debemos recargar, es probable que acabemos de nuevo en la bañera.

Por su parte, la edición para ordenador de Oxide Room 104 cuenta con sus propias virtudes. Por un lado, añade algunos eventos de reacción rápida (o quick time events) y, por otro, traslada los controles del mando al ratón y al teclado de forma que no se pierdan mecánicas como el uso de los gatillos. De hecho, en ningún caso existe la opción de modificarlos desde el menú de ajustes. Y si bien, al principio, puede que cometamos algún error, no tardaremos mucho en adaptarnos. Aunque, sin lugar a dudas, donde sale ganando es con el uso del revólver y la interacción con objetos.

No hay punto de comparación entre el tormento que puede llegar a suponer el control del joystick y la fluidez del ratón. Sin embargo, no podremos desplazar el ratón sobre los menús, debiendo utilizar una combinación de teclas y clics para interactuar con los objetos del inventario, por ejemplo. Luces y sombras en ambas plataformas, pero estoy dispuesta a sacrificar la comodidad de jugar desde el sofá por tener fluidez en los controles.

Como no podía ser de otra manera, recomiendo jugar Oxide Room 104 a oscuras y con auriculares para exprimir la experiencia al máximo. En numerosas ocasiones, anticiparemos al monstruo que tenemos cerca gracias al sonido y ello nos ayudará a elegir nuestra trayectoria o estrategia. Pero, sobre todo, el apartado sonoro logrará ponernos la piel de gallina tanto a través de los sonidos ambientales como debido a la tensión que nos envuelve.

Asimismo, se encuentra disponible en diferentes idiomas, entre ellos tanto el español de España como de Latinoamérica, tanto para voces como para textos. Y a pesar de desvelar el misterio mayoritariamente a base de notas, no se trata de documentos largos o tediosos de leer.

Oxide Room 104 es un juego de terror no demasiado largo —a mí me llevó en torno a las 3 horas completarlo— que, a pesar de sus pequeños fallos, logra sumergirnos en una experiencia tipo escape room. Una vez superada la barrera del aprendizaje, habiéndonos hecho a los controles y trampas, resulta una experiencia que no deja indiferente. Además, cuenta con distintos finales, por lo que su corta duración invita bastante a la rejugabilidad. 

Clave de prensa proporcionada por WildSphere.

Cómprame un café en ko-fi.com

Aonia Midnight
Aonia Midnight @AoniaMidnight

Curiosa, reflexiva y torpe // Palomitas y cerveza // Psicóloga porque lo dice un título // Mi mente está llena de mundos en los que evadirme // Nothing is true, the cake is a lie

No hay comentarios
Deja tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.