¡Madision, qué susto ma’ dao’!
Análisis de MADiSON

19/07/2022 | Aonia Midnight | No hay comentarios
Hasta hace un par de años, mi única forma de contacto con el terror como género era a través de series, películas y lectura. La mera posibilidad de ponerme a los mandos de un juego de miedo me horrorizaba debido a la inmersión que ello supone. Tanto es así que los disfrutaba desde la barrera de protección que me proporcionaba esconderme tras un cojín y ver las partidas de otra gente en YouTube, o jugando con otras personas. Pero, entonces, llegó Song of Horror a la redacción de Todas Gamers y, con él, mi salto al terror en solitario. ¡Y qué salto! Si hace unos años me hubieran dicho que iba a tener un título como MADiSON en mis manos, me reiría a carcajadas… pero aquí estamos.
MADiSON es un videojuego de terror que bebe, y mucho, del tan conocido Visage. De hecho, sin ser una reinterpretación casi exacta, lo cierto es que es difícil no pensar en él durante nuestra partida. Aunque, por suerte, MADiSON tiene esencia propia y su parecido no va más allá de la mera inspiración.
Encarnaremos a Luca, un hombre que se despierta en una habitación cuya puerta está siendo aporreada por quien asumimos que es su padre. Al parecer, nuestro protagonista ha hecho algo horrible a su propia familia y esa es la razón por la que está cubierto de sangre. Así pues, una vez superada la desorientación inicial, le acompañaremos en busca de una salida. Y así comienza nuestra pesadilla. Durante las siguientes horas, recorreremos la abandonada y desordenada casa de su abuelo, resolviendo puzles, y tratando de no echar el corazón por la boca en más de una ocasión. Y es que MADiSON ha hecho un trabajo impecable en lo que a terror se refiere.
La tensión será constante durante nuestra partida. Incluso cuando nos hayamos aprendido el mapa de la casa, sentiremos que algo nos acecha y que, en cualquier momento, podría aparecer y darnos un buen susto. En ocasiones abusa del uso de sonidos fuertes para sobresaltarnos, o al menos para mi gusto. Soy una persona que, incluso en el día a día, tengo baja tolerancia a los ruidos estridentes —tanto esperados como inesperados—, por lo que esta técnica no suele estar entre mis favoritas en los juegos de miedo. Sin embargo, ello no nubla en ningún momento la experiencia en este caso.
El terror de MADiSON se respira a cada paso y el apartado audiovisual hace lo propio. Gráficamente serán pocas las veces que veamos con claridad a las criaturas que nos acechan. De hecho, es posible que, si las vemos claramente, sea nuestra perdición. Asimismo, el escenario en el que nos movemos genera incomodidad y nos incita a salir cuanto antes de ahí. Y aunque el parecido con la casa de Visage se hace notar, aquí no recorreremos laberintos tortuosos, sino que el juego nos va guiando. Recorreremos toda la vivienda, sí, pero a su debido tiempo. De este modo, se nos permite explorar en busca de coleccionables, formas de resolver puzles, o por mero placer, pero cada habitación se abrirá cuando toque.
El apartado sonoro, por su parte, no se queda atrás. El silencio se llenará en todo momento con sonidos de ambiente que conseguirán ponernos la piel de gallina. Incluso seguirán sumando tensión al momento cuando nos hayamos acostumbrado a movernos por los pasillos y estancias de la casa, sabiendo que escuchar determinadas cosas no siempre implica llevarnos un susto. Y ello sin resultar repetitivos ni cargantes.
Además, Luca no resulta un protagonista pesado, sino que fluye con la ocasión y la historia. Sin embargo, contamos con la opción de silenciarlo desde el menú de ajustes. Con esto dejaremos de escucharle, pero seguiremos viendo los subtítulos. Subtítulos que, he de decir, me resultaron algo pequeños en pantalla. Esto puede ser un problema en determinados casos. Sobre todo, teniendo en cuenta que MADiSON se encuentra disponible en varios idiomas, entre ellos el nuestro, pero solo en lo que a interfaz y textos se refiere. Las voces del juego se encuentran íntegramente en inglés.
MADiSON no es un juego complicado, aunque cuenta con dos niveles de dificultad —normal y difícil— que afectan sobre todo a la complejidad de los enemigos, y la presencia o ausencia de pistas visuales. Manteniendo siempre la opción de autoguardado. En cualquier caso, el reto lo marcan los puzles, ya que nos harán sudar en más de una ocasión e incluso tirar de papel y lápiz a menudo. Cabe destacar uno en concreto que ha logrado paralizar a la mayoría de personas que han jugado: el puzle de los relojes. Si bien se trata del rompecabezas más abstracto, una vez comprendemos lo que esperan que hagamos, la cosa fluye.
¿Queréis un consejo? ¡Aviso de spoiler para quienes quieran jugar sin ayuda!
Disponemos de cuatro relojes cuyas esferas deberán marcar la misma hora que los de su alrededor. Por tanto, os recomiendo que anotéis las horas que marcan los relojes de cuco que encontramos dispersos por la casa y dónde están ubicados. De este modo, cuando nos topemos con el puzle, buscar lo necesario para resolverlo será coser y cantar. O, más bien, recorrer la casa y llevarse algún que otro susto.
¡Fin del spoiler! ¡Es seguro seguir leyendo!
A decir verdad, este puzle en concreto me dejó un sabor algo agridulce. Desde bien temprano en el juego, encontraremos relojes de cuco en diferentes puntos de la casa con los que no sabremos qué hacer. Una vez tengamos en nuestras manos la pieza con la que iniciar el camino de su resolución, deberemos recorrer la vivienda e interactuar con ellos. Un rompecabezas que hace honor a la palabra, sin duda.
El problema viene cuando, moviéndonos por la casa para interactuar con los diferentes relojes de cuco, MADiSON se convierte en el tren de la bruja. Por un momento, nos expondrán a tantos jumpscares que, incluso sobresaltándonos, seguiremos como si no hubiera pasado nada. Esto quizás no llega a afectar a la experiencia, pero sí la nubla momentáneamente. Sobre todo, teniendo en cuenta que el juego lo hace muy bien en materia de sustos y no parece, a priori, necesitar explotar así la mecánica.
En cualquier caso, si tuviera que sacarle una pega a MADiSON no sería en cuestión de sustos o puzles, sino en el control con mando. Y es que colocar el puntero sobre objetos, utilizando el joystick derecho, resulta tedioso. Sería mucho más cómodo pulsar el botón correspondiente al ver el símbolo de interacción, sin tener que estar calibrando la posición exacta puntero-objeto. No es algo que impida la jugabilidad, pero no es cómodo.
Por su parte, he de admitir que creía que la combinación de primera persona y manejo de la cámara con el joystick daría peor resultado, pero me sorprendió gratamente. Y el hecho de abrir puertas haciendo clic y arrastrando, como si utilizáramos el ratón del ordenador, en ocasiones puede ser algo ortopédico, pero generalmente está bien pulido. Además, he de admitir que me gustó bastante una vez me hice al movimiento. Si bien no es un gesto ideal en un juego, la verdad es que su inclusión siempre aporta cierto realismo.
MADiSON brilla especialmente en la forma en que logra sacarle partido a su elemento estrella: la cámara de fotos. En un principio, creía que este elemento serviría sobre todo para iluminar zonas oscuras y provocar algún que otro susto, pero nada más lejos de la realidad. La polaroid que nos acompaña durante toda la aventura está perfectamente integrada en el juego. Deberemos usarla para resolver puzles, obtener coleccionables y defendernos llegado el momento. Y su presencia forma parte de la trama, hilando la historia a la perfección. De hecho, MADiSON está tan bien pensado que hasta el título y la forma en que está escrito están bien escogidos.
Quizás la única pega que podría sacarle sería que tanto la cámara de fotos como las instantáneas que hacemos ocupan espacio permanentemente en el inventario, así como el cuaderno de Luca. Dado que éste se encuentra limitado a ocho huecos, nos obligará a hacer varios viajes a la caja de seguridad en la que guardamos los objetos que no necesitamos. Aunque, a decir verdad, a mí no es algo que me afectara especialmente y no eché en falta más espacio o una mejor gestión del inventario.
MADiSON es una experiencia de terror única que, si bien se inspira en Visage, la realidad es que sabe marcar la diferencia en el mejor de los sentidos. Tiene puzles que nos harán tirar de lápiz y papel, y sustos que nos provocarán escalofríos, piel de gallina y que el corazón trate de salirse por la garganta. Asimismo, invita a la rejugabilidad a través de sus coleccionables y logros, proponiéndonos superarlo en menos tiempo o sacando menos fotografías, entre otras cosas. Con una historia que engancha y un apartado audiovisual que nos sumergirá desde el primer momento. Sin lugar a dudas, un juego de terror que no debería pasar desapercibido para quienes adoren el género.
Clave de prensa proporcionada por Meridiem Games.
Curiosa, reflexiva y torpe // Palomitas y cerveza // Psicóloga porque lo dice un título // Mi mente está llena de mundos en los que evadirme // Nothing is true, the cake is a lie